POSADAS. El 2009 será un año que Luis Aníbal Stucan no olvidará, porque un accidente lo privó de seguir trabajando en lo que hacía y porque desde entonces comenzaron sus desventuras. Hace tres años que soporta, con mucho dolor, una dolencia terrible en la espalda, producto de un accidente laboral en un secadero de té de San Vicente, su terruño.Pese a esa situación, no cuenta actualmente con cobertura médica, más allá de las atenciones que, en ocasiones, pueden brindarle en un centro de salud pública.Pero la lesión, y sobre todo las secuelas de ella, requieren de un tratamiento minucioso, específico y especializado. Tras el lamentable episodio de 2009, fue sometido a una compleja intervención quirúrgica en Posadas en la que debieron implantarle seis clavos en la columna.La principal consecuencia de esa operación fue la imposibilidad de seguir trabajando en la carga y descarga de ponchadas de té.Stucan contó a este diario que aguardó en vano algún tipo de ayuda: “Ni la empresa ni la aseguradora se hicieron cargo, por eso les inicié una demanda por daños y perjuicios”, que está radicada en la Justicia Civil, Laboral y Comercial de la ciudad de Oberá.Desahuciado es el término que mejor describe el sentimiento y la sensación que embargan actualmente a este hombre de 33 años, casado y sin hijos que sigue viviendo en la Capital Nacional de la Madera.“Para mí se trata de un abandono de persona. Me dejaron solo con un terrible problema”, señaló Stucan en una conversación personal mantenida el viernes frente al hospital Escuela Ramón Madariaga.En esas circunstancias, ante la contundencia del informe médico del cirujano que lo operó, que determinó un 100% de incapacidad para realizar tareas pesadas, él decidió iniciar, como correspondía, los trámites para acceder al beneficio del “retiro por incapacidad” .Inició las gestiones en la sede de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) de Oberá, en la avenida 9 de Julio 850. Allí le dieron turno para someterse al examen de la Junta Médica, el órgano responsable de informar el grado de incapacidad que posee todo trabajador que desee acogerse a un beneficio de esas características.Sin embargo, jamás pensó que se encontraría con una “sorpresa tan desagradable” como él consideró a la situación vivida el viernes.“No me dieron explicaciones, sólo que si yo quería acceder al beneficio del retiro por incapacidad debía renunciar a la demanda por daños y perjuicios que comencé en Oberá. Les dije qué tenía qué ver una cosa con la otra, pero no me respondieron nada” , indicó indignado a PRIMERA EDICIÓN.Y agregó: “Sólo pido que resuelvan mi situación. O que me den el retiro o que me paguen mi liquidación, pero no puedo seguir así. Hace dos años que no cuento con asistencia médica. Usted no sabe el dolor que siento en días como estos”, señaló en alusión a la jornada del viernes, lluviosa y fría.Stucan sacó la placa radiográfica en que se puede observar los seis clavos que lleva en la espalda.“No puedo trabajar. Les pido, por favor, les imploro, que me atiendan y den una solución”, concluyó con el rostro atravesado por una mueca de dolor.





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