POSADAS. Alma sabia si las hay, Raúl Barboza sigue “juntando juventud” -como alguna vez le dijo un hombre- y transparentando su luminoso ser interior a través del “Morocho”, el acordeón que lo acompaña hace cuatro siglos. Así, comparte con el mundo la maravilla de esa música a la que hace honor desde los siete años. Felizmente, el maestro está de regreso a esta tierra a la que tanto quiere y hoy se reencontrará con el público misionero para compartir su nueva creación discográfica: “Luz de amanecer”, a las 22, en el auditórium del Instituto Montoya (Ayacucho casi La Rioja) de esta capital, junto a sus compañeros de ruta: Roy Valenzuela (bajo) y Nardo González (guitarra).“Es un placer de estar, de besar la tierra roja, tengo tantos recuerdos que me hacen grata la venida a Posadas”, expresó Raúl Barboza al comenzar una charla durante su visita a la redacción de PRIMERA EDICIÓN que hizo que la siesta de ayer se viviera con una intensidad especial. A los siete años, Raulito estableció una conexión para siempre con el acordeón y hoy atesora 67 años de trayectoria musical.Mirando hacia atrás ¿Cómo llega el fuelle a sus manos?Mi papá se fue a comprarle el acordeón a un vasco que le llamaban “Don Pito” -en la región de Olivos, Buenos Aires- que tenía dos vaquitas y vendía leche, y me imagino que vio un acordeón que tenía él arriba de los cuadrados de heno seco para las vacas. Y un día apareció mi padre con ese instrumento y nos fuimos a la ferretería de don Juan, yo tenía siete años y mi papá compró cinta aisladora negra, porque el fuelle era de color negro y de esa manera podíamos tapar los agujeros que habían hecho las polillas, porque perdía aire por todas partes. Y con ese instrumento aprendí y a los nueve años ya tocaba en la radio con mi papá y a los trece años grabé con el conjunto Irupé un chamamé de mi papá que se llamaba “La torcaza”, de todos los integrantes recuerdo que uno de los guitarristas era, quien es hoy tan famoso, Ramón Ayala, eran los años 50. Después, a los catorce años era el acordeonista del Cuarteto Tradición que dirigía Damasio Esquivel y mi papá también tocaba la guitarra ahí.La elección del chamamé en su vida se debió a que “era la música que yo conocía más y la que estaba más afín con mi carácter y con mi educación”. “Mi cultura, mi forma de ver las cosas, mi forma de imaginar, mi imaginería tiene mucho que ver con los guaraníes”, agregó Barboza. Además de ese amor profundo por el chamamé, Raúl contó: “También amé otras músicas, me gustaba escuchar el tango, Gardel, Caruso, Nelly Omar, que está por cumplir 101 años a quien quiero mucho; Oscar Alemán entre otros. Siempre escuché todo tipo de música…”, contó el músico y reflexionó sabiamente: “La música es la expresión del alma, del espíritu, de los sentimientos. El instrumento para mí es un traductor de emociones, la emoción nace del espíritu del músico, pasa a través del acordeón y el acordeón traduce con melodías todo lo que las manos del músico van diseñando en el teclado”.Qué lindas huellas que está dejando en Argentina y el mundo…He andado mucho por la China, por Oriente, por Japón, por los países Árabes, África, Unión Soviética, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, América del Sur, anduve… sé que anduve y creo que muchos lugares recuerdan a este músico que pasó y que dejó un no mal recuerdo, eso es lo que veo y siento.“La música no tiene que ser una música específicamente conocida por quienes van a escuchar, porque si les llega al alma la adoptan para sí”, agregó este humilde gigante del acordeón.¿Cómo fue el momento de componer “Tren Expreso”?Eso fue una broma que hice, estaba trabajando invitado por la Compañía de Ariel Ramírez en el Teatro Odeón; estaban Los Chalchaleros, Ariel Ramírez y Los Tres para el Folklore, ellos tocaban el Pájaro Campana y yo no perdía ninguna actuación de ellos, eran maravillosos. Entonces me puse a hacer el ruido del tren que todavía no había tomado forma y les digo mirá ‘ustedes traigan el Pájaro campana dentro de una jaula que después los llevo al Chaco en mi Tren Expreso’. Fue una broma, pero me insistieron para grabar, me puse a estudiarlo bien, lo grabé y a partir de ahí, ese tema obnubiló todas las otras composiciones, es lo que más la gente pide”.La incomprensión de su música en tiempos donde el chamamé tradicional era el que se zarandeaba en las pistas de baile hizo que no le fuera bien en su país. “Llegó un momento que no tenía más posibilidades, no tenía trabajo, había estado en Japón, en Brasil pero acá no me iba bien. Entonces, Olga, mi señora, me dice ‘porqué no nos vamos a ver si tu música puede ser mejor recibida en otros lados’ y en 1987 llegué a Francia, desde Tokio que había estado haciendo gira. Cuando llegué a París, que nadie me conocía, alguien me conoció y me propuso trabajar en una casa que le llamaba ‘Las calles de Buenos Aires’, pero debía esperar tres meses, así que en ese lapso de tiempo no tenía trabajo, encontré a Ciro Perez, Lincoln Almada y a un chico de apellido Filipi y formé un cuarteto. Entonces, me dicen ‘a vos no te conocen acá y habría de ver la manera en que te conozcan’ y la agente de prensa de ‘Las calles de Buenos Aires’ me dijo que mandó cinco cartas a los más famosos que estuvieron acá y recibí una sola carta pero con esa basta y había sido que la carta era de Piazzolla. Él mandó una carta desde Nueva York haciendo referencia a la música chamamesera, hablando de Montiel, de Isaco y diciendo ‘yo sería incapaz de tocar un chamamé’. Después lo encontré en París muchas veces y le agradecí y me dijo ‘Negro escribí lo que me vino a la pluma pero ahora te toca a vos
, no te va a ser fácil’”. Es admirable la vitalidad y la luz que irradia Raulito. Con satisfacción cuenta que nació “en el año 38, hace 74 años, pero no me doy cuenta que voy cumpliendo años y un hombre me dijo ‘qué lindo Barboza porque usted en todo este tiempo no estuvo cumpliendo años, usted estuvo juntando juventud y en setenta años de juntar juventud, usted tiene más juventud de la que ha juntado a los veinte’. Es una metáfora digna para tenerla en cuenta, no porque quiera aparentar un aspecto físico que no coincide con la cronología de años vividos, pero mi cronología me da la pauta que la vida ha sido generosa conmigo y entonces, trato de ser generoso con la vida”, finalizó.





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