POSADAS. Ninguna serigrafía de la capital provincial recibió este año el encargo de insignias escolares que por décadas fueron la “marca”por excelencia de los estudiantes secundarios que ya llegaban a quinto. Ocurre que el tradicional distintivo, finalmente logró ser desplazado por los buzos escolares, nuevo emblema de los chicos para decir:“somos de 5to., que el mundo lo sepa”.Según las explicaciones de diseñadores y casas del ramo, “los viajes a Bariloche tuvieron mucho que ver con la imposición de este fenómeno, que ya no puede catalogarse como moda, porque son la nueva expresión que encontraron los estudiantes del último año de la escuela secundaria para distinguirse del resto”.Micaela, Iván y Romina, del Rosa Guarú contestaron qué uso tienen los buzos cuando -en una provincia como Misiones- el calor empieza a apretar “los usamos igual, aunque sea atados a la cintura”. A poco de empezar la escuela ya empieza el debate sobre los diseños, formas y colores que van a tener los buzos. Cada uno -dependiendo de la calidad del material- cuesta como mínimo 350 pesos, lo que significa “un gasto más” de los tantos que tienen en este ciclo a saber: viaje a Bariloche: siete mil pesos; Estudiantina: según el traje desde 1.500 e inclusive hasta el doble. Recepción (ropa y cena) también demandan 1.500 pesos mínimo.Marisa Romero, mamá de Lucas explica cómo se las arreglan en casa para cumplir con todos los “compromisos” “por suerte se juntan en grupos y organizan fiestas o ventas garages para juntar plata ¿si no que bolsillo aguanta?”, comentó un poco seria y un poco entre risas. “For export”El fenómeno, como tantos otros que se fueron arraigando a nuestra cultura, se copió del comportamiento de los estudiantes norteamericanos. Las películas yankis tuvieron mucha influencia para imponer la moda, que comenzó tímidamente hace unos catorce o quince años, cobró auge hace unos cuatro, y ahora ya parecen haber desplazado a cualquier elemento distintivo. “Es muy común ver en las películas norteamericanas, dirigidas al público juvenil, cómo cada colegio se distingue entre sí por sus camperas institucionales. De pronto a alguien se le ocurrió copiar la práctica aquí en nuestro país, primero la idea gustó a unos, después a otros y cuando nos dimos cuenta, se convirtieron en la “manera” de identificarse del resto”, contó Karina Duarte, al frente de un comercio de fabricación, venta y distribución de indumentaria escolar, que “no da abasto con los pedidos”, contó.





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