POSADAS. Con más dudas que certezas, el ex agente de policía Cristian Omar Kondratiuk (23) confesó la forma en que fue asesinado el abogado Roberto Manuel Del Balzo (43), cargando la responsabilidad del crimen sobre el otro co-imputado en la causa, Jorge Alberto Da Rosa (24). “Me sacó el arma reglamentaria de la mochila, le disparó y apuntándome a la cabeza me dijo: hacé lo que te digo o te quemo”. De esta manera se desligó de la autoría material del homicidio del letrado, no así Da Rosa, quien optó por su derecho constitucional de no declarar, aunque manifestó que lo hará más adelante, por no sentirse en condiciones de hacerlo en estos momentos y por recomendación de su abogado particular. Fue la arista sobresaliente de la primera audiencia del juicio oral y público que se le sigue a los mencionados jóvenes por el crimen de Roberto Del Balzo, quien fue asesinado de cuatro balazos -uno de ellos en la cabeza-, el 31 de octubre de 2009, en su vivienda de la calle Brasil casi avenida Corrientes de la capital provincial. El debate se llevó a cabo ayer en el Tribunal Penal 2, presidido por el juez Roque González e integrado por Juan Enrique Calvo y el magistrado subrogante César Yaya. La defensa de los imputados estuvo a cargo de los abogados Miguel Angel Varela (de Kondratiuk) y Miguel Romero (de Da Rosa). En tanto que el Ministerio Público Fiscal fue ejercido por Liliana Mabel Picasso.El encuentro en PosadasAl ser convocado por los jueces Kondratiuk accedió a declarar. Tras casi dos horas de relato, manifestó que un día antes del hecho viajó en comisión desde la Unidad Regional V de Puerto Iguazú, hacia Posadas, para entregar documentaciones en la Jefatura, entre otros trámites para sus jefes. Debido a que no tuvo tiempo de concretar su labor, regresó a dedo a Jardín América, donde pernoctó en una vivienda deshabitada y de su propiedad hasta el día siguiente (sábado). Luego de regresar a la capital provincial y de completar su misión de entrega de expedientes, todavía uniformado, se contactó con Da Rosa, quien dijo era “apenas un conocido suyo de Colonia Primavera, en Jardín América”.Ese sábado en que se cometió el crimen, aún “muy cansado por estar 36 horas sin dormir, Da Rosa me ofreció descansar e higienizarme en su casa ubicada por avenida Mitre pasando la calle Buenos Aires. Estuvimos desde la mediamañana hasta el mediodía, cuando fuimos a almorzar a la placita”, precisó. El abogado con “contactos”Cerca de las 14 de ese sábado y siempre de acuerdo a la versión del ex policía, ambos imputados se dirigieron a la vivienda de la víctima. “Me cambié de ropa y guardé mi uniforme y otras documentaciones en una mochila. Reconozco que fui negligente al dejar el arma reglamentaria, esposas y una radio de comunicaciones tipo handy dentro de la mochila”, dijo Kondratiuk. Luego agregó que “le conté a Da Rosa que yo ganaba muy poco en la Policía y que necesitaba que me trasladen urgente a una dependencia cerca de mi familia, en Jardín América. Entonces Da Rosa me dijo que me iba a presentar a un abogado que tenía ‘contactos’ para que me trasladen al menos a la Zona Centro. Pasadas las 15 salimos en un colectivo urbano a la casa de Del Balzo, a quien yo no conocía”. El tereré y el cigarrilloContinuando con su relato el ex agente dijo que “llegamos y tuve una charla muy a gusto con el abogado, hasta tomamos tereré y hablamos de que me iba a ‘tramitar’ mi traslado y que yo tenía que juntar entre 1.500 y 3.000 pesos. Siempre estuvimos en la parte del frente de la vivienda, adentro de su propiedad pero sin entrar a la casa. Me dio su tarjeta con su teléfono personal y me dijo que cuando reuniera el dinero lo llamara. Allí terminó nuestra conversación. Entonces encendí un cigarrillo y me recosté en un murito, dándole la espalda a Da Rosa y al abogado. En eso, el dueño de casa se metió en uno de los dos autos que estaban estacionados en su garage, un Fiat Uno, y lo siguió Da Rosa. Escuché un cuchicheo y luego que el abogado levantó el tono de voz y le gritó a Da Rosa: ¡que te pensás que venís acá de pesado! Yo no presté importancia porque era un tema de ellos, entonces escuché que Del Balzo gritó ¡No! y luego disparos, ‘pa, pa, pa’… a lo que atiné a agacharme y cubrirme. Me doy vuelta y veo la tragedia… y Da Rosa que me apuntó a la cabeza y me dijo ‘hacé lo que te digo o te quemo’. Ahí me percaté de que era mi arma reglamentaria y que me la sacó cuando tomábamos tereré. Luego retrocediendo y sin dejar de apuntarme entró a la casa. Oí otro disparo (se presume que allí fue cuando atacaron a Maia Sarjanovich, pareja de la víctima), y a los pocos segundos salió Da Rosa y me dio las llaves de un auto que estaba estacionado afuera (un Peugeot 206 propiedad de Sarjanovich), ‘sacame de acá’, me ordenó. Entonces escuché disparos pero que provenían de la calle, de una mujer que no se identificó como policía. Salí con el auto y sin dejar de apuntarme Da Rosa me guió hasta salir del casco céntrico. Luego cuando vi la ocasión derrapé en un zanjón con el auto y allí Da Rosa escapó, dejando el arma en el vehículo (esto ocurrió en el barrio Ñu Porá). Salí a perseguirlo porque se llevó mi mochila. Cuando vi a la Policía me acerqué a un chofer de un patrullero y tras desarmar la pistola se la entregué y les expliqué lo que había pasado”. Las contradiccionesDurante el relato de Kondratiuk, el Tribunal le marcó algunas contradicciones en su versión, entre las más llamativas fueron que el ex policía no supo justificar la tenencia de la radio de comunicaciones denunciada como robada días antes del hecho en la UR V Iguazú, donde prestaba servicios. El acusado adujo que la retiró y que no “era su responsabilidad asentarlo, que desconocía que era sustraída”. Luego el hecho de que tomó tereré con la víctima y el otro imputado, pues en la escena del crimen, si todo sucedió tan rápido, no hallaron un equipo para tomar dicha infusión. Además, tampoco los peritos encontraron en el lugar del asesinato colillas de cigarrillos, ya que afirmó que fumaba mientras sucedía el homicidio. También se mostró indeciso en cuanto al momento en el que él cree que Da Rosa le sust
rajo el arma de fuego. Finalmente y en una de las contradicciones más marcadas que tuvo, fue el hecho de que primero dijo que desarmó su pistola y se la entregó a la Policía antes de que lo arresten, cuando en realidad se la descubrieron entre su ropa durante un cacheo. Las evidencias colectadas por los peritos y forenses policiales fueron fundamentales en el marco de la investigación. El licenciado en Criminalística Darío Balmaceda -quien encabezó su gabinete a cargo de la causa- explicó que si bien la prueba de parafina es orientativa, al igual que la de absorción atómica, es prácticamente imposible que queden rastros de plomo en las manos de una persona sin que se haya efectuado un disparo. No alcanza con manipular un arma de fuego, las improntas de la deflagración de pólvora quedan en los poros cuando se realiza un disparo. Esto a raíz de los resultados que complican al ex policía Cristian Kondratiuk, a quien le dio positivo el resultado de la parafina. No así a Jorge Da Rosa, a quien la misma prueba le dio resultado negativo. Con respecto a este tipo de análisis químicos en laboratorio, resultó llamativo que a la víctima le diera resultado positivo en la mano izquierda y con un elevado nivel de plomo, muy por encima de lo común. Sin embargo, para el juez Roque González esto tendría una simple y lógica explicación. El infortunado abogado, quien recibió cuatro disparos, intentó defenderse de su agresor y apoyó la mano izquierda contra la pistola. Para ello protagonizó en el recinto y junto a un perito una recreación del momento en que Del Balzo fue prácticamente ejecutado. Sin dejar de lado las pericias concernientes a balística, se estableció que la mayoría de las ojivas halladas en la escena pertenecen a la pistola 9 mm. hallada en poder de Kondratiuk, incluso la bala mortal, que quedó alojada en el cerebro del letrado. La herida vital, la secuenciaCon la presencia del médico policial Walter Romero (quien fue el primer facultativo en examinar el cuerpo de la víctima), los jueces y las partes analizaron la posibilidad de determinar la secuencia de disparos que terminó con la vida de Roberto Del Balzo. De esta manera se estableció que la lesión denominada “herida vital”, por ser la que ocasionó el deceso, fue la que impactó en la cabeza -a la altura de la ceja izquierda-. El proyectil, explicó el médico, dio en un “hueso duro” denominado “peñasco”, que produjo la desviación de la ojiva hacia el lóbulo occipital, causando la muerte. Los otros tres disparos, que impactaron en ambos brazos (uno de ellos siguió su trayectoria y dio en la caja toráxica sin afectar el corazón) y otro que atravesó las mejillas, no fueron causales de fallecimiento. Por otra parte, se estableció que la “herida vital” fue a quemarropa o boca de jarro, es decir, efectuado a una distancia de entre 3 a 10 centímetros. Acerca de la secuencia de los disparos, se determinó que, teniendo en cuenta la dinámica o movimientos que por lógica hubo entre el agresor y la víctima, todos se produjeron en vida, no descartándose que el tiro de gracia -en la cabeza- fue cuando el abogado estaba en el piso, indefenso.





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