POSADAS. Tras un prolongado receso, en el que el Tribunal se trasladó a la ciudad de Oberá para tomar declaración a varios testigos que no pudieron trasladarse a esta ciudad por motivos de salud, se reanudó este lunes en la sala del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Posadas el juicio que se le sigue a cinco ex policías por más de 80 casos de crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. En horas de la mañana se presentaron dramáticos testimonios de cuatro ex detenidos políticos -testigos de la Fiscalía- en tanto en horas de la tarde hizo lo propio Juan Osvaldo “El Negro” Viana, quien, en su carácter de ex policía, aportó datos del accionar represivo que fortalecen la tesis de la acusación sobre un plan represivo sistemático desplegado desde el Departamento de Informaciones de la Jefatura de Policía.La presencia de Viana no fue la única sorpresa de la jornada. Previamente, la defensa de uno de los acusados, el ex médico de Sanidad policial Guillermo Roque Mendoza anunció que desistía de interpelar a cinco testigos -presentados por la propia defensa- que debían declarar en la audiencia convocada para ayer.La ausencia de los testigos derivó en que el presidente del Tribunal, el formoseño Rubén Quiñonez, declarara un cuarto intermedio hasta el lunes 18 del corriente mes, recomendando a las partes que avancen en la preparación de los respectivos alegatos, ya que estimó que, aproximadamente, para el 21 de junio se estaría en condiciones de dictar sentencia. Entre los testigos suprimidos, se incluyó al comisario Rubén Oscar Gabriel, ex Jefe de Policía de la Provincia, quien había sido citado en razón de que supuestamente habría firmado un documento mediante el que se habría ordenado la quema de diversos archivos relacionados a la actividad policial en los años de la represión ilegal. El abogado defensor de Mendoza, César Edgardo Ortellado, destacó que se suspendieron las declaraciones porque se trataba “de personal policial que ha estado en épocas que no comprende el período acá investigado”. Agregó que “en el caso del desistimiento del comisario Gabriel, hay intereses muy encontrados entre mi cliente y el propio comisario, es decir, tanto mi cliente lo denunció oportunamente -en la Fiscalía federal- como yo mismo, obviamente por la destrucción de las documentales, lo he denunciado, porque el decreto, aparte de agraviar a la memoria, también me agravia a mí como profesional”. Ortellado resaltó que como su actividad profesional tiene lugar en Paraguay y Capital Federal, además de Misiones, decidió “que voy a proponer el debate internacional del decreto en esas jurisdicciones. Todo lo que puede ser acreditado en autos ya está, en el expediente, no va a contribuir mucho la declaración de Gabriel, porque para mi cliente es totalmente nocivo, y confrontaría a los intereses de mi cliente, así lo entendió él”, precisó al término de la audiencia. Así era el DepartamentoEn tanto, Viana en su declaración se remitió a su experiencia como oficial subayudante recién salido de la Escuela de Policía, prestando servicios en Jefatura de Policía entre enero y octubre de 1976, fecha en que fue dado de baja, según su propia declaración, por haber actuado en forma benévola con detenidos políticos, a causa de lo que fue “considerado un policía flojo” y separado de la fuerza, con “una falsa acusación”.En una vívida descripción, Viana identificó cómo actuaban las fuerzas represivas desde el Departamento de Informaciones, el que se dedicaba “exclusivamente a los casos políticos”, precisó, y que se había convertido en un virtual campo de concentración especialmente de “colonos del MAM”, respecto a los cuales subrayó las torturas y vejaciones de que eran objeto. En un tramo de su declaración, narró el traslado de detenidos provenientes del sector agrario a Resistencia, hacinados en un colectivo, en el que “había gente que lloraba, orinaba y defecaba”, describió. Dijo que cuando el móvil se detuvo en un descampado, “nadie se animaba a bajar aterrorizados porque pensaban que los iban a matar, orden que -agregó- efectivamente se le había comunicado que ejecutara en caso de cualquier imprevisto”.Viana también dijo haber visto un incendio en las inmediaciones de las ex ITA -establecimiento tealero en Campo Viera- que era custodiado por fuerzas de seguridad, “que no dejaban pasar a nadie y me dijeron que ahí lo estaban quemando al maestro Juan Figueredo”.En su testimonio, que presentó espontáneamente por interés en reivindicar su inocencia -tanto en la separación de la fuerza como en un reciente caso de drogas- Viana incriminó a los acusados Pombo y Giménez, al comisario Esteban Glinka, y hasta “al ministro Di Fonso, al que vi como a muchos funcionarios que iban al Departamento”.En el juicio que actualmente tramita el Tribunal Oral Federal -el cuarto que se realiza en Misiones- se juzga a los ex policías Carlos Omar Herrero, Felipe Nicolás Giménez, Julio Argentino Amarilla, Carlos Alberto Pombo y al ex médico de la fuerza, Guillermo Roque Mendoza, acusados de numerosos hechos de “torturas agravadas ” y “privación ilegítima de la libertad agravada”. Los hechos criminales fueron cometidos en la Jefatura de Policía y los centros clandestinos de detención conocidos como “La Casita del Rowing” y la “Casita de Mártires”. Fuertes testimoniosEn la mañana del lunes, declararon como testigos de la Fiscalía Claudio Damián Martofleak; María Eva Romero; Rosa Esther Cabral y Juan Piñeyro. El caso de Cabral, que vino desde Córdoba para prestar su testimonio, fue especialmente dramático a causa de haber sido detenida con su bebé de ocho meses, que le fue separada de inmediato por los represores, quienes la mantuvieron secuestrada un tiempo para luego entregarla a la Alcaidía de Mujeres, donde se mantuvo siendo atendida por las reclusas hasta que fue encontrada. Tras ser detenida, Cabral fue llevada a la comisaría de Bonpland y de allí al Departamento de Informaciones, donde la sujetaron a una mesa y la sometieron a tortura con picana eléctrica, mientras le informaban que simultáneamente le estaban haciendo lo mismo a su pequeña hija. Ante esa situación desesperada, y al oír el lla
nto de la pequeña, Cabral forcejeó y alcanzó a retirarse la venda, logrando mediante esta acción identificar a Juan Carlos Ríos, uno de los principales acusados en la causa, (que falleció antes del inicio de la etapa oral) quien cargaba a la beba en los brazos. Luego de este episodio se llevaron a la pequeña y no volvió a saber de ella, hasta tiempo después. Las torturas tanto físicas como psicológicas continuaron. Al no poder amamantar se le forma un cuadro de mastitis, siendo revisada por el Dr. Olmo Herrera. Éste, le aconsejó que hablara porque “de lo contrario las consecuencias las sufriría su hija”, detalló la testigo. Un episodio impactante fue el relato de Cabral de su reencuentro con la pequeña, al ser liberada luego de 5 años de cárcel, oportunidad en que la niña, instintivamente, se le acercó al busto para ser amamantada. El caso de Juan Piñeyro también impacta por ser un ejemplo de tantos casos similares, ya que éste, al recibir noticias de que era buscado por las fuerzas de seguridad, que habían allanado su domicilio para detenerlo -pero no fue hallado- se presentó espontáneamente en la sede de Gendarmería Nacional de Oberá, donde personas vestidas de civil lo llevaron a un arroyo cercano y lo sumergieron en las aguas hasta el punto de casi ahogarse al tiempo que le afirmaban “acá termina tu porquería de vida”. Los más vulnerables “A mí me parece que se va corroborando y aportando evidencias respecto del sistema represivo, y en el caso particular de los testimonios de hoy, a mí me sigue conmoviendo el testimonio de Esther Cabral, respecto de la situación de ser detenida junto con una beba de 8 meses, y todo el sistema de tortura psicológica, y la participación de profesionales de la policía. Ella citó concretamente al doctor Olmo Herrera, creo que eso es un dato significativo”. Así evaluó la audiencia de ayer la historiadora Yolanda Urquiza, quien participó en la instancia de elaboración de la documental que sirve de base a la acusación. Urquiza consideró, además, significativas a “sus propias reflexiones respecto de las secuelas que dejó en su propia niña esta situación de tortura; no solamente fue arrancada de los brazos de su madre en una etapa de amamantamiento, que es un vínculo muy particular entre una madre y su hijo, sino que también lo fue tratar de reconstruir ese vínculo, después de cinco años. Y lo que significó al interior de la propia familia proteger y cuidar esa niña”.En cuanto a los otros testimonios, Urquiza resaltó que el que brindó Juan Piñeyro “nos muestra la vulnerabilidad mucho mayor de aquellos sectores populares que fueron víctimas de la represión. Piñeyro era delegado de Fatre, y era miembro de la Juventud Peronista, y se presentó espontáneamente después del allanamiento en su casa”, precisó. El “Negro” Viana aportó una visión similar al señalar que “la represión se ensañaba con los sectores más humildes, a los que teníamos órdenes de llevar detenidos como sea a la Jefatura, aunque no hayan hecho nada más que estar en la calle”.





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