PUERTO PRÍNCIPE, Haití (AFP y Agencias). Pese al tiempo transcurrido desde el terremoto y tras la epidemia de cólera, el sistema social y sanitario del país continúa frágil. Joan Arnan, jefe de la misión de Médicos Sin Fronteras, dijo a la prensa que temen un nuevo brote. La suerte de nueve millones de haitianos no cambió desde que el terremoto destruyó la capital, Puerto Príncipe, y mató a casi 300 mil personas en enero de 2010 y desde que una epidemia de cólera causó 7.074 muertes nueve meses después.A más de dos años de esas tragedias que enlutaron a la nación caribeña y movilizaron a organismos internacionales, los proyectos para reconstruir el país se encuentran casi congelados. NecesarioLa crisis humanitaria fue convertida en cifras de inversiones necesarias: 500 millones de dólares para construir escuelas nuevas para niños pobres; 200 millones para darle a Puerto Príncipe su primer sistema de tratamiento de aguas residuales; 224 millones para crear un parque industrial que emplearía a 65 mil personas. Sin embargo, con el paso de la urgencia, la presencia de ayuda internacional mermó hasta llegar al panorama actual, donde Médicos Sin Fronteras (MSF) alertó sobre una posible nueva epidemia de la enfermedad mientras el 85% de la población vive en la pobreza. En ese escenario poco alentador, Joan Arnan, jefe de la misión de MSF en Haití, realiza su trabajo diario: gestiona la labor de los médicos y las relaciones con instituciones sociales para lograr cambiar la tendencia en la atención médica.“En el caso de Médicos Sin Fronteras, la mejor forma de conseguir seguridad es brindar un trabajo de calidad, porque la gente nota eso, lo respeta y valora”, afirmó.





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