POSADAS. El Monoclínico Manantial atiende desde hace 24 años a personas con adicciones. En la actualidad, la mayoría son jóvenes con problemas de alcoholismo, aunque también se tratan adictos a otras sustancias legales e ilegales. Pero además de tener un equipo de profesionales dedicados a la asistencia de los adictos, cuenta con un equipo técnico cuyo trabajo es tratar de evitar estas adicciones. Este equipo está conducido desde el año pasado por la directora de Prevención de Adicciones, la psicóloga Mariela Aguirre, con quien PRIMERA EDICIÓN habló sobre la familia, los límites, la autoridad de los padres y de las conductas adictivas. ¿Qué lleva a una persona a ser adicta a algo? Las adicciones no tienen una sola causa, se habla de multicausalidad de factores. Hay factores individuales que tienen que ver con la características individuales de la persona (estrés, irritabilidad, soledad, depresión, baja autoestima, ansiedad…). Si a esos factores se le suma una familia donde no hay límites claros, no hay comunicación, hay violencia, donde los roles están desdibujados y alterados, y si esta familia, además, está siendo atravesada por un contexto desfavorable, como ser problemas económicos, falta de trabajo, estrés… todo eso lo potencia. También incide nuestro contexto social invadido por publicidades y una maquinaria en pro del consumo de bebidas alcohólicas que promueven una tolerancia social aceptada y sostenida por nuestra comunidad. Estos mensajes te inducen lo que tenés que hacer y cómo tenés que ser… todo eso contribuye a que el consumo se convierta en una vía de escape para resolver y enfrentar los problemas. Metafóricamente, si hablamos de adicción a una sustancia, la sustancia sería como un bastón que el adicto utiliza para poder enfrentar y transitar la vida de una manera que por sí solo siente que no puede hacerlo. La adicción es como una máscara que te permite enfrentar la vida de otra manera. Por supuesto que es una sensación errónea, porque cada vez que el efecto de esa sustancia disminuye, el adicto queda en su propia realidad. ¿Tenemos más chicos adictos que antes?Sí y es muy preocupante que la edad de inicio es cada vez más temprana, en este momento entre los 11 y 12 años, cuando hace unos pocos años, era a los 16, aproximadamente. El incremento de las adicciones es una problemática social que escapa a un segmento etáreo o económico. Lo que sí se puede diferenciar es la calidad del consumo de una determinada sustancia y el grado de acceso. Esto está acompañado de ciertos cambios y transformaciones culturales, familiares y económicos que fueron generando otros determinantes. Por eso, en los talleres que hacemos tratamos de apuntar más a la figura del adulto, aunque el problema aparece en el adolescente y lo tiene como protagonista. El adolescente es aquel que adolece de un montón de cosas, quien cree encontrar en una sustancia –generalmente el alcohol- una manera de borrar inhibiciones y de plantar más su personalidad. Ante esta situación, los más desorientados son los adultos, están ante la disyuntiva de apoyar, negar o reprimir. ¿En qué sentido te referís a desorientados? Los padres están desorientados respecto a cómo sostener la autoridad frente a sus hijos. Tenemos padres asumiendo el rol de amigos de sus hijos y eso no es bueno para ellos por que no permite la diferenciación de roles y la asimetría en el vínculo que permitirá el crecimiento y la contención.Ya sea por las necesidades económicas o por las necesidades de cada uno, inmersos en una sociedad altamente consumista donde se pone en valor el tener por sobre el ser, estamos instalando un modelo generador de actitudes adictivas a distintos tipos de consumos (sustancias, objetos, juegos, patologías alimentarias). Los padres reemplazan la calidad de tiempo compartido con sus hijos por regalos, como uno manera de reparar carencias afectivas. Ahí aparecen los padres culpógenos, los chicos captan la culpa y empiezan a manipular… entonces crias hijos dictadores porque les transferís un poder de decisión a ellos. Deciden si quieren ir a la escuela, qué quieren ponerse, lo que quieren comer y a la hora que quieren hacerlo… son chicos que no tienen límites. Y la falta de límites está muy relacionado con las adicciones. Los límites también generan cierta seguridad… Absolutamente. El límite debe ser entendido como un concepto de salud y afecto. El límite les da contención y los diferencia de los otros, hace que el otro no los invada, que se puedan cuidar y preservar, que reconozcan lo propio de lo ajeno. Si no hay límites hay desbordes, situaciones confusas, desorden… y todo esto representa factores de riego para las conductas adictivas. ¿Cuál es la diferencia entre conducta adictiva y drogadependencia? La drogadependencia es la dependencia a una sustancia (legal o ilegal) mientras que las conductas adictivas se refieren a adicciones que tienen que ver con objetos y comportamientos. Como el consumo adictivo de TV, PC, celular, redes sociales, patologías alimentarias, ludopatías, compras compulsivas, etc ¿Qué es lo que más escuchás en los talleres para adultos? Es curioso escuchar cuando un padre dice que no puede con su hijo, que ya no sabe qué más hacer. Y cuando le preguntás la edad del chico te dice que tiene tres o cuatro años… ¿Si a esa edad ya no tienen control sobre sus hijos qué pasará cuando estos sean adolescentes?. En los talleres que realizamos en las escuelas, los docentes nos cuentan que los padres le transfieren responsabilidades, les piden -por ejemplo- que sean ellos los que exijan que se corten el cabello, o se quiten el piercing… porque a los padres no les hacen caso. ¿Los padres tienen miedo de sus hijos? Tienen miedo de confrontar a sus hijos y que estos los dejen de querer. Obviamente, los chicos dicen eso a sus padres cuando se enojan con ellos: “te odio”, “te voy a olvidar”… y muchos padres optan por no confrontarlos para no angustiarse. Pero si los padres quieren educar bien a sus hijos van a tener que ser ‘malos papás’ ante ellos, porque los ‘buenos papás’ son los que ceden todo. Sí o sí a chicos enojados = papás buenos. Porque cuando educás a tus hijos necesariamente los vas a frustrar, tenés que marcar los límites y muchas veces vas a tener que escuchar que ya no te quieren. Es importante comprender que el problema en la relación con los hijos no aparece solamente en la adolescencia. Por eso decimos que la prevención de las adicciones comienza desde muy pequeños, incluso desde la gestación. ¿
;Cuáles son los factores protectores para evitar hijos adictos? Los factores protectores más importantes -que sirven no sólo para prevenir adicciones sino para una educación emocional para la vida misma- son la crianza contenida, la presencia de límites claros y sostenibles, los roles familiares definidos (papás que sean papás y no pares o amigos de sus hijos. Entre padres e hijos debe haber una relación asimétrica) y buena comunicación. La buena comunicación implica capacidad de escucha, sin juzgar ni criticar. Cuando el niño crece va traduciendo sus experiencias en función de sus necesidades y edad evolutiva. Pero muchas veces esto es invalidado por el adulto. Cuando el chico se siente escuchado, se animará a compartir una situación que le generó bronca o dolor, en vez de descargarse a través de la comida, o rompiendo cosas. La familia es la principal protectora ante las adicciones. ¿Cuánto inciden los amigos en las decisiones de los adolescentes?Mucho. El adolescente está en pleno proceso de fortalecimiento de su autoestima y de formación de su personalidad e identidad. En esa etapa está aprendiendo a manejarse con su sexualidad, tiene que lidiar con la aceptación de su cuerpo, la presión de sus pares que le dicen qué tienen que hacer. Por eso, consideramos a la presión de los pares como un factor de riesgo cuando esta es negativa o destructiva porque lo inducen a actuar de determinadas maneras para pertenecer al grupo. De ahí la importancia de enseñarles a los adolescentes a decir que no, a que pongan límites a sus pares. La comunicación es uno de los principales factores protectores ante las adicciones. No es casual que adicción significa ‘sin dicción’, es decir lo no dicho, lo no comunicado… tiene que ver con la incapacidad de expresar lo que nos sucede, lo que sentimos al respecto. ¿Qué función cumple la intolerancia a la frustración en las adicciones? Todos queremos lograr satisfacción inmediata pero,en el caso de las adicciones particularmente no hay tolerancia teniendo dificultades para afrontar y tolerar las propias frustración. Este deseo de satisfacción inmediata está más presente en la adolescencia, donde todo se quiere ‘ya’. La cuestión es que si en la educación de ese adolescente hubo una puesta de límites, que necesariamente generaron frustraciones, ese chico desarrolló los mecanismos y defensas para tolerar la frustración. Los adolescentes que no tuvieron límites, no conocer el ‘no’, tampoco tuvieron oportunidad de aprender a frustrarse y saber postergar la satisfacción de sus deseos. El ‘no’ de los padres es salud para sus hijos.





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