La defensa de Martín Fernando Monzón, el hombre acusado de matar y descuartizar a su pareja, Horacelia Génesis Marasca, el 16 de agosto pasado en un departamento de la chacra 150 de Posadas, afirmó que se trató de un homicidio en exceso de la legítima defensa, según los argumentos expuestos para pedir la recusación del juez de Instrucción 6, Ricardo Walter Balor.Monzón, sobre el que pesa un auto de prisión preventiva por el delito de “homicidio agravado” por la situación de convivencia y por haberse cometido contra una mujer, mediando violencia de género (femicidio), es representado por el defensor oficial de Instrucción 4, Miguel Ángel Varela.La estrategia defensiva plantea que fue Horacelia quién atacó con un cuchillo a Monzón, basándose en la declaración que éste efectuó en sede judicial.En el pedido de apartamiento que efectuó contra el juez natural de la causa, Varela indicó que el “señor Martín Fernando Monzón ha declarado que fue atacado con un cuchillo por su pareja Horacelia Génesis Marasca y que, en el forcejeo que se produjo al buscar salvar su vida, ésta última resultó lesionada mortalmente”.Y continuó diciendo que en ningún momento el imputado “ha dicho que el cuchillo ingresó una sola vez en el cuerpo de Horacelia…, pues ha señalado que todo pasó tan rápido que sólo recordaba que el cuchillo quedó en la zona del pecho de ella”.En su exposición, la defensa planteó que la víctima de violencia de género era Monzón, quien incluso, en la visión del defensor, debía soportar que su pareja le fuera infiel. A tal efecto citó la carátula del expediente de la denuncia que su defendido realizó contra la mujer, en el Juzgado de Familia Nº 2 de Posadas. Pero todo esto pareciera entrar en crisis ante el siguiente interrogante: si se sentía tan violentado, maltratado o humillado, ¿por qué no se fue; por qué no abandonó a Horacelia antes de llegar a una situación tan funesta? ¿O quizás el desenlace final fue el que siempre buscó?Interrogantes que deberá resolver la Justicia.La coartada de Varela tiene flancos vulnerables que podrían hacerla sucumbir.Horacelia presentaba tres puñaladas. Según el resultado de la autopsia, una de ellas rozó la médula por la fiereza y profundidad de la estocada.¿Es posible que una lesión de esas características se produzca en medio de un forcejeo, casi como consecuencia de una acción desafortunada?Un detalle que, aparentemente, el juez Balor tuvo en cuenta para resolver la prisión preventiva de Monzón, fue que la víctima sufrió un golpe en el rostro que le hizo perder piezas dentarias.De acuerdo con el escrito de apartamiento, el mismo imputado declaró que ese golpe ocurrió postmortem.Esa imagen, la de un hombre quizás completamente fuera de sí, bajándole los dientes a un cuerpo inerte, no se condice con la de una persona que sólo intenta defenderse para salvar la vida. Más bien, podría decirse, representa la de un hombre irascible, lleno de odio y furia.Es cierto que el descuartizamiento, en lo jurídico, no hace al objeto de análisis e imputación en este caso, pero sí constituye un indicio irrefutable de que Monzón habría intentado, a todas luces, eludir el accionar de la Justicia para alcanzar impunidad.Esta circunstancia, aunada a aquella del golpe con pérdida de piezas dentarias, desalienta la teoría que intenta esgrimir la defensa.El andamiaje de ésta hipótesis se sostiene sobre la versión, brindada por el acusado y dada por cierta por la defensa, de que Horacelia atacó primero a Monzón con un cuchillo de mango blanco. Claro que no hay testigos de la escena y la víctima no puede defenderse. El defensor Miguel Ángel Varela negó haber dicho que su cliente confesó el homicidio. Nobleza obliga; es cierto, pero se deduce y queda claro que el homicidio ocurrió. Y que el responsable fue Monzón. La Justicia deberá determinar si se trató de un homicidio agravado o de un exceso en la legítima defensa, como sostiene el defensor oficial.Monzón no dijo “yo la maté”, sino “…que en el forcejeo que se produjo al buscar salvar su vida, esta última (NdR: por Horacelia) resultó lesionada mortalmente”.Una de dos: o Monzón la mató o se suicidó. Y raramente alguien se suicide de tres puñaladas profundas, una de las cuales le rozó la médula.Hay aspectos de la estrategia defensiva que asoman verosímiles: los antecedentes de violencia en la pareja y el hecho de que Horacelia mantenía un affaire (en este sentido en el expediente consta el testimonio del amante), pero de ninguna manera justifican o atenúan la responsabilidad que le cabe al responsable.En cuanto al planteo de recusación, Varela dejó en claro que, en caso de una resolución desfavorable en la Cámara de Apelaciones de la provincia, recurrirá en casación al Superior Tribunal de Justicia de Misiones (STJ) y de ser necesario, hasta la Corte Suprema de Justicia de la Nación.Los fundamentos son “prejuzgamiento violatorio de la garantía de Tribunal y juez imparcial y afectación al Derecho de defensa; al debido proceso legal, a la igualdad entre las partes y al estado de inocencia”.La Cámara de Apelaciones en lo Penal y Correccional de la provincia deberá definir si Balor continúa, o no, al frente de la investigación. Un episodio escalofrianteEl resultado de la autopsia determinó, pese a que el cuerpo fue seccionado por el asesino, que Horacelia recibió tres puñaladas profundas.Una de ellas ingresó casi hasta la médula.Con el devenir del tiempo, se conocieron más detalles del escalofriante episodio.Uno de ellos es que la víctima sufrió un golpe en el rostro que le voló piezas dentarias.La investigación pareciera centrarse ahora en establecer las circunstancias que rodearon la muerte de Horacelia antes, durante y después.Los antecedentes son clave porque de ellos depende si llega a configurarse, definitivamente, la teoría de violencia de género contra la víctima.El durante es trascendental para saber cómo ocurrió el hecho. La defensa afirma que Horacelia atacó primero y que su muerte ocurrió en medio de un forcejeo, aunque la autopsia pareciera contradecir esa hipótesis.Y el después es igualmente significativo porque refleja la imagen de un hombre que sabía perfectamente lo que hacía; que actuó con una frialdad pasmosa con el objetivo de lograr impunidad. De hecho, él no se entregó; sino que lo descubrieron.





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