LA HABANA, Cuba (AFP-NA). Enfrentada por décadas a Fidel Castro, la Iglesia Católica de Cuba se erigió en interlocutor privilegiado de su hermano y heredero en el poder Raúl Castro, tras un lento proceso de acercamiento que selló la visita de Juan Pablo II hace 17 años.Luego de la revolución en 1959 “se produce un proceso de tensión muy intenso que duró tres años”, en el cual Fidel impuso el ateísmo y expulsó a unos 130 sacerdotes, dijo el sociólogo cubano Aurelio Alonso, autor de libros y artículos sobre las relaciones Iglesia-Estado.La expulsión “fue la decisión más radical, violenta de la revolución hacia la Iglesia”, pues “ni siquiera todos los sacerdotes eran españoles ni franquistas” como se dijo entonces, apunta Alonso.Fidel respondió también con el confinamiento de religiosos en unidades militares de trabajo (entre ellos el joven sacerdote Jaime Ortega, actual cardenal) y la nacionalización de las escuelas privadas, incluidas las católicas, recuerda el experto.Pero pasado más de medio siglo, la visita del papa Francisco a Cuba a partir de este fin de semana se desarrollará en un ambiente muy diferente al de 1960, cuando comenzó el enfrentamiento entre Washington y La Habana y el clero conservador cerró filas con la oposición.Después de una primera época de gran tensión vino un período de “silencio”, hasta que en 1969 los obispos emitieron dos cartas pastorales conciliadoras: una contra el embargo estadounidense y otra en favor de relaciones entre creyentes y no creyentes.Pero “Cuba estaba ya metida en una proyección muy ateísta, muy ligada al comunismo soviético”, que se intensificaría con la adhesión al bloque económico socialista, por lo que las pastorales no fueron tenidas en cuenta, indica Alonso.En 1970 Fidel eliminó el feriado de Navidad y el primer Congreso del Partido Comunista (único), en 1975, cerró todo posible acercamiento con la Iglesia.La década de 1970 transcurrió bajo esa proyección del gobierno cubano, que le impidió ver los cambios que vivía la Iglesia en América Latina con las reformas del Concilio Vaticano II (1962-1965).Sin embargo, en los años 1980 “hay un proceso de avance y aproximación”, según Alonso, con la publicación del libro “Fidel y la Religión” del dominico brasileño Frei Betto, propulsor de la Teología de la Liberación, mientras La Habana y Moscú empezaban a distanciarse tras el ascenso del líder reformista soviético Mijail Gorbachov (1985).Alonso dice que la Iglesia cubana también buscó aplicar en esos años los acuerdos la III Conferencia del Consejo Episcopal Latinoamericano de 1979 en Puebla, México, que aprobó una “opción preferencial por los pobres”.En 1986 hubo un Encuentro Nacional Eclesial, en el que la Iglesia adoptó una posición más pragmática y realista ante el gobierno, aunque siguió enclaustrada en los templos, agrega.El fin de las tensiones llegó con la visita del papa Juan Pablo II, en 1998.“La visita iba a producirse a inicios de los 90”, pues Cuba le extendió la invitación en 1989, pero con “el derrumbe socialista (en Europa Oriental) se produce un retraimiento, un repliegue”, toda vez que “el Vaticano esperaba un cambio de sintonía”, señala el experto.En medio de la crisis económica desatada tras el fin de la asistencia soviética, el Estado cubano dejó de ser ateo en 1992 y en 1994 Juan Pablo II nombró cardenal al arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, un partidario del diálogo.En 1996, Fidel visitó el Vaticano y cuando recibió al papa polaco dos años después, restituyó el feriado de Navidad.En medio de críticas internacionales por derechos humanos, el cardenal Ortega y Raúl Castro iniciaron un inédito diálogo en 2010, que condujo a la liberación de 130 presos políticos y abrió más espacio a la Iglesia.Esto favoreció la visita de Benedicto XVI en 2012, ocasión en la que se entrevistó con Fidel y que Raúl aprovechó para restituir el feriado de Semana Santa.Ahora es usual que los obispos hablen por la televisión cubana, aunque el gobierno no ha acogido la petición de Benedicto XVI de autorizar la reapertura de las escuelas católicas.





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