Analía González es una joven que a los 23 años comenzó a presentar los síntomas del linfoma después de cuatro meses de recorrer consultorios médicos y de que la trataran por un asma crónico o una alergia nerviosa, un médico juntó todos los síntomas y llegó a la conclusión de que padecía linfoma.El linfoma es un cáncer del sistema linfático, entendido como la red de nódulos linfáticos, órganos (tales como el bazo, el timo y las amígdalas) y vasos que ayudan a formar el sistema inmunológico.Su diagnóstico suele ser difícil en sus comienzos, pues aunque en general el síntoma más común es la presencia de un bulto, que no suele ser doloroso, en cuello, axila o ingles (inflamación de los ganglios linfáticos), también se puede presentar fiebre, sudoración nocturna, pérdida de peso o cansancio, por lo que se pueden confundir fácilmente con enfermedades comunes como gripe o mononucleosis. “Hoy vivo la vida paso a paso y saboreando cada una de las cosas que hago”, contó Analía. Según recordó la joven, a los 23 años llevaba una vida activa y deportiva. “Comencé a sentirme muy cansada, a tener comezón en el cuerpo, pero sobre todo no me paraba la tos, los médicos me decían que era por el estrés o un alergia nerviosa y no pensaban en que podía ser un síntoma del linfoma, porque lo tomaban de manera aislada los síntomas. No sabían leer que en su conjunto eran todos los síntomas que daban como diagnóstico que tenía linfomas en el cuerpo y cuando tenés esa enfermedad los síntomas claros son cinco; cansancio, febrícula, pérdida de peso, sudores nocturnos, picazón persistente en todo el cuerpo, tos y falta de aire”, contó Analía González. Hay tipos diferentes de linfomas, pero comúnmente se les clasifica como enfermedad de Hodgkin (EH) o linfoma No Hodgkin (LNH), donde la diferencia entre ellos radica en el tipo de células que afectan, -con el LNH los tumores se desarrollan a partir de los linfocitos (un tipo de glóbulo blanco). “Hay muchas clases de linfomas, pero la mayoría tienen los mismos síntomas, depende los resultados de la biopsia es la clasificación del linfoma, al detectar los síntomas hay que ir al hematólogo, así se puede diagnosticar lo antes posible e iniciar un tratamiento que muchas veces son protocolos de quimioterapia, y si lo detectás a tiempo con un protocolo te podés sanar, otra alternativa cuando está más avanzada la enfermedad son los trasplantes de médulas para sanarte y por eso la importancia de que las personas donen las médulas”, expresó Analía. “Lo que no queremos escuchar”“Yo me hacía todos los años un chequeo general, porque vengo de antecedentes de diabetes en la familia y a los cuatro meses que me hicieron el último chequeo no me detectaron nada, estaba muy bien y cuando me empecé a rascar y a toser sin parar me hacen una placa de tórax y encuentran los ganglios inflamados. Empecé con el tratamiento de quimioterapia, durante todo este tiempo busqué explicaciones, le pregunté al médico si era hereditario y me dijo que no, entre los pacientes que sufrimos esta enfermedad sacamos como conclusión que la enfermedad se puede dar después de haber pasado por algún estrés pos-traumático o la perdida de algún familiar o algo fuerte que nos pasó en la vida y generalmente después de esa situación se detectan los linfomas”, explicó González. Investigación y observación “A mí me descubrió lo que tenía el médico que siempre atendió a toda la familia, fue él quien me detectó, porque se tomó el trabajo de unir todos los síntomas y me dijo – yo no te voy a medicar, yo te voy a internar y te voy a estudiar a ver ¿qué es lo que tenés?- y los otros médicos me trataban por asma, el linfoma que yo tengo es refractario, porque iba mutando cada vez que hacían las quimios, por eso tuve recaídas. En Buenos Aires me dieron el primer protocolo de quimioterapia y seguí el tratamiento en Posadas, primero en el sanatorio IOT y después en el Hospital Madariaga, porque te ofrece un equipo médico que controla paso a paso, que es lo que necesitamos, porque los pacientes oncológicos pasamos por la quimioterapia y nos baja la defensa.Además, el hospital cuenta con un sistema informático muy bueno donde el equipo médico puede ver tu historia clínica o el último estudio que te hicieron en cualquier parte y si te hacés una tomografía está en unos segundos dentro de tu historia clínica y es por esa cuestión que nos derivan a todos al hospital”, explicó la joven mujer. La esperanza “va y viene”“En el 2013 me hicieron el auto trasplante de médula, porque ya eran muchas quimios. A los ocho meses de la cirugía mi cuerpo sufrió una recaída, mi propia médula no funcionó, esto no es en todos los casos, la mayoría de los autotrasplantes funcionan, en mi caso porque el linfoma era crónico y refractario no tuve éxito. Después de esto es como que la esperanza se me fue y encima un día el médico me dice – con vos ya no hay más nada que hacer- entonces pensé para mis adentros este se levantó cruzado y no le hice caso seguí adelante con las quimios y ni pensaba en la enfermedad. Después en Buenos Aires el médico me dijo – vamos a seguir con las quimios suaves mientas la ciencia avanza y surja un nuevo tratamiento para esta enfermedad- y fue así esperamos dos años y apareció una nueva esperanza”, relató Analía. Diferentes tratamientos Cada linfoma tiene un tratamiento diferente, pero los tratamientos convencionales ahora incluyen diversos regímenes de quimioterapia, radioterapia, e inmunoterapia, o combinaciones de dichos tratamientos, dependiendo del paciente y su contexto.Analía González pasó por diferentes tratamientos para luchar con la enfermedad primero las quimioterapia, el autotrasplante y el último fue el trasplante Haplotico que consiste en una compatibilidad parcial de 50% con otra persona. “Con quimios suaves me ingresaron a la lista del Incucai buscando un donante de médula osea compatible, pero como mi genética es muy rara se manejó la pauta de realizar un trasplante Haplotico y en mi caso se podía hacer porque con una de mis hermanas la compatibilidad era del 50% y eso era suficiente para realizar un trasplante, ya que con las quimios no me iba curar y era casi imposible encontrar en el mundo una persona que tenga 100% de compatibilidad. Entonces se hizo el estudio toda mi familia y la que tenía mayor compatibilidad era mi hermana mayor y los hicimos hace 9 meses y hoy estoy en remisión tomando media pastilla de corticoide. Yo era muy activa, no paraba, después que empecé con las quimioterapia mi vida paró y empecé a cuidarme más. Soy policía y tuve que d
ejar, por dos años tuve licencia prolongada, después del trasplante sigo con mi vida normal y ahora recién estoy retomando mi actividad después del trasplante”, contó la mujer.LuchadoraActualmente Analía tiene 31 años, viene peleándole a la enfermedad hoy con la esperanza de curarse definitivamente y su principal motivación en la vida es dar a conocer y difundir la enfermedad, diagnóstico y tratamiento. “Mis amigos me preguntan por qué estoy trabajando con esto de dar a conocer y concientizar sobre la enfermedad, me dicen ¿No tuviste suficiente con toda la enfermedad?. Y yo les digo que trato de devolverle a la vida un poco de lo que ella me dio, la oportunidad de seguir viviendo, hoy en día ya no me preocupo por las cosas, voy muy mucho más lento, voy disfrutando paso a paso cada cosa que hago, como quien dice paso a paso y saboreando cada una de las cosas, por eso me sumé a trabajar con la asociación de linfomas argentinas que esta en todo el país”, finalizó González.





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