El violento robo al banco de El Soberbio, hace siete meses, cambió para siempre la vida en el pueblo fronterizo. En las calles, cada vecino tiene una historia para contar de aquel día. Los relatos entremezclan disparos, corridas, gritos y desesperación. Fue un combo traumático para todos.Mauro Fava (32) también tiene su historia sobre aquella mañana del lunes 2 de febrero. Recuerda como si fuera ayer el estampido de los tiros e incluso las imágenes de aquellos delincuentes uniformados y armados hasta los dientes. Fue testigo privilegiado de los hechos: el hotel que administra está a escasos 200 metros de la sucursal bancaria, del otro lado de la plaza. Sin embargo, en realidad, para él las perspectivas fueron otras. Hace casi dos años desconocidos sorprendieron a Nélida Kelm (55), su madre, e incomprensiblemente la mataron a golpes en medio de un violento asalto, perpetrado en el mismo lugar donde ahora atiende a PRIMERA EDICIÓN.“Pasó el tiempo pero no olvidamos ni bajamos los brazos, queremos que se haga justicia por mi mamá, saber quiénes fueron y que paguen ante las autoridades por lo que hicieron”, exige Mauro con total razón. Y agrega su punto de vista: “lo que sucedió con mi mamá fue un anticipo de lo que pasó después en el banco”.El crimen que conmovió a El Soberbio tuvo lugar en la madrugada del martes 8 de octubre de 2013. El cuerpo de Nélida fue encontrado alrededor de las 2.30 en el pasillo del hotel emplazado sobre avenida Rivadavia. Las pericias establecieron que la mujer había recibido tres golpes mortales en la cabeza, presumiblemente con una barra de hierro.Como Kelm fue hallada con el juego de llaves de una de las habitaciones en sus manos, enseguida la principal teoría fue la de un crimen perpetrado por delincuentes que se hicieron pasar por clientes del hospedaje. Y más: como la mujer nunca atendía después de las 22, se sospechó que hasta podrían ser conocidos de la zona.Mauro prefiere no recordar mucho sobre aquella madrugada en la que recibió la peor de las noticias. Y es entendible. En una rápida recorrida, le muestra a este diario el pasillo donde se topó con el cuerpo de su madre. “Costó mucho recuperarnos”, se confiesa. Es un hombre fuerte y no deja lugar para las lágrimas, pero su voz y su mirada desnudan el peso que aún carga sobre sus espaldas junto a su familia.“No hay nada, no hay nadie”, responde Fava cuando se le pregunta por la causa. Durante las primeras horas la investigación arrojó la detención de una pareja -ella de 20 años, el de 39- oriunda de Posadas y con presuntos antecedentes policiales. Sin embargo, la pista se diluyó y con el transcurrir de la pesquisa ambos fueron liberados.No obstante, Mauro reconoce que los investigadores que trabajaron en el caso se movieron. “Los chicos de la brigada de San?Vicente hicieron un esfuerzo enorme, terrible, hasta varias semanas después venían ante cualquier sospecha que nosotros teníamos acá”, les reconoce a los policías, porque recuerda que durante los primeros tiempos “alguien se sentaba acá enfrente en la plaza y nosotros ya desconfiábamos”.Sin embargo, por una u otra razón, el caso no volvió a tener novedades y el tiempo terminó por taparlo con otros episodios.?Uno de ellos fue el robo al banco, ese del que Fava asegura que fue el corolario de lo que sucedió con su madre.Más allá del dolor, Fava y su familia debieron continuar adelante. Y no hubo mejor manera para hacerlo que continuar con el hotel, un negocio familiar de casi medio siglo que comenzó su abuela y que hoy se mantiene vigente.“No fue fácil, pero tomamos la decisión. Traje a mi familia a vivir al hotel, en una piecita con cocina que nos armamos”, cuenta el entrevistado, quien luego de esa recorrida del pasado invita a sumergirse en el futuro y muestra las obras de ampliación que emprendió hace algunos meses y que marchan con fuerza.“Realmente debo agradecer a clientes y viajeros antiguos que nunca nos dejaron de lado y nos apoyaron en los momentos más difíciles. Ellos nos dieron fuerzas y no nos permitieron bajar los brazos”, apunta Mauro, convencido además de que el crecimiento de su hija fue vital para evitar el derrumbe. “Ellos, la gente que me quiere, siempre me dijo que siguiera adelante más allá de lo de mi vieja, porque tenía mi hija”, asegura.Mientras piensa en lo que se viene, Fava no olvida y mantiene en lo alto el pedido de Justicia. Y pide la reflexión de todos. “No le tengo miedo a todo lo que pasó, pero sí le tengo miedo a que la gente piense que todo esto es solamente una sensación”, finaliza antes de seguir otro día al frente del negocio familiar.





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