Gustavo Ramón Méndez fue hallado culpable de abuso sexual agravado. El 5 de mayo de 2016 en un bar porteño, donde se desempeñaba como cocinero, violó a una joven camarera.
Para los jueces integrantes de Tribunal Oral en lo Criminal 29 de Capital Federal, el misionero Gustavo Ramón Méndez y su compañero de trabajo Gabriel Alejandro Araujo, abusaron sexualmente de una camarera en un bar porteño en el que trabajaban como cocineros, durante la madrugada del jueves 5 de mayo de 2016.
Tanto Méndez de 28 años y nacido en San Ignacio, como el bonaerense Araujo de 29, fueron condenados el viernes 27 de abril a siete y cuatro años de prisión respectivamente.
Fueron hallados culpables por los camaristas Gustavo Goerner, presidente del tribunal y los vocales María Cristina Deluca Giacobini y Juan Ramos Padilla, del delito de abuso sexual agravado por haber mediado acceso carnal y por ser cometido por dos o más personas (artículos 45 y 119 del Código Penal).
En el caso del misionero fue atrapado un año después de ser cometido el delito, denunciado y echado del bar Taco Box, ubicado en calle Ayacucho 1176 de Capital Federal, donde el día mencionado junto a Araujo aprovecharon que la víctima de 21 años se encontraba inconsciente por la ingesta de bebidas alcohólicas y no pudo oponer ningún tipo de resistencia.
Concretamente, Méndez le practicó sexo oral y la accedió carnalmente vía vaginal y anal y Araujo intentó hacer lo mismo, remarcaron en sus fundamentos los tres magistrados.
Fiesta y abuso
De acuerdo al fallo al que tuvo acceso PRIMERA EDICIÓN, durante la madrugada del 5 de mayo de 2016, luego del cierre del local se llevó a cabo un festejo para los empleados del lugar con comida y alcohol, en el cual participaron los imputados y la damnificada quien también trabajaba en el comercio, pero sirviendo a las mesas.
Fue así como, a las 5.27, el misionero Gustavo Méndez se dirigió a la terraza con Becker tomada de la cintura por su dificultad para caminar, visiblemente mareada, con poca estabilidad y equilibrio, dejándola recostada en los sillones próximos a la persiana metálica del lugar.
Minutos después, Méndez regresó y acostó a Becker en el suelo, quien ya se hallaba totalmente inconsciente, le quitó la ropa y abusó de ella iluminándose con la luz de un teléfono celular.
A las 5.48, mientras Méndez continuaba abusando de Becker, ingresó a la terraza Gabriel Araujo y le hizo con ambas manos la señal de cambio, se bajó los pantalones e intentó penetrar a la joven mientras Méndez permanecía al lado manoseándose (
) Pero el accionar de Araujo se vio interrumpido cuatro minutos después, cuando el encargado del local los descubrió y ambos imputados debieron abandonar el lugar llevando a la víctima totalmente mareada.
Dos días como camarera
Durante el debate oral, la joven abusada relató que llevaba dos días como camarera en Taco Box y que el día que fue ultrajada había participado de la celebración pero afirmó que estaba tomando fernet tranquila y que de un momento a otro no recordó más nada y perdió el conocimiento hasta despertarse en la camilla en un hospital, sin celular ni ninguna otra pertenencia.
Explicó que lo primero a que atinó desde el centro de salud fue a volver al local y recuperar su bolso y billetera para poder pagar el taxi y luego retornar a su casa, donde volvió a dormir hasta las 10, cuando se fue a bañar porque se sentía sucia y vio que tenía moretones en las piernas y que le empezaron a arder sus partes íntimas. Ahí se dio cuenta que algo malo le había pasado.
Para ese momento, el dueño de Taco Box ya había echado a Méndez y Araujo porque los testigos y grabaciones de cámaras de seguridad confirmaron lo sucedido.
Como coartada, Méndez intentó defenderse en el juicio asegurando que había pegado onda con su compañera de trabajo y que la relación sexual fue consentida.
De poco le sirvió tampoco a Araujo declarar algo similar, no existió consentimiento para los jueces, y muchos menos para la víctima, por lo que el misionero fue condenado en calidad de autor penalmente responsable y el bonaerense en grado de tentativa del abuso sexual.
Entre las secuelas del daño infringido a la muchacha, los fundamentos del Tribunal fueron determinantes y resaltaron: Hasta el día de hoy tiene un trauma y es desconfiada de los hombres. No quiere saber nada de trabajar como camarera de noche y no sale prácticamente en esos horarios.
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