La joven paraguaya que cuidaba a la víctima declaró ante el juez. Los datos que aportó en su relato fueron coincidentes y aliviaron su situación, aunque continúa supeditada a la causa.
La ciudadana paraguaya sospechada e imputada de haber cumplido con algún grado de participación en el brutal asalto al anciano de 92 años que cuidaba el sábado pasado, cambió de parecer el miércoles y declaró en sede judicial y la coartada que brindó le fue suficiente para ser excarcelada por orden del juez de Instrucción 3, Fernando Luis Verón.
La decisión de liberar a la joven de 22 años, no la excluye del expediente en el que seguirá supeditada en relación al atraco registrado en la vivienda de la esquina de calle Córdoba y Jujuy, donde los delincuentes escaparon con 200 mil pesos en efectivo tras golpear y atar a José Alé en plena siesta.
El relato de la encarnacena ante el magistrado coincidió esta vez con los detalles que barajan los investigadores. La mujer fue sorprendida por los asaltantes que forzaron la cerradura del inmueble de tres plantas, y se dirigieron al primer piso donde redujeron a trompadas a la encargada de los cuidados del abuelo y la maniataron con cinta de embalaje amarilla.
De inmediato fueron por Alé quien estaba frente a al televisor. Lo sorprendieron con golpes y lo redujeron aplicando mucha fuerza y crueldad, le metieron los dedos en la boca, le propinaron puñetazos en el rostro y lo ataron con la misma cinta a un sillón del living.
Inmovilizado y aterrado, los maleantes aprovecharon y fueron hasta el placard de su cuarto y hallaron rápidamente el sitio donde el expropietario de la farmacia San Cayetano, que funcionaba en el local de abajo, guardaba el monto señalado que tenía como supuesto destino la concreción de una transacción inmobiliaria.
Esta situación fue detallada por la cuidadora ante la Justicia. Dijo que los delincuentes la forzaron a meterse debajo de un mueble en la misma pieza mientras buscaban el dinero y que, una vez que lo hallaron, no se olvidaron de quitarle su billetera con 30 pesos y documentos, además de un teléfono móvil.
El paso siguiente fue asegurarse tiempo y distancia para escapar. Para ello cortaron el cable de la línea telefónica fija y desconectaron el módem de Internet.
Cuando la joven salió del cuarto de Alé mantenía las manos atadas por lo que no pudo asistir al anciano que en su intento por evitar el robo cayó al piso con el sillón a cuestas.
La cuidadora salió a la calle y comenzó a pedir ayuda a gritos para liberarse, para conseguir un celular y llamar al servicio de vigilancia 911 de la Policía provincial y para solicitar una ambulancia para atender al anciano.
La labor de los primeros uniformados que llegaron al lugar fue la de despegarle las múltiples vueltas de cinta de embalaje a Alé y lograr que se tranquilizara mientras se dirigían hacia allí los enfermeros de la Red de Traslado.
Los investigadores intentan establecer si los asaltantes contaban con la información de qué Alé guardaba dinero en su hogar y lo iba a utilizarlo para comprar un terreno.
Discussion about this post