El remisero Edelmiro Tamis fue asesinado en enero de 2012 en San Vicente y, desde entonces, no hay detenidos. “Tengo la esperanza de que aparezca un testigo y se anime a contar todo lo que pasó”, dijo su hijo Horacio a PRIMERA?EDICIÓN.
Seis años después resurge la misma pregunta entre los vecinos de San Vicente: ¿Quién mató al remisero Edelmiro Tamis?.
La causa continúa abierta y nada se logró establecer. No hay un móvil, un sospechoso y tampoco se encontró el arma homicida. Nada está claro y el asesinato permanece dentro de un listado nefasto de crímenes sin resolver, inmerso en el misterio.
Desde ese viernes 6 de enero del 2012, Horacio (36), uno de los hijos de Edelmiro, tiene un único pedido: Que la causa no prescriba, que no la dejen archivada. Le pedimos a la Justicia que el crimen de mi padre se resuelva porque todavía creo en las autoridades.
En una entrevista exclusiva con PRIMERA EDICIÓN, Horacio reconstruyó las últimas horas de vida de su padre y recordó los momentos de angustia de la familia durante la búsqueda del remisero.
Fue en vísperas del día de Reyes Magos cuando Horacio lo vio por última vez. Fue por la tarde, lo crucé cerca del supermercado. Después, a la noche me avisaron que desapareció. Al día siguiente desperté angustiado, sabía que algo andaba mal.
Un cuerpo en la calle
El viernes 6 de enero del 2012, Horacio tenía el día libre y pensaba descansar durante la mañana. Sin embargo, una mala corazonada lo despertó a las 7. Me levanté temprano porque sentí que algo andaba mal, recordó.
Horacio subió al auto y manejó hasta la estación de servicio. Los playeros me preguntaron ¿te enteraste? Encontraron un cuerpo. En ese momento sentí frío y les respondí que mi papá no aparecía desde anoche. El entrevistado contó que manejó hasta la escena del crimen y allí encontré a mi papá, tenía un disparo en el corazón.
El cuerpo sin vida de Edelmiro Tamis (67) fue encontrado a unos tres mil metros del acceso sur de San Vicente. Era buscado desde el viernes 5, cuando desapareció misteriosamente luego de acompañar a su pareja a un supermercado céntrico de San Vicente.
Después de buscarlo durante toda la noche, los efectivos de la Unidad Regional VIII chocaron con el horror a la altura del kilómetro 973 -ex 1.254- de la ruta nacional 14.
Allí estaba Tamis, rodeado de sangre y con un disparo en el pecho. Además, tenía un profundo corte en la parte superior de la cabeza que le provocó fractura de cráneo.
Era una zona oscura, estaba el auto de papá, un Peugeot modelo 93. El vehículo estuvo allí toda la noche pero nadie vio nada, tampoco escucharon nada, detalló Horacio. Y agregó la autopsia determinó que papá no sufrió, le dieron un disparo con un revólver calibre 22 en el pecho.
En medio de la consternación que invadía las calles de la localidad, la hipótesis de un violento robo se afirmaba para explicar lo inexplicable. De todas maneras, nadie se anima a descartar otras teorías para comprender el sangriento crimen.
Las últimas horas
La historia comenzó a tejerse alrededor de las 20 del viernes 5, cuando Tamis acompañó a su pareja a un supermercado céntrico de San Vicente, emplazado sobre la avenida Libertador. Yo lo vi a mi padre, lo vi de pasada porque estaba con su concubina, relató Horacio.
Según las fuentes, en ese lugar la mujer se bajó para realizar compras. Antes de ingresar al local comercial, Tamis le dijo que iría a buscar algún cliente en la zona para realizar un nuevo viaje. Si cuando salís no estoy, andá derecho para casa y esperame allá, le habría manifestado el chofer.
Esa fue la última vez que la mujer lo vio con vida. Como le había dicho su marido, salió del supermercado con varias bolsas y se las arregló por su cuenta para llegar a la vivienda del exkilómetro 1.262 de la ruta nacional 14, pocos metros después de la rotonda norte de San Vicente.
En la vivienda, los minutos comenzaron a correr y Tamis no volvía. Yo recibí la llamada de mi hermana que me avisó que papá no aparecía. Le dije quedate tranquila porque seguro está viajando, o en el casino. Ya va aparecer. Pasadas unas horas decidimos hacer la denuncia.
De inmediato varios móviles de la Unidad Regional VIII montaron un operativo de búsqueda para dar con el remisero. Los uniformados buscaron en cada esquina del ejido urbano de San Vicente, pero Tamis seguía sin aparecer.
Recién en la mañana del viernes una patrulla encendió la alarma por radio. En la banquina oeste de la ruta nacional 14, los efectivos encontraron el Peugeot 504 color beige que manejaba el remisero. A pocos metros yacía un cuerpo, tirado boca abajo. Los uniformados se acercaron y lo confirmaron: a las 6.30 de la mañana, la búsqueda había terminado.
Hoy más que nunca revivo imágenes de la escena del crimen. Hay secuencias que vienen de repente y las recuerdo con mayores detalles, sentí mucha bronca y siento mucho dolor.
Disparo certero
El cuerpo de Tamis tenía una herida de arma de fuego en la parte izquierda del tórax -sin orificio de salida- y una enorme y profunda lesión cortante que le provocó la fractura de la calota craneana. Así lo confirmó después el médico policial que trabajó en el lugar junto a los peritos de Criminalística de la UR-VIII.
Papá se defendió. Recuerdo que él tenía en el auto un transformador porque iba a cambiar la luz de la casa y con eso lo golpearon en la cabeza, pero no lo noquearon. Entonces, salió del vehículo, se nota que quería defenderse y el que iba en el asiento de adelante le disparó, intentó explicar Horacio, luego de años en busca de respuestas.
A criterio del joven, Edelmiro fue atacado por dos o más personas: Uno se sentó al lado de mi papá, los otros atrás. Tenían un revólver calibre 22. Primero lo golpearon desde atrás y papá se defendió, bajó del auto y le dispararon.
Desde un principio para los investigadores el caso se trató de un homicidio en ocasión de robo. Los uniformados se basaron en esa línea porque no se encontraron elementos de valor en poder de la víctima, y en que el automóvil estaba totalmente revuelto, como quien busca algo más para llevarse.
Además, el calzado que vestía Tamis también desapareció, quizás como botín de los supuestos ladrones.
Una familia que busca Justicia
Después del crimen, la vida de la familia Tamis ya no es la misma. Mis dos hermanas se fueron de San Vicente y mi madre falleció al año de la muerte de mi padre. La vida nos dio golpes muy seguidos, manifestó Horacio.
El joven explicó que el dolor es latente y se mezcla con el miedo porque queda la inseguridad y el temor, saber que mataron a mi papá y nadie está en la cárcel pagando por lo que le hicieron. Sinceramente esperamos el día en que nos digan mirá, este es el tipo que mató a tu papá, ya está en la cárcel.
Para Horacio es una herida abierta que no cierra. Por eso se pregunta noche tras noche, día tras día ¿cómo nadie no vio nada? Tengo la esperanza de que aparezca un testigo y se anime a contar todo lo que pasó. Por eso no pierdo la esperanza, la Justicia nos deben una respuesta y sé que llegará. Tarde o temprano. Pero llegará.
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