En su declaración Julio Paz, además de declararse inocente, cargó sospechas sobre un vecino. Según el exprefecturiano, éste había hecho el llamado anónimo por un viejo conflicto entre ambos.Antes del acusado declararon Mirta Escobar y Rogelio De Miranda, vecinos de Paz en San Javier.Jornada previaEl martes en tanto, durante la cuarta jornada, la esposa del exprefecturiano Pablo Julio Paz (54), insistió con la inocencia de su pareja y brindó un relato pormenorizado de las actividades que mantuvo con el acusado y sus dos hijos el día del hecho. Luego expresó que su familia también tiene derecho “a reclamar Justicia porque también son víctimas” y exigió que “alguien le explique porqué su esposo está detenido si jamás salió de su casa en San Javier” en el horario en el que se perpetró el ataque a la familia Knack.Esa fue la novedad saliente en la cuarta jornada del debate oral y público por el cuádruple homicidio, donde también declaró uno de los hijos de Paz, quien aseguró ante los jueces que “todo es un circo” y que su padre es un “perejil”, según pudo atestiguar PRIMERA?EDICIÓN.Luego de escuchar esos relatos y tal vez decidido a dar su versión de los hechos, el exprefecturiano solicitó al Tribunal Penal 1 de Oberá su derecho a declarar. Sin embargo, dicho trámite se concretará recién durante la audiencia de hoy.Como contrapartida, el abogado querellante Javier Millán Barreda, quien representa a los familiares de las cuatro víctimas, solicitó que se deje abierta la posibilidad de investigar a los parientes de Paz por falso testimonio una vez que se conozca la sentencia.Antes de culminar la cuarta jornada de debate, la fiscalía pidió que se realicen pericias a los cinco teléfonos celulares que se les incautó a dos de los detenidos en la causa y mientras estaban alojados en distintas unidades penitenciarias, con el objetivo de verificar si no existe algún elemento que pudiera incorporarse al proceso judicial que se encuentra en desarrollo. Otros siete testigos completaron la audiencia realizada ayer en el Salón de Usos Múltiples de la UR-II. En detalleUna de las más extensas declaraciones que se escucharon ayer fue la de la docente Graciela Pereira (61), esposa de Pablo Julio Paz. La mujer se mostró segura en sus dichos y reconstruyó -desde su versión- minuto a minuto cómo fue aquel domingo 25 de mayo de 2014.“Ese día quedó grabado en mi memoria porque era una fiesta patria y nos preparamos para ir al acto en la escuela, que comenzó a las 8.30. Regresamos de esa celebración a las 10.30 y mi esposo junto a uno de mis hijos fueron al supermercado chino de San Javier a comprar mercaderías. Luego de charlar con uno de mis hijos, que estaba en Posadas, almorzamos. A las 14.30 vino mi vecina a preguntar si mi otro hijo, que viajaba a la capital provincial, podía llevar unos elementos para su hijo. Le dijimos que no había problema. Luego de llevarlo a la terminal regresamos a casa, alrededor de las 15, y mi esposo se acostó. Antes miró una película en la tele, entre las 17 y las 17.30. Fue entonces que mientras él dormía yo hice tareas domésticas. No lo quise despertar porque el clima estaba lluvioso y feo, ideal para que descanse. Luego comencé a preparar tortas fritas. Entre las 19 y 19.15 llamó mi suegra. Recuerdo que preguntó por su hijo y le contesté que aún estaba durmiendo. Apenas corté esa llamada fui a llamarlo para que se levante y comimos juntos las tortas fritas. Mientras tanto él le preguntó a mi otro hijo qué estaba haciendo en la computadora. Se trataba de un trabajo escolar”, relató la mujer. La testigo prosiguió con su narrativa y aseguró que Paz “posteriormente fue a llevar la comida para los perros a la casa de al lado, donde demoró entre 5 y 10 minutos. Eso fue alrededor de las 19.30. Ese domingo volvió a salir pero mucho más tarde, a las 22, para ir a cargar crédito en su celular. Él tenía dos chips, uno Claro y otro Personal”.Pereira también recordó que su marido recibió una llamada telefónica de Alegre momentos antes de ser detenido, ya el 27 de mayo. “Cuando lo vi en la comisaría y me dijeron que estaba como sospechoso de ese aberrante hecho no podía entender”, se lamentó.La docente reconoció que su pareja y el imputado Marcial Alegre eran conocidos y compartían asados o se reunían en forma frecuente. “Es que él -por Alegre- era un chapista conocido y además tenía nuestro vehículo en su taller”, recordó. En el caso del otro acusado, Godoy, la docente dijo que “no se conocían ni se frecuentaban”.Consultada por las partes ratificó en todo momento que su esposo “estuvo con ella y en su casa entre las 18 y las 20.30”, franja horaria en la que se inició y se perpetró uno de los hechos más atroces en la historia policial de Misiones.Precisó que la Policía realizó dos allanamientos en su vivienda y que solo presenció uno, cuando llevaron todas las alpargatas de la casa, incluidas las de sus hijos y las que estaban en desuso. También víctimasTras contar en detalle su versión de los hechos, Pereira dijo que su familia también se siente víctima del hecho y pidió que se haga justicia con ellos.“No falto a la verdad, mi marido no salió de la casa. Es inocente. Me solidarizo con la familia Knack y pido justicia para ellos también, en un escenario donde todo fue aberrante, tan grave como repudiable. Pero que se entienda que nosotros pasamos a ser víctimas también, porque él es inocente y esto afectó a nuestra familia. Quiero que alguien me explique cómo una persona puede estar presa diciendo la verdad. Los familiares de las víctimas tienen derecho a pedir justicia, y está bien, no hay perdón para los que hicieron esto. Pero yo también tengo derecho a pedir justicia, porque yo estuve con él en mi casa cuando todo sucedió. Pueden dar fe mi hijos. ¿Cómo puede ser?”, cerró la mujer, angustiada. “Esto es todo circo”Pablo Armando Paz (25), hijo del exprefecturiano y productor musical, también declaró ayer. El joven relató los pormenores de la llamada telefónica que mantuvo con su padre el día del hecho, entre las 14 y las 14.15, cuando le avisaron que su hermano llevaría unos elementos para el hijo de la vecina en Posadas. Luego indicó que volvió a comunicarse con sus padres entre las 20 y las 20.10 porque lo llamaron para saber si su hermano había llegado bien.Tras afirmar que jamás olvidaría detalles de ese día porque lo marcaron de por vida en razón de lo que le sucedió a su padre, el joven refirió con respecto al juicio que “esto es todo circo y mi padre es un perejil”. ContradiccionesAyer también fue el turno del comerciante Gustavo Javier Do Santos, oriundo de San Javier, quien no recordó ante el tribunal haber mencionado que los tres imputados acudieron juntos a su restaurante, ubicado en zona urbana de dicho municipio, por lo que su primera declaraci&oa
cute;n en la instrucción de la causa -luego de reconocer su firma- se introdujo por lectura. Si aclaró que “Marcial Alegre y Pablo Julio Paz solían concurrir a su local”, en tanto que a Juan Ramón Godoy (47) lo conocía “de vista” del pueblo. No obstante, no recordó haber dicho que los tres imputados se reunían a charlar en el comercio.En esa misma línea, el propietario de un kiosco de la misma localidad, Francisco Asunción (52), no aportó mucho a las partes al referir que una vecina suya, que alquilaba pero luego se mudó y que además no es de la zona, le dijo haber visto juntos a dos de los acusados (Alegre y Paz), pero en forma alternada y no juntos. Los tres fleterosDos encargados de conducir fletes para cargas de madera, en forma particular y oriundos de San Javier, señalaron que fueron contratados en una o dos ocasiones para llevar madera desde el aserradero de los Knack. Recordaron que fue Rubén Bueno quien los contactó, un militar que estuvo demorado en la investigación policial por el cuádruple homicidio, aunque luego recuperó la libertad por falta de mérito. Los testigos Mario Moreira (37) y Raúl Rogelio Soto (57) no recordaron haber visto al exprefecturiano en el lugar del hecho. Uno de los trabajadores indicó que si bien lo vio en otros lugares de San Javier, ahora en el contexto del juicio se enteró quien es el exprefecturiano. Otro de los que declaró y trabaja en el mismo rubro fue Raúl Oscar Soto (33), quien tampoco aportó mayores detalles al respecto. Los vecinos y el VW?BoraJorge Luis Ramírez (47), quien es pareja de una testigo que declaró recientemente, ratificó lo dicho por su concubina respecto a que ese domingo del hecho, antes del mediodía, observó un VW Bora de color gris oscuro ingresar a su propiedad, en el kilómetro 13 de Panambí, que le pareció extraño y que el conductor salió rápidamente del lugar. Además, como se hallaba a unos cien metros no pudo observar quiénes o cuántas personas viajaban en dicho vehículo.Luego dijo que el rodado golpeó contra una alcantarilla o rama y que ese “roce aparente con una madera” era compatible con las marcas que vio en el VW Bora que estaba incautado en la comisaría y que pertenece a Godoy, uno de los acusados por el hecho.Tras el desfile de testigos, los magistrados dieron cierre a la jornada y llamaron a un cuarto intermedio hasta hoy, miércoles, jornada durante la cual Julio Paz se declaró inocente.





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