Desconcierto, falta de información, mala atención y sobre todo desorganización, fueron los factores que reinaron este lunes en los horarios pico en el inicio del funcionamiento pleno de la estación de Transferencia de Quaranta en manos del Grupo Z, con la actividad escolar y laboral a pleno tras el fin de semana. Cabe recordar que el sábado 30 pasado fue la puesta en marcha a modo completo, tras cuatro años de espera. Como ya es habitual y sin límites de la autoridad competente en la materia, el monopolio del Sistema Integrado de Transporte puso en marcha un nuevo experimento con la gente, sin haber concretado previamente una fuerte y extensa campaña de información para que los pasajeros, al menos, tuvieran los datos que se necesitan para viajar anticipadamente. Y como siempre los usuarios que abonan uno de los boletos más caros del país, volvieron a ser víctimas, e incluso rehenes de un grupo empresario al que lo que menos le interesa es brindar un servicio eficiente, sino más bien recaudar. Para una gran porción de los pasajeros, el lunes se resumió en: llegar tarde al trabajo y a la escuela, disgustos por el trato y la falta de información en la misma transferencia y un cambio que costará tiempo adaptarse mediante la experiencia. Tal como sucedió con la tarjeta del Sistema Único de Boleto Electrónico (SUBE). Evidentemente, el todopoderoso Grupo Z solo sabe imponer.Una odisea ante la desinformaciónLa odisea comenzó muy temprano, cuando los padres de los niños como los trabajadores que utilizan el servicio de colectivos para llegar a la escuela o a los lugares de trabajo debieron salir a “tientas” a ver en qué horario pasaba por su barrio la línea (que ya no lleva la numeración que por años tuvo) y, si coincidían con el paso del colectivo, llegar a la transferencia para poder conocer qué colectivo se debía tomar para llegar al destino final.Los grupos de Whatsapp en los barrios se colmaron de mensajes para saber si alguno de los vecinos conocía de antemano el horario de los colectivos. Pero las respuestas fueron prácticamente similares: “no”. Como si algo faltara, a medida que los usuarios buscaron su colectivo, se encontraron con que venían repletos de gente en los horarios pico y las unidades ya no paraban previamente a la transferencia. Así, varios padres decidieron que sus hijos no vayan a la escuela. Otros adultos comenzaron a caminar para ver qué otra linea encontraban para llegar a la nueva estación. Manuel aseguró a PRIMERA EDICIÓN que “todo es desastre y confusión, no hay información, yo salí de Itaembé Guazú con mi hija, para llevarla a la escuela, a las 5.30, porque el 8 ya no existe como tal sino que es el 110 y pasa cada hora. Llegamos a la Transferencia de Quaranta y era todo confusión, nadie sabía qué colectivo tomar para al Centro. Entre pregunta y pregunta nos dijeron que el 05 y 07 podíamos abordar, lo que también generó desconcierto, porque muchos pensaban que el 07 era el antiguo 7 que no existe más tampoco”, relató. Marcela, una joven mamá, contó a este Diario que sus hijos salieron a tomar el colectivo en el barrio 100 Viviendas Giovinazzo a las 6.10, horario que supuestamente debía pasar “el alimentador” que los llevaría a la estación de transferencia. “Vino tan lleno que no paró. Esperamos el siguiente que pasa a las 6.50 pero también vino desbordado de gente y tampoco nos llevó. Mis hijos no fueron a la escuela hoy (por ayer)”, concluyó indignada. Zulma, del mismo barrio, explicó que debió llevar a sus hijos a esperar el colectivo por la avenida Jauretche, para que no perdieran el día de clases. Esto le implicó caminar por lo menos cinco cuadras en las primeras horas del día. Nadie sabe nadaLo más frustrante para el usuario del transporte integrado es la falta de información. En ningún momento previo a la implementación del sistema de transferencia, la empresa colocó carteles en las unidades indicando cómo sería el funcionamiento y especialmente los horarios que tendrían. Ahora, desde el sábado, los vecinos se encontraron con que tenían que llegar a la estación y una vez allí, aunque había promotoras ellas no sabían informar los horarios. Básicamente, de los por lo menos seis empleados de la empresa que estaban en la transferencia, se encontró solo uno que sabe de qué barrio le están hablando para poder informar correctamente qué colectivo abordar. Teniendo en cuenta este dato, una pasajera contó que el domingo, luego de una larga jornada de trabajo en una cadena de supermercados, llegó a la transferencia a las 14: “Pregunté qué colectivo me llevaba al Club de Educación y me indicaron que uno estaba por salir. Le pregunté al chofer dos veces si iba al Club de Educación, y me respondió que sí. Me subí y terminé en le barrio Aeroclub. Cuando le reclamé al chofer me dijo ‘me confundí’. Tuve que regresar a la transferencia y esperar el colectivo nuevamente”. Todo este transtorno mientras se desataba la terrible tormenta sobre la ciudad de Posadas. Pudo almorzar en su casa a las 15.30. Además, se suma a todo esto, la mala predisposición de los propios choferes. Esther contó a este Diario que subió a un colectivo y mientras esperaba para abonar el pasaje, el chofer dijo a viva voz “voy a empezar a cobrar por la información”. “Entonces yo le dije ‘es el trabajo de ustedes, si la empresa no informa ustedes tienen que hacerlo’”, dijo. La realidad es que, en muchos casos, ni los conductores saben o conocen el barrio por el que están conduciendo, y difícilmente pueden informar si no están al tanto. Y así, ayer se puso a prueba la nueva estación de transferencia de Quaranta, con usuarios perdidos, sin recibir información acertada, perdiendo tiempo valioso en descender y abordar el micro correcto y sin nadie que se interese en exigir un mejor servicio, “presos” de una empresa que -hasta ahora- nunca mostró respeto por el usuario.





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