El 20 de junio de 1979 los vecinos de esta comunidad vieron nacer a la agrupación Gaucha Fortín Sarandí (en homenaje al Sarandí Histórico). Fue un día glorioso para los hombres de campo. Los custodios de la tradición que daban ese paso fueron el doctor Jorge Wolcan y el correntino Ramón Asamé (72), quien nació en Santo Tomé (Corrientes) y adoptó la ciudad de Candelaria como propia desde 1970 cuando se afincó en la Antigua Capital de las Misiones por razones de trabajo, junto con su esposa Ester Buera. Don Asamé jamás conoció otra vida y en Candelaria siguió viviendo de lo que sabía hacer: las tareas de estancia, algo que hizo hasta que se jubiló. Pero de la actividad, asegura, no sale más porque en una pequeña chacrita que posee cría animales y pasa sus días haciendo lo que ama.“Toda mi vida fue esto. Campo, caballos y tropillas. No conozco otra vida”. El tradicionalista estuvo durante muchos años a cargo de la presidencia de la agrupación. Con tristeza cuenta que quienes ocuparon el cargo después de él no supieron llevar la institución que se fue apagando poco a poco hasta dejar la actividad.De todas maneras el hombre confía en que la vida de campo que su familia lleva en las venas seguirá con las próximas generaciones. De hecho, su primer nieto que ya es adulto participa y compite en las domas y actividades afines dentro y fuera de la provincia. Y, como promesa, uno de sus nietos más pequeños, con solo dos años ya demuestra un profundo amor por los caballos. Cada visita en la casa de los abuelos es una excusa para que lo saquen a pasear sobre el lomo de “Regalito”, un precioso alazán marrón que se llama así porque fue un regalo para el gaucho. Los iniciosA lo largo de la charla con PRIMERA EDICIÓN, a quien recibió en su casa en la zona céntrica de Candelaria, el hombre insiste varias veces con resaltar la figura del doctor Wolcan, de quien fue la idea de fundar la agrupación. “Él inició la tropilla. Me llamó a mí cuando tuvo la idea y yo me acoplé para empezar a juntar el gauchaje, que por suerte aquí hay mucha gente que tiene caballos y le gusta la tradición”, dijo satisfecho. “Antes había muchas fiestas gauchas en los pueblos de Misiones. A cada invitación que había nos uníamos para poder ir, pero con los años se fue apagando todo eso. Muy pocos quedan”, contó con un suspiro. “Los desfiles populares en Misiones se fueron perdiendo pero hasta los 90, las fiestas gauchas en Misiones tenían una gran fuerza”, prosiguió. Entre los mejores recuerdos que conserva está la travesía a San Antonio de Areco (Buenos Aires), uno de los viajes más largos que realizó con la agrupación, una verdadera travesía que puso a prueba el coraje y conocimiento gaucho del grupo. “Fue una fiesta que hicieron para los gauchos de todas las provincias, que asistimos con nuestros caballos y pilchas, para que vieran en el país como eran los gauchos de Norte a Sur”, sonrió. En sus orígenes, Fortín Sarandí, tenía un pequeño grupo de gauchos con sus caballos y pilchas. Se convirtieron en poco tiempo en una de las agrupaciones más importantes de Misiones, con sede propia y numerosos miembros. La continuidad Aunque el hombre admite que las costumbres han dado un giro importante hacia las tradiciones extranjeras, en su familia, conformada por él, su esposa, cinco hijos y más de nueve nietos y cuatro bisnietos de una manera u otra no dejan de seguir los pasos de Asamé. En parte porque, aunque está jubilado sigue criando sus caballos e inculcando pasión por el andar gauchesco. En esos pasos está Martín, un nieto a quien crió como uno de sus hijos, se luce con el tordillo en cada fiesta tradicionalista. “Pienso que él va a seguir en ese camino y después está mi nieto Benjamín que tiene dos años y le gusta mucho. Después vamos a ver qué pasa. La locura de él es mirar las vacas en el campo y montar a caballo”, contó feliz porque siente que entre los Asamé habrá herencia gaucha para rato.
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