Armada y Misiones, dos palabras que iluminan el rostro del Cabo Principal Fernando Ariel Cardozo cada vez que las pronuncia. El joven militar nació en la provincia de la tierra colorada, esa que todo lo tiñe y que él en particular recuerda de su época de niño en la ciudad de Posadas.Por ese entonces, mientras repartía su tiempo entre la Escuela Primaria N° 301 “Puerto Argentino” y los juegos con sus hermanos y amigos, no imaginaba que se convertiría en infante de Marina formando parte de la Armada de nuestro país, uno de sus mayores orgullos.Cardozo lleva 16 años en la Institución y en dos oportunidades colocó sobre su cabeza la boina azul de Naciones Unidas, la que identifica a los hombres y mujeres que trabajan por la paz del mundo. El 2009 lo encontró en Centroamérica, en la República de Haití, en la época en que el terremoto arrasó con todo.Este año, en cambio, el bregar por la paz lo llevó hasta tierras europeas. La mediterránea Isla de Chipre lo recibió a principios de este año y allí estuvo durante 180 días integrando la Fuerza de Tarea Argentina Chipre XLIX (FTA 49), compuesta por 256 efectivos de la Armada Argentina, el Ejército Argentino, la Fuerza Aérea Argentina y militares extranjeros de las Repúblicas de Chile y Paraguay.Hoy, de regreso en Argentina, reconoce esta experiencia como una de las más trascendentes de su carrera militar. “Previo al viaje y desde que me presenté en el Centro de Instrucción y Evaluación de la Infantería de Marina fui designado como jefe de equipo: tuve a cargo tres hombres: un cabo segundo y dos marineros que formaron parte de mi equipo de trabajo durante toda la misión. En ese rol, mi función radicó en controlar, verificar, reportar, como así patrullar las zonas asignadas”, detalló.Con respecto a la experiencia de interacción con integrantes de la otras Fuerzas que formaron junto a él la Fuerza de Tareas 49, Cardozo manifestó que “el infante de Marina se mueve de una manera y los integrantes de otras Fuerzas se mueven distinto; lo que hay que tratar siempre es de hacer una fuerza conjunta para poder cumplir con la misión propia que es el mantenimiento de la paz y del status quo en la zona”.La República Argentina aporta Cascos Azules a la Misión de Paz de la ONU desde 1993, organismo internacional que evita que se reanude la lucha territorial entre las comunidades grecochipriota y turcochipriota en la isla desde 1964.De Misiones a Buenos AiresFernando Cardozo se crió en Leandro N. Alem y luego se mudó junto a su familia a Posadas donde vivió hasta 1999. Allí todavía residen sus padres, Rita y Mario, y sus dos hermanos, Horacio y Luis, que son oficiales de Gendarmería.Hizo el preescolar y hasta 5° grado de la primaria en la Escuela Nº 301 “Puerto Argentino”, 6° y 7° en la Escuela N°106 y el secundario en el Instituto “Virgen de Itatí”.De los años que vivió en Misiones tiene los mejores recuerdos y, aunque haya pasado más de una década desde que emigró a otra provincia buscando nuevos horizontes, sigue extrañando las comidas típicas misioneras como el poroto, la mandioca y la sopa paraguaya. También recuerda la fauna y la flora autóctonas de su provincia y por eso, cada vez que puede la visita. “En Misiones decidí ingresar a la Armada, hablando con mis coterráneos que habían realizado el Servicio Militar en la Fuerza. En la Delegación Naval realicé la inscripción y una vez que quedé seleccionado, viajé a la Escuela de Suboficiales de la Armada”, contó el misionero que debido a sus aptitudes fue seleccionado allí para ser infante de Marina, especialidad que lo llevó a la Base de Infantería de Marina Baterías cerca de Punta Alta, donde entonces funcionaba la Escuela de Infantería de Marina.Hoy, gracias al avance de los medios de comunicación y de los ya populares grupos de WhatsApp, está muy cerca de sus amigos de la escuela. “Me siento orgulloso; la Armada es mi segunda casa”, concluyó.Trabajo en equipoDe las vivencias en Chipre, el misionero rescató la camaradería y la gran familia naval. “Uno siempre se tiene que apoyar en el compañero o la pareja de combate, que son quienes van a soportar los momentos tristes como los felices junto a uno. El trabajo en equipo es lo primordial en todo grupo o fuerza de tareas”.Además destacó el apoyo de su familia que desde el barrio Nueva Bahía Blanca de la ciudad de Punta Alta, al sur de la provincia de Buenos Aires, estuvo siempre presente más allá de la distancia física. Está casado con Pamela y tiene dos hijos: un varón de 12 años y una nena de 6. “El respaldo de mi familia es muy importante para poder cumplir con la misión”.Luego de 180 días en Chipre, regresó al país el contingente de militares argentinos que prestó servicios en la Misión de Mantenimiento de Paz en la Isla de Chipre (UNFICYP) bajo mandato de las Naciones Unidas (ONU). La Fuerza de Tarea Argentina Chipre XLIX (FTA 49) estuvo compuesta por 256 efectivos de la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea, además de militares de Paraguay y Chile.Fuente: Gaceta Marinera





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