Retomando el tema del acoso escolar o bullying que tratamos la semana pasada, les propongo replantearnos la idea de comunidad que estamos transmitiendo a nuestros niños, prestando especial atención a los disvalores que subyacen a este fenómeno.La gravedad y las consecuencias terribles que produce, a veces con hechos desgarradores como el suicidio, nos paralizan de tanto dolor, que hace que desatendamos al contexto que es el caldo de cultivo de estas prácticas que tanto sufrimiento acarrean. Estos hechos desgarradores son la consecuencia de un sistema que sostenemos los adultos, cuestiones y violencias naturalizadas que se mantienen en silencio y piden a gritos ser tratadas de otra forma, o, al menos cuestionadas.Basta con echar una mirada a nuestro alrededor para comprender que la violencia social y su progresiva estructuración conlleva a la pérdida de valores, de los vínculos y acaba con la comunicación y el respeto que nos debemos unos a otros.La paz ya no es la elección de un grupo de idealistas que vienen con esto de la resolución pacífica de conflictos, es una decisión que gran parte de la humanidad ha tomado y debemos continuar trabajando por ello. Ya no se trata sólo de mejorar la calidad de vida sino de seguir existiendo en este maravilloso universo Es hora de repensar los costos de manejarnos desde uno y otro paradigma, no contribuyamos con la polarización entre fuertes y débiles fortaleciendo la idea del sálvese quien pueda. Animémonos a replantear la idea de lo que es ser débil o fuerte, valoremos el esfuerzo del débil que se fortalece al trabajar sus miedos y sombras, que con disciplina lo logra, el que sigue intentando aunque tenga menos opciones, el que levanta la cabeza aunque este solo o excluido. Del paradigma ganar-perder, tenemos de sobra, guerras, violencia, exclusión. El ganar-ganar -paradigma colaborativo e inclusivo- no es una utopía, más tampoco resulta solo de las buenas intenciones, hay que trabajar por ello. Basta de manejarnos desde ideas tales como "el otro es el responsable de lo que me pasa".La escuela necesita de este cambio, se trata de un ámbito más que indicado para hacerlo, atento a la relevancia de esta etapa en la vida de cada persona, momento en que se adquieren los valores y principios que determinan el carácter y la personalidad futura. Las vivencias de estos años son vitales en el aprendizaje del ser humano en su camino hacia la adultez. Si queremos adultos que ante un conflicto se planteen como primera opción el diálogo y la comunicación en lugar de la confrontación a la que estamos habituados, debemos comenzar ahora para potenciar la oportunidad sanadora que tienen los conflictos y no convertir las relaciones humanas en espirales autodestructivas de las que nadie sabe cómo salir.Las habilidades propias de la educación para la paz, en general, y la mediación escolar en particular, permiten comprender el conflicto en su mismo origen y aprovecharlo como oportunidad de crecimiento. Plantearnos el cambio de estos mecanismos es una intención que por ser ambiciosa no deja de tener sus raíces en la realidad, ya hemos comenzado y con excelentes resultados, sólo es cuestión de animarse. ColaboraValeria [email protected] 3764510132





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