Lo que elijo para pintar son aquellas imágenes que, cuando las veo, algo en mi interior se moviliza. Ver un rostro de Jesús ensangrentado, me hizo pensar en el simple dolor humano. En la cantidad de personas que han sufrido situaciones aberrantes. No voy a poner en tela de juicio las creencias de cada uno, simplemente lo quise llevar al plano mortal y representar el dolor mismo.La imagen elegida es de un actor, de las fotos que se tomaron cuando filmó la película de Cristo. En particular, tomé un dibujo hecho por Ricardo Celma, en el que la mirada de Jesús es hacia arriba.Para enmarcar el Cristo le pedí ayuda a mi carpintero Alexandro. Él, con su genialidad, armó una cruz con dos trozos de maderas nativas, el vertical de Araucaria o Pino Paraná, y el horizontal de Grevillea o Cedro Sedoso. Pero la obra estaba incompleta. Faltaban los clavos. Debían ser antiguos, herrumbrados, cuadrados de cabeza cuadrada, y no los conseguía. Así que Sergio, un herrero artístico, me los fabricó. Y aquí es cuando algo pasó. Cuando llegó el momento de clavarlos sobre el bastidor, el hecho de lastimar la tela me detuvo por un instante. Inmediatamente otro pensamiento llegó a mi mente: “qué tontería” no querer dañar la tela… Si a Cristo le clavaron los clavos en la misma carne… después de todo, mi obra representa una mínima parte del dolor que sufrió.Es por eso que se llama “El dolor en su cuerpo, el Cielo en sus ojos”.Este cuadro estuvo en el Circuito de los Premios Arandú y, en el cierre que se hizo en la costanera en conjunto con el evento Código Arte, algo maravilloso sucedió. Muchas de las personas -al pasar frente a la obra- se persignaban. Objetivo logrado, el dolor conmovió.ColaboraClaudia Olefnik. Artista plástica. Responsable del Taller Monarcas. En Facebook. 0376-4720701





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