Investigadores, médicos, familiares de enfermos, bioquímicos y especialistas del Inta regional se reunieron el martes con el ministro de Salud provincial, Roque Mascarello, en una mesa convocada por el Ejecutivo salteño para avanzar en un proyecto que podría convertir a esa provincia en la primera productora de cannabis sativa para uso medicinal en el país."Tenemos una ley provincial, la hemos reglamentado y estamos avanzando con todas las instituciones que tienen algo que ver, como el círculo médico, las sociedades científicas, gente vinculada a la problemática, la idea es dar un paso más para ver si es factible el cultivo y el proceso posterior para la elaboración del aceite", adelanto Mascarello al diario La Gaceta.Según el funcionario, la decisión es parte de un proyecto que tiene como objetivo la implementación de un programa capaz de abastecer a pacientes con dolencias para las cuales se indiquen tratamientos con esta sustancia. "Más allá de la posición política que uno tenga sobre el tema, hay una cuestión objetiva: hay patologías en las que el aceite tiene efectos benéficos. Entonces negarlo porque sí es absurdo. Todo lo que podamos hacer, lo vamos a hacer siempre. Es la forma de entender y ayudar a la gente si tiene rigor científico y se trate de mejorarle la calidad de vida a la gente. Sería una necedad y un absurdo de mi parte negar esta posibilidad", aseguró.Optimismo y cautelaPocos meses después de la promulgación de la Ley Nacional 27.350 sobre Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados, Salta fue una de las primeras provincias en adherir a la nueva legislación, por lo cual ya se encuentra habilitada para producir.Sin embargo, las vaguedades del texto aprobado por el Congreso Nacional, sumadas a la falta de una reglamentación, obligan a que la implementación local comience casi desde cero y de modo experimental en todos sus aspectos. Sebastián Basalo, periodista especializado y director de THC, revista de difusión de la cultura canábica, explica que la principal debilidad de la nueva ley es no permitir el autocultivo, un factor clave para que los pacientes puedan obtener la cepa exacta para tratarse, así como el formato más adecuado para su aplicación."¿Quién le asegura a una madre de un niño con epilepsia que la cepa que cultive el Estado va a servirle a su hijo? Por capricho el gobierno no incorporó el autocultivo en la ley como sucede en Canadá hace más de 10 años", dice y agrega que el argumento esgrimido para eliminarlo del texto final fue una indicación de Patricia Bullrich que "los legisladores de Cambiemos acataron con la cabeza gacha"."Una ley de salud fue redactada por el Ministerio de Seguridad y el justificativo fue que el gobierno está librando una lucha cuerpo a cuerpo contra el narcotráfico y para el gobierno una madre que cultiva con fines medicinales está realizando un acto de narcotráfico. Un autocultivador es lo mismo que un narcotraficante para el Ministerio de Seguridad", define.El precio de las contradiccionesMientras no exista una reglamentación nacional que determine dónde, cuándo, cómo y qué se va a cultivar, además de especificar los formatos y cantidades en los que se administrará el cannabis a los pacientes que lo requieran, el Estado se compromete a importar y abastecer gratuitamente el aceite de Charlotte, un derivado que se administra en forma sublingual y que, por ahora es el único disponible en el país para pacientes con epilepsia refractaria.Resultado de las contradicciones de una ley que no permite el autocultivo, este mecanismo impone un precio alto a valor dólar y que termina siendo a cuenta del Estado. "Celebro que exista esta ley, es una conquista enorme de un sector que luchó solo y que instaló la temática, pero es una ley incompleta, una ley mala, que podría haber sido hecha mejor", dice Basalo. Fuente: La Gaceta de Salta





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