Menos de un mes después, PRIMERA EDICIÓN volvió a la casa de Cristina frente al barrio A-3-2. No es la misma desde aquella vez que mostró las hileras de ladrillos que quedaron a medio terminar. Esa charla estuvo cargada de esperanzas por la ayuda que le habían prometido. Sobre ese lugar al final del pasillo se desató un vendaval de unión y compromiso. Miles de pasos y brazos cumplieron la promesa. Al fondo, la construcción de la pieza para su marido. Adentro estaba lleno de corazones latiendo contentos, porque se había culminado la tarea. Minutos después llegó ella con su nena en brazos, venía del hospital. Al verlos las lágrimas de Cristina no paraban de salir de sus ojos claros. Tiempo atrás fueron por el dolor de la jugada cruel del destino, hoy son por la alegría de sentirse amparada. En medio de la reunión de amigos, para agradecerles, tomó la palabra pero entendió que con eso no alcanzaba. Su mirada directo al alma sobraba para comprender lo que no podía terminar de transmitir. “Le agradezco a Patricia, que en un primer momento se acercó y me dijo ‘podemos hacer esto por vos’. No se como le nació la iniciativa pero fue la que se acercó a mí y me dijo ‘la gente te va ayudar. Van a traer mercaderías pero nosotros tenemos otra idea. Somos un grupo de amigos que te va ayudar a seguir tu construcción’. Gracias al trabajo de ellos y su sacrificio, que venían todos los días con una bolsa de cemento, un poco de ladrillos, una puerta, una ventana, hoy esto me parece increíble. Sin mi marido nunca lo hubiera hecho. Todo lo que hay aquí, cada clavo, cada madera, es solidaridad de la gente, de vecinos, de personas que se enteraron por las redes sociales, que me llamaron y me ofrecieron ayuda. Ahora, gracias a ustedes vamos a poder traerlo a Daniel, porque ya tiene el visto bueno para la internación domiciliaria. Médicos y enfermeros vendrán todos los días a chequear su estado. Dos veces a la semana lo van a llevar al hospital a realizarle controles”, indicó. Sobre la cirugía de su beba explicó que sigue en tratamiento. Llegado el momento en el que gente de Barrios de Pie y Vialidad puedan terminar la otra pieza como se comprometieron, la niña será operada y podrá así atravesar el posoperatorio en un lugar adecuado. “Esta pieza en la que va estar mi marido era para ella, pero el accidente cambió todo”, se resignó. Sobre cuál será el tipo de intervención para la nena, dijo que los médicos le explicaron que le van a sacar una parte de la arteria de la pierna, para colocársela entre el corazón y el pulmón. “Agradezco a todos y cada uno de los que me ayudaron. No tengo palabras para agradecerles todo lo que hicieron por mí. Cada día me despierto y doy gracias a Dios por haberlos conocido y porque los puso en mi camino. Llegaron en un momento muy duro para mí”. Cronología de la esperanza<a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/249847/la-vida-no-le-da-tregua-su-esposo-esta-en-coma-y-no-puede-mantener-a.html">La vida de Cristina Kunz cambió en un segundo el 20 de mayo pasado. La rama que cayó sobre la cabeza de su marido Daniel frenó todos los planes. La pieza de material que apenas habían empezado a levantar atrás de su casa de madera era para su beba. </a>Su papá en estado de coma ya no iba poder sumar una fila más de ladrillos. Cristina estaba desesperada. La plata que conseguía Daniel de las changas y lo que ella ganaba con la venta de pan casero y bollos cesaron abruptamente. Ella iba y venía de su casa al hospital para atender a sus cinco hijos y acompañar a Daniel en su estado de gravedad. El caso llegó a oídos de Cecilia y una serie de contactos hizo que PRIMERA EDICIÓN se enterara del drama que había ocurrido. Una charla con Cristina disparó la publicación de la nota. Se desató una avalancha de muestras de solidaridad de cientos de anónimos que empezaron a llamarla a su celular para brindarle ayuda. La publicación del 29 de junio fue una de las más compartidas y comentadas de la web de PRIMERA EDICIÓN. Todos se ofrecían a hacer algo por ella. Y fue así que Patricia Álvarez se enteró del caso. El resto es historia solidaria, que ojalá quede en la memoria colectiva, para que actos de entrega y servicio al prójimo como este, se multipliquen por siempre.




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