María Isabel González vive en San Vicente. Asegura tener 103 años, pero no tiene DNI. Recién hace unos tres años sus nietos comenzaron a gestionarlo y ella espera impaciente poder recibirlo, para tener una identidad. Nació en Campo Novo, en el estado de Rio Grande do Sul (Brasil), un pequeño poblado cerca de la frontera de Misiones. Se siente Argentina y no quiso hacer su documento en Brasil para no perder la oportunidad de conseguir como única nacionalidad la nuestra. Tuvo nueve hijos y tiene casi cien descendientes entre nietos, bisnietos y tataranietos.Llena de vitalidad y de un muy buen humor, María Isabel González recibe en su casa del barrio Unidos a todos sus parientes, vecinos y conocidos que la van a visitar. Con los 103 años que ella asegura tener, consiguió formar una numerosa descendencia, que pasan las 100 personas entre hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.Cuenta que nació entre las hojas de yerba mate que habían cosechado un rato antes los peones de su padre. “Nunca me dijeron, o no presté atención, el año que nací. Siempre festejamos mi cumpleaños el 24 de junio, día de San Juan. Sé que tengo 103 años porque hace unos años vino un pariente mío del Brasil con un papel que indicaba mi edad. Me llevó para hacer mi documento, pero no me gustó y volví. Yo soy argentina, bien argentina y no quise ser brasileña”, remarcó.María cuenta que cuando tenía unos 20 años, no se acuerda bien la edad, se casó con José Correa y vino al país. “Me casé y vine a la Argentina. Cruzamos el río Uruguay y nos quedamos en Puerto Paraíso, en El Soberbio, y trabajamos con la cosecha de yerba silvestre en esa zona. Pero poco tiempo después fuimos a la zona de Dos de Mayo. Ahí fue cuando nacieron mis primeros siete hijos y lamentablemente murió mi marido con 32 años más o menos”.La muerte repentina de su esposo la llevó a sacar adelante a su familia y criar prácticamente sola a sus siete hijos. “Mi esposo trabajaba en el monte tumbando madera y yo lo ayudaba a cortar con la troceadora. Una siesta, después de almorzar, él se fue a trabajar y vino una lluvia, se descompuso y murió. Yo me tuve que arreglar para poder criar a mis hijos. Ahí comencé a trabajar como cocinera en distintos establecimientos madereros de la zona de Alicia y Londero. También fui ‘pasera’, traía caña y mercadería del Brasil para vender en la Argentina. Eso me ayudó a vivir y criar a mis hijos”.EsfuerzosCon mucho sacrificio y trabajo logro comprar una chacra en la zona de Londero. Se volvió a casar y tuvo dos hijos más. Unos años después se separó y dejó a su marido en la chacra y con sus hijos se mudó a San Vicente. Volvió a trabajar en lo que sabía hacer muy bien, que era la cocina en las empresas madereras, y siguió con el oficio de “pasera”.Hoy María González vive en una casa del barrio Unidos de San Vicente. Con ella viven dos de sus hijos José y Clara. Los otros lo visitan a diario. Siempre está rodeada de sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. Con su primer matrimonio tuvo siete hijos: cuatro mujeres y tres hombres. La mayor es Clara con 83 años, luego están Amelia, José, Juan, Carlos, Eugenia y Juanita, esta última fallecida. Con su segundo matrimonio tuvo dos hijos: Saturnino y Agustina. Quiere su DNIUno de los grandes problemas que afrontan los inmigrantes brasileños y paraguayos de la primera parte del siglo pasado es la falta de documento nacional de identidad. Si bien tuvieron la oportunidad de trabajar toda su vida en el país, no pudieron o no vieron la importancia de tener una identidad. Recién ahora cuando son grandes ven la necesidad de tener los beneficios como cualquier otro ciudadano.María Isabel González es una de esas personas que se pasó casi toda su vida en el país. Ella afirma que tenía unos 20 años cuando llegó a estas tierras. Pasó toda su vida trabajando y criando sus hijos. Recién hace tres años sus nietos comenzaron a gestionar su DNI argentino. La edad es muy difícil de probar, ya que no tiene a nadie que lo pueda comprobar. Sí declararon dos testigos que la conocieron hacía muchos años y que comprobaron su longevidad. La cantidad de años que el Estado argentino le va a dar seguro que no es la que ella dice. Pero ella espera con mucha ansia su primer Documento Nacional de Identidad.La mujer tuvo una oportunidad de hacer su documento brasileño. “Hace muchos años vino un familiar mío, creo que era un primo, y me mostró unos papeles que me demostraban mi edad. No me acuerdo bien cuánto hace de eso. Me llevó a Brasil para hacer mi documento allá, pero yo no quise y volví sin nada. Yo soy bien Argentina, crié mis hijos en este país. Todo lo que tuve lo hice acá. Me siento argentina y no brasileña. Ahora estoy esperando mi documento para poder hacer mi jubilación o pensión y tener los beneficios que tienen todos los argentinos, gracias a Dios”.Fotos: Gentileza Félix Luz





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