Una familia posadeña vivió la peor de las pesadillas luego de que un grupo de delincuentes los tomara de rehenes en su propia casa y obligara al padre a manejar hacia su estudio jurídico por más dinero.En una valiente y arriesgada maniobra, el hombre decidió chocar frente al Comando Radioeléctrico y puso en fuga a los ladrones, tanto a los dos que lo acompañaban en su auto como a un tercero, que había quedado en casa con su familia.El violento episodio ocurrió ayer (3 de junio) por la mañana en Posadas y los delincuentes huyeron desconcertados tras el accidente, a la carrera y con unos 9 mil pesos que sustrajeron de la vivienda de Quaranta y calle 127, donde todo comenzó.La Policía buscaba anoche a los tres malvivientes, aunque no se descarta que el grupo delictivo esté conformado por más ladrones, según revelaron fuentes cercanas a la investigación que lleva adelante el magistrado Marcelo Cardozo, al frente del Juzgado de Instrucción 1. Incluso, la principal hipótesis hablaría de que los maleantes serían de Córdoba.El miedo en casaLa pesadilla se inició alrededor de las 9.45 de ayer en la casa del abogado Julio Gottschalk (49), donde vive junto a su esposa, Irma Klier (48), y su hijo Federico (10).A esa hora, según relató la mujer a PRIMERA EDICIÓN, había salido al patio para desatar al perro y fue allí donde la interceptó uno de los delincuentes.“De repente vi que un tipo venía corriendo desde el quincho. Me tomó del cuello y me apoyó un arma en la cabeza”, relató Irma, quien sólo atinó a gritar el nombre de su hijo, casi en el mismo momento en que otro ladrón armado capturaba al niño.Una vez que controlaron la situación, los malhechores comenzaron a preguntar por el dueño de casa, quien no se encontraba en ese momento.“Me agarraron y me apuntaban. Decían que estaban adentro de la casa desde la madrugada. Pedían plata y querían que los lleve a la caja fuerte”, reveló la mujer, quien entonces guió a los ladrones hacia una de las habitaciones, de donde sustrajeron cerca de 1.500 dólares y 2.500 pesos.Sin embargo, ese botín no convenció a los oscuros personajes, que entonces amenazaron con quitarle la vida al pequeño. “Bueno, entonces hacele boleta a la criatura o llevala”, fustigó uno de los ladrones, dispuesto a todo por más dinero.Los forajidos insistieron con el amedrentamiento y obligaron a la mujer a que le mande un mensaje de texto a su marido para que regrese a casa.Cuando Gottschalk llegó, los delincuentes lo encañonaron y obligaron a manejar hacia el estudio jurídico-contable que administra, sobre avenida Uruguay al 2800, casi Pedro Méndez. En ese momento apareció un tercer ladrón, también armado, que reemplazó a los otros dos y se quedó en la casa de la calle 127, con madre e hijo como supuesta “garantía” de que todo saldría bien.Sin embargo, jamás imaginaron cómo terminaría la historia. Gottschalk se sentó al volante y partió a bordo de su Citroën C4 junto a los dos delincuentes armados, que lo amenazaban constantemente.“Íbamos por la avenida Uruguay y fue entonces que decidí ‘tirarme’ contra el edificio del Comando y salir del auto. Enseguida me metí en el edificio, mientras ellos se daban a la fuga corriendo. Podían haberme disparado”, contó a este medio el letrado, quien se mostró tranquilo pese a que su vida corrió peligro en esos segundos decisivos.Aunque no fue confirmado, se supone que luego del accidente la dupla de malandras dio aviso por mensajes de texto al tercer ladrón, que había quedado en la casa de Quaranta y 127. “¡Ábrame la puerta! ¡Ábrame! ¡Rápido!”, le gritó a Irma el malhechor, que ganó la calle y también escapó.Según comentaron las víctimas a este medio, los delincuentes hablaban de forma extraña y creen que lo hacían para despistar. “Uno era bien flaco, de unos treinta años, alrededor de 1,80 metros de altura, pelo oscuro y tez blanca. El otro era más gordo, se mostraba nervioso y también tenía cabellos cortos y oscuro”, detalló Klier. Al parecer, los tres portaban revólveres que serían “calibre .22 y/o .32”, agregó Gottschalk.En el mediodía de ayer los investigadores hallaron un teléfono celular que pertenecería a uno de los ladrones. En la memoria del mismo aparecían numerosos números de teléfono con característica de Córdoba, por lo que una de las teorías más firmes indica que la banda delictiva sería oriunda de esa provincia.Inteligencia previaMinutos después de la dramática experiencia que le tocó vivir, los Gottschalk brindaron detalles del violento episodio, entre ellos, cómo uno de los delincuentes les confió que estudiaban los pasos de la familia desde hace varios días.Antes de que Julio regresara a casa y durante los primeros minutos del asalto, uno de los malandras le dijo a la esposa del abogado que vigilaban sus movimientos desde hacía una semana.“Hace una semana que los estamos siguiendo”, lanzó el ladrón ante la mujer y su hijo, atemorizados ante la situación inesperada.El dato podría haber sido nada más que un engaño para infundir temor en las víctimas, pero enseguida el delincuente amplió la información y, entonces, a la mujer se le congeló la sangre. Efectivamente, los maleantes habían realizado trabajos de inteligencia previos y lo confirmaron al contarle a la mujer cómo había estado vestida algunos días atrás, mientras caminaba por la avenida Uruguay.A la sensación de vulnerabilidad, la mujer y el pequeño le sumaron además otra dosis de temor. Es que uno de los dos ladrones que atacaron en principio parecía no poder controlarse. “Se ponía nervioso y nos pedía más plata, pese a que ya le habíamos dicho que no había más”, confió la mujer, quien recibió algunos golpes leves en el rostro cuando fue sorprendida por los maleantes.Entre otras cosas, las víctimas contaron que los forajidos hablaban con una tonalidad un tanto extraña, aunq
ue los pesquisas creen que todo se trató de una maniobra para confundir la investigación.En ese sentido, también trascendió que en determinado momento uno de los delincuentes le dijo al otro “prepará la lancha y vamos”. Las autoridades creen que también se trata de un engaño.





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