Se sostiene en la fe David Escarvadofski (44) para superar el duro momento que le toca transitar por estas horas. “Pedimos a Dios porque se sepa quiénes mataron a mi papá”, dice el hijo de Lizardo (76), el productor cañero asesinado de dos disparos el último martes en el Paraje Santa Irene de San Javier, en un hecho que conmueve aún a la zona costera del río Uruguay.“Queremos que se haga justicia. Mi mamá ya está mejor, pero recibió tres disparos y está viva de milagro. Confiamos en la Policía, en que puedan detener a los que hicieron esto”, aseguró ante PRIMERA?EDICIÓN desde el Hospital Madariaga de Posadas, con el dolor a cuestas pero también con algo más para decir: “Niego totalmente eso que andan diciendo de un ‘ajuste de cuentas’. Dicen que mi hermano andaba en cosas raras. Nosotros nos entregamos a la Justicia para que nos investiguen si eso es cierto”, admite, entre la bronca y la impotencia de la lucha que recién comienza.Su padre fue asesinado de dos disparos alrededor de las 18.20 del último martes cuando llegaba a la chacra familiar, emplazada a 15 kilómetros de San Javier. Los dos autores escaparon en el Chevrolet Classic de Lizardo, no sin antes abrir fuego también contra Esther Cerri (63), madre de David, quien se recupera en Posadas. El vehículo fue recuperado al día siguiente, abandonado, cerca de Cuatro Bocas.“Mi hermano y mi papá sacaron una plata del banco por la mañana. Anduvieron todo el día por San Javier haciendo trámites, hasta a la Anses fueron. Terminaron de hacer las cosas y mis padres volvieron a la casa por la tarde. Cuando entraron a la chacra, estaban estos dos tipos del lado del camino. Ahí mi papá vino por la vereda hacia el frente y mi mamá entró por la puerta de atrás”, explicó David sobre el relato que su mamá le brindó en las últimas horas sobre lo que sucedió.Escarvadofski cuenta, al decir de su madre, que los maleantes “eran altos” y que le preguntaron a los dueños de casa por sus hijos. “Preguntaron por sus hijos, por nosotros. Yo vivo en Mojón Grande y voy dos o tres veces por semana, pero mis hermanos no suelen estar porque viven en otras localidades. Tenían una bolsa amarilla donde aparentemente llevaban el revólver con el que dispararon”, narró.Al decir del entrevistado, los homicidas le pidieron a Lizardo que abriera la puerta del frente y los dejara entrar. “‘No, a mi casa no van a entrar’, les dijo mi papá. Entonces sacaron el arma y le dispararon. Mi mamá cree que fueron por lo menos entre seis y siete tiros. Cuando escuchó el primer tiro, intentó buscar una escopeta que tenía en la pieza. Al escuchar el segundo disparo, fue hasta la puerta y vio a mi papá cuando caía”, contó David, con la voz entrecortada.Lizardo recibió un disparo en el tórax y otro en la cabeza. Murió prácticamente en el acto. Su mujer se trenzó entonces en lucha con los maleantes. “Ella peleó, forcejeó con ellos, tiene la marca del revólver en una mano. Ella cuenta que el otro también estaba armado, tenía una pistola, pero no alcanzó a disparar. Ahí ella recibió tres disparos, dos en el brazo y uno en el abdomen que le atravesó todo el cuerpo pero de milagro no le tocó ningún órgano vital. Ya está estable y se va a recuperar”, se esperanza David.Sobre los delincuentes, el también productor aseguró que, pese a que primero pensaron que podrían ser brasileros debido a la cercanía con la frontera, su madre le confió que “hablaban bien el castellano” y deslizó la posibilidad de que puedan ser de otra provincia. “Hablaban como si fuesen porteños”, dijo.Con respecto al demorado el miércoles en el barrio Niño Jesús de San Javier, David aseguró que “no es conocido de la familia” y, en relación a aquello, sobre las versiones que se escucharon en las últimas horas, el entrevistado negó rotundamente que el crimen tenga relación con un ajuste de cuentas ligado a cuestiones de frontera. “Nada que ver, lo niego totalmente. Hasta dijeron que mi hermano era un delincuente. Nosotros nos entregamos a la Justicia de Dios y del hombre. Agradecemos a la Policía por todo lo que está haciendo. Queremos que se haga justicia, pedimos a Dios que se sepa quiénes mataron a mi papá. Nos duele como familia que se digan cosas así”, argumentó.Por último, David recordó a su padre como un hombre comprometido con su comunidad. “Donó tierras para la iglesia, la escuela y la sala sanitaria. Todos lo querían mucho y se vio reflejado en su despedida”, rememoró, tras lo cual recordó que 18 años atrás Lizardo resultó víctima de otro intento de asalto en la misma chacra donde fue asesinado. “Él tenía mucha fe y, aquella vez, cuando lo asaltaron, levantó los brazos y le dijo ‘metele, cobarde, con tu cuchillo’, y así logró que el ladrón escapara”, contó su hijo, quien supo ahora que el hombre alcanzó a decir unas últimas palabras antes de morir: “yo creo en Dios, esto se va a esclarecer”.





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