(Nota publicada el 2 de abril de 2012)La pancarta cuelga sostenida entre los postes de la plazoleta de avenida Mitre casi Uruguay, donde se levanta la estructura del antiguo reloj capitalino. La frase “Malvinas Volveremos” es breve y simple; pero treinta años después, representa un signo más del reclamo para que -entre otras cosas- se ponga en discusión un análisis actualizado y serio sobre la guerra que buscó la recuperación de las islas del Atlántico Sur y marcó a los argentinos de múltiples maneras.Con esta perspectiva, PRIMERA EDICIÓN fue invitado por la carrera de Historia de la Facultad de Humanidades de la Unam a tomar parte de una mesa temática (especialmente preparada para este diario) cuyo eje fue: “2 de abril desde un Ángulo Político Actual”. Allí fue posible poner en discusión los puntos de vista de los historiadores invitados, obviamente, vinculados a diferentes investigaciones sobre Malvinas, ya sea desde sus tesis de grado o bien desde libros que han escrito algunos de ellos. Enriquecieron la mesa en cuestión la directora de la carrera, Emilia García, con su participación como moderadora, y sus colegas historiadores: los profesores Laura Rodríguez, el magíster Silvio Medina (graduado); Alberto Daniel Alcaraz, para cuya tesis investigó, además de otros aspectos, la acción militar durante la guerra; y Alejandro Iparraguirre (co-autor del libro “De Misiones a Malvinas”). Se contó también con el valioso aporte de una joven estudiante de tercer año de la carrera, Eugenia López, quien recientemente había sido elegida -con un trabajo evaluado con ochenta puntos- para participar de un foro de discusión global sobre el tema Malvinas y en donde ella principalmente pudo poner en relieve el papel de los medios de comunicación durante esa época; pero también aprovechó para exigir una reflexión “seria sobre la idea del latinoamericanismo como soporte frente a los imperialismos”.La visión de Alejandro Iparraguirre fue reivindicar el “soldado” argentino, el que murió y el que sobrevivió con la carga de la decepción y la amargura de otros por el destrato que tuvieron durante la guerra y posguerra. La visión de Alberto Alcaraz giró en torno al contexto mundial y reprobar la acción militar por llevar al país a una “guerra improvisada”.La participación de la profesora Laura Rodríguez, en tanto, estuvo dada por el contexto socio-político del momento como argumento del desplazamiento de fuerzas hacia una guerra. A su turno, el magíster Silvio Medina planteó “la soberanía moral y material” como punto de análisis “del ayer y hoy”.La soberaníaPara los presentes en el panel, el acuerdo de que “la soberanía no se debe discutir”, fue implícito. Y en esto hubo plena coincidencia con los términos de Silvio Medina, para quien “los que estamos sentados aquí -y todos- saben perfectamente a quien legítimamente le corresponde, desde el punto de vista moral, la soberanía de Malvinas. Esto es indiscutible. No por un convencimiento o por una cuestión cultural -que es muy importante y que en nosotros está muy arraigado- sino porque las pruebas históricas así lo demuestran. Nosotros hemos recibido, entre comillas, como legado de la dominación hispánica sobre el continente, nuestra soberanía sobre esas islas. Eso, como ya dije, es indiscutible”, se explayó.“La otra parte de la soberanía es la dimensión material, y esa es la que a mí más me preocupa en definitiva. Nosotros no estamos en condiciones de poder ejercer la soberanía material. En definitiva, la soberanía tiene dos dimensiones: la moral y la material, pero generalmente la que pesa es la material, que se traduce en la capacidad de un Estado para ejercer materialmente y efectivamente su soberanía sobre el territorio que reclama. Lo que yo me temo, y no creo en los milagros, menos aún en los principios de siglo, e incluso en cuestiones de política exterior para mí los milagros no existen, pero si se produjese ese milagro y los ingleses accedan a discutir la soberanía y después accedan a escuchar al resto de la comunidad política internacional y cedan la soberanía de las islas a Argentina ¿qué vamos a hacer?”, se preguntó. “¿Vamos a terminar firmando royaltis con las empresas inglesas? ¿Las mismas empresas británicas que ahora están explorando y explotando el petróleo y la pesca, el gas natural que pueda haber y todas las riquezas económicas que hay ahí? Estamos sin duda ante un problema complejo para Argentina actual y es algo que lo debemos discutir y más aún cuando se toca el tema Malvinas”. Para Medina, una “discusión” más justa de la cuestión sería trasladar el debate a toda la población latinoamericana, ya que “de seguro los cuatro o cinco que manejan los hilos de los gobiernos en los países de Latinoamérica no expresan el sentir de cada uno de los latinoamericanos”, analizó.En coincidencia, Iparraguirre agregó: “Si se cumpliera el deseo añejo de la recuperación de las islas, debemos preguntarnos ‘y después ¿qué?’ Porque tal como están las cosas seguiríamos en la trampa económica mundial. Seguramente seguirían los kelpers con su producción y hasta quizá le facilitaríamos al resto de las empresas inglesas venir, porque al tener la soberanía, tendríamos el manejo económico del espacio, lo que permite decidir”.Cómo ocurrieron los hechosUn momento muy importante de la charla, que se extendió más de dos horas de riquísimo debate, sirvió para esclarecer cómo ocurrieron algunos los hechos de la guerra.El historiador Alberto Alcaraz sostuvo en este sentido que “la Guerra de Malvinas se fundó en una hipótesis de conflicto
que manejaba la junta militar, para lograr recuperar la legitimidad que estaba perdiendo el gobierno, debido el descontento entre la población por la situación económica como resultado de la apertura indiscriminada a las importaciones, que dejaban sin trabajo a mucha gente. Si se quiere buscar al ‘autor intelectual’ de la Guerra de Malvinas, ese fue Nicanor Costa Méndez -esto lo sostengo en base a documentación secreta divulgada a años de la guerra-, quien por entonces era embajador argentino en Estados Unidos. Fue Costa Méndez quien convenció a los altos jerarcas de la junta de que era factible iniciar un conflicto armado porque Argentina contaba con el apoyo de EEUU, por la forma en que se había llevado la lucha contra el comunismo en la región. No hay que olvidar que en el año 1978 la misma hipótesis de conflicto casi desató una guerra con Chile por el Canal del Beagle. También hay que recordar que desde 1979 se estaba desarrollando la guerra de Afganistán con tácito apoyo de Estados Unidos, que entregaba armas y asesoramiento a los talibanes que luchaban contra la URSS, país al que paradójicamente Argentina exportaba trigo y tal vez consideraba que la cuestión iba a ayudar a definir una política más clara de EEUU para ganarse como aliado a Argentina en su lucha contra el comunismo”.En coincidencia, para Laura Rodríguez, “la decisión de invadir las islas tenía que ver con una relación estrecha que Leopoldo Galtieri tenía con Estados Unidos, por la participación argentina en la lucha contra la guerrilla comunista. Argentina envió soldados a luchar contra el comunismo a algunos países sudamericanos. En esta situación coyuntural creyeron que contaban con el apoyo de EEUU, por lo menos con una intervención de mediadores. Cuando Estados Unidos tuvo que decidir entre el aliado del sur o su aliado histórico, como lo era Inglaterra. No había nada concreto, solamente se esperaba la mediación, creo que ni siquiera la junta pensaba que iban a llegar al enfrentamiento, se creía que la intervención iba a ser anterior y no se iba a llegar a lo que después fue”. Prosiguió Alcaraz: “La Argentina del 82 no era la misma que ahora. Por entonces todavía no se había dado ese vaciamiento que tienen hoy las Fuerzas Armadas. No obstante se dice que el armamento era defectuoso y muchos ex combatientes cuentan que no funcionaban sus ametralladoras porque las municiones estaban en mal estado. Eso demuestra, entre otras cosas, que además del armamento defectuoso, lo apresurado que fue todo esto, sin mencionar que se mandaron conscriptos a enfrentar a soldados profesionales, esto pone de relieve el nivel de improvisación con que se manejó el conflicto. No quiero decir que Argentina hubiera tenido chances, sino que el conflicto se manejó con improvisación”.La verdad incómodaEl análisis de la información periodística que se brindaba, tanto en Argentina como en Gran Bretaña, en esos años de guerra también fue un punto relevante de la charla, mediante la visión de la estudiante Eugenia López, para quien “en realidad los medios de comunicación manejaron diferentes tipos de información. Estaban los diarios de noticias cotidianas que comentaban cuestiones pintorescas sobre la guerra. Todo tenía un trasfondo ideológico para poder convencer y legitimar al aparato estatal que estaba operando en el país en ese momento. Amén de que hubo medios totalmente censurados e incluso en los años posteriores a la guerra se prohibió la entrada de periodistas a Malvinas”, explicó, a la vez que subrayó que en el foro de discusión sobre Malvinas participó un especialista británico quien hizo un análisis de la información que se daba en la época, “se hablaba de la guerra, pero obviamente desde el punto de vista británico”.A esto Iparraguirre agregó: “El caso de los pilotos de la misión argentina que hundió al destructor inglés Sheffield, después de que ocurrió el hundimiento del Belgrano. Esa noticia llegó a los británicos muy filtrada, incluso ellos tampoco se enteran inmediatamente”.“El país estaba envuelto en una guerra y en una situación así, el periodismo deja de tener libertad porque es censurado completamente. En Inglaterra los medios también estaban censurados, sólo se pasaban los partes de guerra favorecedores. Ocurre que la verdad es siempre la primera víctima de la guerra y el periodismo no está fuera de ese contexto”, apuntó.Para la profesora Emilia García, “hubo muchos periodistas que por la censura se fueron al exterior inmediatamente. Porque si eras opositor sí o sí te tenías que ir, sino te esperaba la muerte, y hubo muchos casos. Los que sabían qué estaba pasando apenas lo decían. Acá no se podía comunicar otra cosa que no dijera la junta, por eso todo el tiempo estábamos ganando, hasta que nos enteramos de que terminó y perdimos”.Revelaciones recientesEn un explayado análisis, el docente Alberto Alcaraz analizó: “La guerra, lo que produjo fue interrumpir una negociación diplomática que se venía dando, aunque con altibajos, debido a los bruscos cambios de gobierno producidos por los golpes de estado de los años anteriores a 1973. De hecho, fue Arturo Illia quien empezó las negociaciones para la entrega diplomática de las islas. Recientemente, la cancillería británica reveló que tenía la intenciones de negociar algo parecido a lo que se hizo con Hong Kong en 1999, porque Malvinas era un territorio ultramar que costaba mucho mantener, en una época que no se sabía aún de la existencia de petróleo, un recurso por el que quizás estaban dispuestos a ir a la guerra, después de la gran crisis mundial de 1973, en la que los países de la OPEP exigieron precios más elevados. Viéndolo en perspectiva, el intento de recuperación de las islas por la fuerza, lo que trajo hasta el día de hoy es el corte de esas relaciones y negociaciones diplomáticas y que lo estamos pagando como error político y táctico de una guerra, que no fue planificada por estrategas militares, sino que fue hecha de manera improvis
ada”.A estas revelaciones, la profesora Rodríguez comentó otra cuestión relevante publicada recientemente por el diario La Nación, referido a artículo de quien era embajador en Inglaterra durante el gobierno de Perón, Carlos Ortiz de Rosas, en el que se revela una conversación que hubo -en realidad un claro ofrecimiento del gobierno Laborista que regía a Gran Bretaña- de compartir la soberanía de las Malvinas. Eso nunca fue oficial, simplemente hubo un acercamiento y una posibilidad de tener una soberanía compartida. Pero lo cierto es que al mes siguiente del ofrecimiento Perón murió y la cosa quedó en un deseo”.





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