Noemí Meza González motoriza el centro de devoción que más gente congrega todos los 8 de enero en el área de Posadas, Garupá y Candelaria.Su oratorio está ubicado en esta última localidad, en el Lote 20, casi a la vera de la ruta 12, por donde cada año pasan casi 2.000 personas el día del aniversario de la muerte del Gauchito Gil. En ese lugar también se realiza una novena que se extiende a todos los días 8 de cada mes, hasta septiembre incluido.Noemí comenzó a organizar los actos de veneración a raíz de la curación de su hija Johana, que tenía una enfermedad crónica y hereditaria “y sufríamos mucho por ella: no comía, devolvía todos los líquidos y en consecuencia había perdido mucho peso. Un 8 de enero le pedí llorando al Gauchito, con la fe que nace desde el espíritu, y en ese mismo momento mi hija me pidió una sopita y un poco de jugo. Desde ese día hasta hoy, no tuvo más problemas con esa enfermedad”, relató la propia mujer.Un segundo episodio tuvo como protagonista a su marido Ernesto Miranda, quien un día de Navidad “quedó pegado seis minutos a un cable de alta tensión hasta que un sobrino consiguió separarlo con una tacuara, y ahora está vivito y coleando. Y todo tiene que ver con el Gauchito, porque su imagen sólo se puede ensartar en una tacuara”.“En agradecimiento a esos dos favores se hizo un oratorio chiquito que se va agrandando por la gente: por ejemplo, los pisos fueron puestos gracias a ofrendas por cánceres curados”.Ramón y María Vera viven hoy por y para el Gauchito Gil. Todos sus ahorros del año se destinan a organizar el homenaje del 8 de enero en su casa de Ñu Porá (en Garupá) y “a mediados de año siempre hacemos el esfuerzo para ir al santuario de Mercedes (Corrientes)”, todo ello a pesar de su humilde pasar, ya que ella es empleada de la Provincia y él, agente municipal.Es que ambos tienen mucho que agradecer al Gaucho: el hombre se accidentó y, después de cinco años imposibilitado, hizo una promesa y se recuperó. “Y lo que uno le promete, tiene que cumplir”, advierten, por eso “tengo que hacer el festejo en su honor de por vida: ya llevamos diez años. Y eso que yo era incrédulo”. Otra intercesión del venerado correntino a esta familia tuvo como protagonista a una de sus hijas, que “agarramos enferma a los dos días y se salvó después de llevarla a Mercedes y entregarla al Gauchito. Desde entonces, nada le duele. Nos pasaron tantas cosas que superamos, a pesar de que somos pobres…”, agradeció María.“Somos muy devotos del Gauchito Gil. Organizamos los festejos desde hace nueve años y lo vamos a seguir haciendo mientras él quiera. También le hago el cumpleaños en agosto. La imagen del oratorio me la trajeron de Mercedes: me la dio una mujer que mejoró de su enfermedad por intercesión del Gaucho. Ahora tuve que hacer el oratorio más grande porque así lo quiso él, con todas las ofrendas que recibe de la gente: será un recuerdo para él cuando yo me muera. Yo ya tengo 70 años y casi no veo, pero la fe mueve montañas y por eso estoy aquí hasta ahora”, explicó Sara González, quien edificó “La Grutita del Gauchito Antonio Gil” en el acceso al club Tacurú, a pocas cuadras de la ruta nacional 12.(Nota completa publicada el 9 de enero de 2007)





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