Después de 21 años de trabajar en la Feria Franca 2 de Oberá, Carmen Runge (59), oriunda de Colonia Alberdi, decidió que llegó el momento de disfrutar de los afectos, de su casa, de su vida. El sábado 24 de diciembre, en vísperas de Navidad, se ilusionó con lo que le deparará el destino a partir de ahora. “Fueron muchos años. Gracias a la feria mis dos hijos pudieron estudiar y ya tienen su propia familia. Creo que cumplí con una etapa. Llegó el momento de descansar”, manifestó, emocionada, a PRIMERA EDICIÓN.Carmen está casada con Nando Meyer (63), con quien -con mucho sacrificio y gracias al trabajo en la chacra y a la venta de sus productos- pudieron criar a sus dos hijos varones y darles la posibilidad de estudiar. “Ellos ya están bien, no se quedaron en la chacra porque nosotros queríamos que busquen un mejor porvenir. La vida en la chacra es muy dura. Por suerte lo hicieron”, confesó. A partir de ahora se imagina iniciar el día tomando un mate con su esposo, sin las obligaciones y apremios del trabajo que demandaba la responsabilidad de participar de la feria y satisfacer la demanda de los compradores. Se desempeñó durante veinte años como tesorera de las Ferias Francas, y se despide dejando el sello de la honestidad y el sacrificio. “Pasamos por muchas cosas. Los primeros años traíamos los productos y estábamos en las veredas, debíamos traer mesas, sillas, carpas, entre otros elementos, y sufrimos mucho. Ahora tenemos un espacio con mayor comodidad, pero tuve que venir dos veces por semana durante mucho tiempo hasta que conseguimos el techo. Me instalaba en la sede de la Municipalidad hasta que me atendían. Hace diez años que tenemos este espacio”, repasó la mujer. Para Runge los logros fueron fruto del esfuerzo y de la capacidad de sortear los diversos obstáculos. Se considera una mujer fuerte que siempre dijo las cosas tal cual las pensaba. Para ella no existe otra manera que ser frontal y sincera. “Nada fue fácil, pero no me puedo quejar. Siempre luché por las ferias francas, sin negociar, a pesar de que a muchos no les gustaba, porque no me gusta la hipocresía”, aseguró. En su último día como feriante admitió que “seguramente voy a extrañar la actividad y a mis compañeros. Fueron 21 años trabajando toda la semana para poder traer los productos los días sábados. Me llevo la amistad de los feriantes, pedí perdón al presidente (Eugenio Kasalaba) si alguna vez lo ofendí, quiero irme tranquila, sabiendo que dejo un buen recuerdo. Me voy muy agradecida a los clientes que estuvieron siempre, a mis compañeros feriantes que siempre me apoyaron, ahora voy a disfrutar de mi nieto. Estoy muy feliz”, concluyó.Despiden un "buen año"Las Ferias Francas de Oberá funcionaron durante todo el año los miércoles y los sábados. Según los colonos, cerraron un año al que consideran bueno. Ana Hoff, que es de Panambí, afirmó que a pesar de la crisis la feria se sostuvo. “Estamos muy agradecidos a los clientes, a pesar de que no tenemos otras posibilidades más que vender en efectivo, nos compraron los productos todo el año. Tenemos muchos clientes fijos, también están los casuales y siempre se acercan los turistas. Si no fuera por la feria en mi familia no tendríamos un sostén. Imagínese que con mi marido y mi hija cosechamos y entregamos la producción de té en el 2015 y todavía no la cobramos”, graficó.En tantos años de desarrollo de la feria pasaron por varios gobiernos comunales, pero lo que aseguran es que nunca se sintieron menos contemplados que ahora. “No le importamos al intendente, nunca habíamos pagado nada por venir, este es el primer año que nos cobraron, nos controlaron e inspeccionaron todo el tiempo. Nunca tuvimos problemas como con este intendente”, subrayaron.





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