En la nota anterior destacábamos que la capacidad de mantener el equilibrio ante las condiciones cambiantes es la esencia de la ecuanimidad. La práctica asidua del Yoga genera esa actitud ecuánime que conduce a una visión equilibrada y clara, que pone las cosas en su lugar y percibe la acción de las leyes de la naturaleza detrás de eventos y fenómenos. “Cuando ignoramos esas leyes –dice Tara Stiles-, nos desequilibramos”, pero si actuamos en armonía con la naturaleza sentiremos que todos estamos conectados, que todo fluye y cobra sentido.Por lo general, el ser humano vive en un nivel de rechazo que lo debilita profundamente, pero cuando logra ser ecuánime deja de pugnar por controlar todo lo que sobreviene en la existencia, para establecer una sencilla y verdadera vinculación con todo lo que existe. Y eso ocurre precisamente cuando practicamos Yoga con regularidad, sin caer en el error de tomarlo como una solución a corto plazo, sino considerándolo una verdadera receta a largo plazo para el bienestar y la felicidad, un compromiso profundo desde el que “puedes conectarte con tu propio ser, donde encontrarás toda la intuición que necesitas para alcanzar tu potencial y vivir una vida sana, inspirada, creativa y feliz”.“Cuando un número suficiente de personas comprenda y experimente el poder transformador y sanador que tiene una práctica asidua de Yoga, llegaremos a ser más sanos, compasivos con nosotros mismos y con los demás, más equilibrados, más alegres, más felices y más vitales -dice la mencionada autora-, porque nos ayuda a vivir mejor respirando profunda y lentamente, de aliento en aliento… Y luego podremos trasladar ese estado de alegría a todos los órdenes de la vida”.Observando esto con criterio científico, investigadores de todo el mundo coincidieron en que la respiración del Yoga estimula el nervio vago, activando señales que te hacen sentir feliz, porque intercambia mensajes entre el sistema nervioso central y los órganos principales del cuerpo, induciendo a la hipófisis a liberar la hormona oxitocina que favorece la relajación y el bienestar, reduce la presión sanguínea y alivia el estrés. James Baraz añade que este bienestar se experimenta en cuerpo y mente y que luego, con la práctica, podremos desarrollar la alegría como respuesta habitual, porque la repetición frecuente de respuestas positivas crea la inclinación mental a la alegría, como lo corrobora la neurociencia al indicar que así se fortalecen las conexiones neurológicas favorables del cerebro.Y precisamente con nuestra práctica, ese sentimiento de bienestar, gusto, contento o alegría dejará de ser un sentir ocasional para revelarse como el "hogar" al que siempre podemos volver. “Porque la alegría es una cualidad innata dentro de ti que hay que desarrollar desde la ecuanimidad. Está disponible siempre y podemos cultivarla conscientemente, tanto como energía radiante, como sentimiento de conexión o como capacidad de implicarnos auténticamente en cualquier circunstancia de la vida”.Ahora, en la tranquilidad de la colchoneta, en la hora de Yoga que es la hora del ahora, al finalizar la relajación y sentarnos unos instantes a respirar en un suave estado meditativo, la sensación de serena felicidad nos inspira los mejores saludos de Navidad, sabiendo que ya no trataremos de llamar la atención con actitudes negativas, sino que desde lo más profundo podremos irradiar tanta paz y alegría que transformaremos maravillosamente nuestro entorno habitual. Namasté. ¡Feliz Navidad!ColaboraAna Laborde Profesora de Yoga [email protected]





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