La preocupación por los más necesitados hizo que las acciones de un particular se volvieran colectivas y así, desde hace unos diez años, no paran de colaborar con los que menos tienen. En un primer momento los destinatarios fueron vecinos de barrios humildes y escuelas, pero desde hace un tiempo el Grupo Solidario hizo foco en las aldeas guaraníes de la provincia, porque percibe que la ayuda oficial no llega como debería.Miguel Fernández es quien empezó con las actividades en el barrio Municipal de Aristóbulo del Valle y hoy comanda al resto del grupo en las distintas misiones. “Fuimos a distintos lugares, pero las últimas veces acudimos a la comunidad aborigen de Puerto Leoni y a Piracuá, sobre la ruta provincial 7”, donde la autoridad máxima es el cacique Juan Benítez. “La primera vez que llegamos, mostraron cierto recelo porque no pensaban que íbamos a llevar todo lo que habíamos propuesto. El grupo nos esperó el 27 de noviembre, en plena lluvia, y descargamos juguetes, asadas, palas de punta, machetes, hachas, rastrillos, herramientas que adquirimos nuevas y que son indispensables para su trabajo. También llevamos ropas, y abundante grasa, harina y leche, que es lo que más consumen, de acuerdo a las directivas que nos dio el cacique. A pesar de que el mal tiempo continuaba, hicimos un arroz a la valenciana para unas 200 personas”, contó, al tiempo que señaló que el hecho de que estas actividades se difundan “ayudó a que la gente confíe en nosotros y nos done elementos”.Según Fernández, desde un primer momento aclararon a la comunidad que “no hacemos política ni religión y que lo que queremos es dar. Sólo eso”. Es que tuvieron una mala experiencia con referentes de la Dirección de Asuntos Guaraníes en la localidad de Puerto Leoni, “por eso consultamos. El cacique nos dijo que no los visita nadie, y si van, hablan, pero no llevan un machete. Y yo soy el que mando en mi comunidad, nos aclaró”.Como Grupo Solidario “sabemos que no les vamos a solucionar nada porque realmente son muy necesitados. El día que viajamos, en plena lluvia y a las 6 de la mañana, preguntaban por mensaje si íbamos a ir o no. Miren que todavía acá no llueve, decían. Estaban muy esperanzados. Y lo bueno de nuestro grupo es que si decimos tal día vamos, por más que llueva, ahí estamos. Los integrantes del grupo ponen sus camionetas y nos vamos”.Felices por el regresoEl 18 de diciembre volverán a la aldea Piracuá para acercar 500 panes dulces y juguetes, y para volver a compartir una comida preparada por “Quico”, uno de los especialistas en menús sabrosos y abundantes. Pero ya avisaron a los viajeros que en esta ocasión serán cerca de 400 los comensales en esa misma comunidad. “Gustó a todos los integrantes cómo nos recibieron, cómo nos atendieron, nos llenó a todos. Queremos conocerlos más y que ellos se sientan a gusto con nosotros”, acotó.Todo surgió porque Fernández tiene parientes en el barrio Municipal de Aristóbulo del Valle y cada vez que iba “si bien las necesidades están en todos lados, allá se notaba mucho más, porque la mayoría de los vecinos se dedica a la tarefa. Entonces le comenté a mi señora y fuimos llevando cosas de a poco. Eso lo publicó PRIMERA EDICIÓN y se empezaron a sumar otras personas para colaborar a través mío. Nos hicimos compinches y ahora ya somos amigos, porque estamos juntos desde hace diez años. Este año hicimos dos o tres salidas por un problema de salud que tuve. Ahora estamos enfocados en las comunidades aborígenes. Es por el solo hecho de que nos gusta, pero aparte porque están muy olvidados. Además, porque otras personas deberían estar ahí y realmente no están”, recordó.





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