Hace rato la idea le daba vueltas por la cabeza pero no sabía cómo hacerla realidad. Lo único que tenía claro Samuel Doichele (26) cuando arrancó con la Cooperativa de Trabajo Integral del Norte hace cinco años, era que las familias agricultoras de Misiones ya probaron de todo para diversificar lo que obtienen de las chacras, pero siempre chocan con la misma traba: no existen canales de comercialización constantes y adecuados para asegurarles que les comprarán todo lo que da la tierra. Hoy la Cooperativa que puso en marcha este joven hijo de colonos tabacaleros tiene 180 socios -todos pequeños productores- que venden “casero, barato y fresco” a través de un Mercado Cooperativo en pleno centro de Wanda. Adiestrados en la organización y en los principios del asociativismo y la economía social, los socios de la entidad darán en diciembre un novedoso paso más en su alianza con los consumidores: si todo marcha como esperan, crearán el primer Sistema de Consumo Inteligente (SCI) de Misiones, una idea que es exitosa en Europa y en Brasil pero que se aplicará por primera vez en la Argentina, por lo que las expectativas son importantes. La alternativa de consumo inteligente, explica Samuel, buscará dejar el dinero en la zona y especialmente en los bolsillos de los agricultores, pero también de los consumidores. Según detalla, funcionará mediante la firma de convenios individuales entre la Cooperativa y cada consumidor que deberá pagar un aporte inicial para ingresar a la red, mientras que los colonos se comprometerán a proveerle de alimentos sanos, agroecológicos, caseros, directos de la chacra y sin intermediarios. “Una vez por año, y mediante un software que se encuentra en pleno desarrollo y al que los consumidores van a tener acceso, se va a calcular el monto de las ganancias de la Cooperativa descontando el precio de costo de los productos que ya cobró cada productor, y los gastos fijos del punto de venta. Todo lo que sea “resto” va a ser acreditado a cada consumidor en proporción a lo que gastó en las compras” explica con entusiasmo el joven productor. “Es una propuesta que genera muchas inquietudes porque rompe todos los esquemas. En la economía argentina la plata no queda para el productor ni para el consumidor. Se la lleva el intermediario, las grandes cadenas. Es lo que pasa cuando compramos productos que vienen de otro lado” agrega, y jura que esta experiencia es la primera en la que los productores “planteamos compartir las ganancias con los consumidores sin intermediarios”. La pregunta obvia surge de inmediato: si reparten las ganancias con el consumidor, ¿qué ganan ustedes? “Lo que ganamos es asegurar la venta de toda nuestra producción y que no se quede pudriéndose en la chacra”, explica Samuel con una lógica que parece evidente y que ayuda a entender mejor las motivaciones detrás del proyecto, que de tan revolucionario, cuesta creer, pero los antecedentes de la Cooperativa sirven para visualizar la posibilidad de éxito. “Hoy en día las 180 familias de colonos asociados voluntariamente que comercializamos cada mes 4 mil unidades de pollos de granja, 1.600 maples de huevos de “ponedoras”, 1.800 kilos de queso casero; ochenta lechones, cientos de kilos de milanesas, chorizos ahumados, embutidos, encurtidos, pickles y dulces, rapadura, azúcar orgánico, yerba artesanal, almidón producido en Andresito, licores de frutas, vino de chacra, caramelos de cascarita de naranjas, además de todos los verdes, las hortalizas y las frutas de las huertas de cada familia” describe Doichele casi sin respirar. Los productores que traen toda esta variedad, llegan al mercado cooperativo desde sus chacras desparramadas por San Antonio, Irigoyen, Wanda, Esperanza, Libertad y Andresito. Planes de expansiónSegún la explicación del joven dirigente cooperativo, con la propuesta del primer Sistema de Consumo Inteligente del Norte, la Cooperativa espera firmar convenios con hasta mil consumidores como máximo para evaluar después si pueden o no seguir creciendo sin fallar en la provisión por cuestiones de volumen y de logística, que no es sencilla para los socios. Hasta el momento y con el aporte personal de cada familia, más planes Pro Alimentos que gestionaron y que deben devolver a valor producto, construyeron una planta de faenamiento de pollos que tiene cámaras frigoríficas y que se encuentra lista para su uso en el kilómetro 63 de la ruta 101, en Andresito. La planta sirve hoy sólo para el acopio porque por falta de potencia, Emsa no les bajó el tendido de electricidad trifásica que solicitaron hace tiempo y que debiera alimentar a las cámaras frigoríficas. “Nuestra idea es aumentar a 30 mil unidades de pollo por mes. Con las cámaras frigoríficas podríamos ampliar las cantidades, pero sin esa herramienta no sabemos hasta dónde nos podemos expandir sin correr riesgos” refiere Samuel, enojado por el retardo de la prestataria de energía. También tienen planes para aumentar la red de comercialización, y para ello, dice, utilizarán el aporte de los consumidores que se inscriban al Sistema de Consumo Inteligente. “Tenemos en estudio abrir un nuevo mercado cooperativo en Puerto Iguazú, donde existe gran demanda”, explica. El actual Mercado de Wanda también se ampliará, según asegura el presidente de la Cooperativa, “ya que la venta es constante y la respuesta de los consumidores requiere de mayor infraestructura”. Venden un promedio de ocho o nueve mil pesos diarios, pero hay mucho más producto por comercializar, aunque no pueden arriesgarse a que la mercadería se pudra. “Nos va demasiado bien. Mejoró la situación del colono y estamos aumentando en volumen de producción, pero no podemos dar un paso sin asegurar la refrigeración” señala para graficar el complejo rompecabezas que deben armar para que todo funcione como describen en los planes.La expansión, sin embargo, también requiere de “un cambio de mentalidad del propio productor, porque está acostumbrado a trabajar sólo en la chacra y no en la parte de comercialización. Al colono le interesa entregar su producto al revendedor, cobrar lo suyo y seguir en la chacra. Esa es la diferencia en este esquema, el colono tiene que aprender a vender también, tiene que animarse y prepararse para salir de la chacra, para entender el circuito, manejar el precio, atender el mercado, gestionar”, explica Samuel. Hace quince días Doichele participó del encuentro de Pymes en Posadas y escuchó atentamente las exposiciones de especialistas, y la de un italiano en particular que habló de las redes de consumidores inteligentes, del camino que siguieron allá, de los errores que cometieron y de los aciertos que fueron construyendo con constancia y empuje. La exposición, cuenta, lo inspiró mucho más todavía, si es que cabe más entusiasmo en su joven esperanza. Para cerrar, cuenta que no fue fácil acordar la nueva metodología, las nuevas ideas, las prácticas conjuntas con los 180 socios, pero parece que a la fecha lo han logrado tras varias reuniones masivas. Hoy todos están dispuestos a crecer y a cambiar el car&a
acute;cter “solitario” de la producción, por uno estrictamente “solidario”. El cambio, claro, no es sólo cuestión de mover una letra, sino toda una estructura. ¿Quién es Samuel Doichele?Samuel Doichele es un colono tabacalero, hijo y nieto de productores. No pudo terminar la secundaria porque desde chico se dedicó a trabajar en la chacra como el resto de su familia. “Mi mamá tiene serios problemas de salud por el veneno del tabaco; mi papá falleció plantando tabaco, estamos todos intoxicados, esa es la verdad. Yo no quiero seguir plantando tabaco toda mi vida pero hasta ahora necesitamos todavía de esos ingresos”, cuenta. Hace cuatro años “me puse a pensar que siempre pasa lo mismo, viene uno y te dice ‘plantá zapallito que ahora va a ser buen negocio, vas a cobrar cinco pesos el kilo y vas a diversificar’. El colono planta y espera, pero después aparecen los compradores y te dicen que no era cinco pesos sino cincuenta centavos, y tenés que regalar tu producción o dejar que se pudra en la chacra porque no hay canales de comercialización alternativas”. En 2011 “formamos la cooperativa para la comercialización. Tuvimos muchos problemas al principio por falta de infraestructura, transporte, cámaras de frío. Es difícil competir cuando las empresas grandes vienen con camiones enormes y toda la estructura. Después de cinco años recién pudimos hacer el mercado cooperativo en el centro de Wanda, dejamos de vender en los mercados y pusimos nuestro propio mercado”, agrega. Con apenas 26 años, sueña con la posibilidad de que la idea de involucrar a los consumidores funcione. Empuje no le falta. Los que ayudanEl equipo de la Agencia para el Desarrollo del Norte (ADN) está colaborando fuertemente con el apoyo técnico que necesitan la Cooperativa y los productores. Además de ayudar con la gestión del mercado cooperativo, también dieron una mano con el desarrollo de la marca que hoy identifica a los productos que allí comercializan. ADN se describe como una Asociación Civil en la que se articula el sector público -representado por los municipios de Puerto Esperanza, Colonia Wanda, Puerto Libertad y Comandante Andresito- con el sector privado para contribuir al desarrollo sustentable de la región, “teniendo como grupo objetivo a las Pymes vinculadas a la Zona Norte de la provincia de Misiones”.





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