Los vecinos de Villa Poujade que residen cerca del Club de UDPM a una cuadra de la avenida Cabo de Hornos, ya no saben cómo solucionar el problema de los ruidos molestos, precisamente de música a alto volumen que cada fin de semana los deja sin dormir. Uno de ellos contó a PRIMERA EDICIÓN: “Mi casa está lindante con el club de UDPM, hace dos años que está en el barrio, pero hace unos meses la situación se volvió desastrosa. Ellos alquilaron el lugar a otra entidad y todos los fines de semana dormir se vuelve imposible”, indicó el hombre, que prefirió que no se publique su identidad.Es que, según señaló, “el último fin de semana sobrepasaron la paciencia de todos los vecinos del barrio. Comenzaron a la medianoche con un cumpleaños de 15 hasta las 7 de la mañana y después a las 7 de la mañana siguieron hasta las 17. Sacaron los parlantes afuera y continuaron con la música a todo volumen”. Explicó que el lugar no tiene un tratamiento acústico entonces “el volumen es tan alto que tiemblan las paredes de la casa. Acá en el barrio hay chicos, ancianos, familias completas que ya no sabemos qué hacer. Radicamos las denuncias en Ruidos Molestos de la Municipalidad e incluso llamamos a la Policía en varias oportunidades. Desde la Comuna vinieron y le hicieron una multa, pero se van los inspectores y vuelven a comenzar con la música. Lo mismo pasa cuando llamamos a la Policía, los uniformados vienen y ellos bajan el volumen, se van y todo vuelve a comenzar, es un verdadero suplicio”. Pero además, según relató el vecino, la comunidad de la zona que se vio afectada y que radicaron las denuncias, primero agotaron las instancias de diálogo con la gente del Club, “fuimos a hablar con ellos cuando la música se pone insoportable, este último fin de semana fuimos tres veces, y las tres veces nos trataron mal, nos insultaron, no sabemos si es porque estaban bajo el efecto del alcohol o alguna sustancia. La situación es imposible a esta altura, ya no sabemos qué hacer, porque radicamos las denuncias, las entidades vienen cumplen con su trabajo, pero se van y todo comienza de nuevo. Los chicos no duermen, las familias completas no podemos descansar”, dijo. Afirman que no se oponen al uso del salón y el quincho del club, pero ya no aguantan no poder descansar por culpa de la música. Las reglas de convivencia están para cumplirse, pero además de ellas, se supone que hay que ser considerado con el vecino.





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