El 6 de noviembre, en la localidad fronteriza de Porto Xavier (Brasil), se reencontraron los descendientes de Francisco Xavier Dieminger, quien llegó desde Alemania allá por 1900, buscando un mejor porvenir. Este encuentro, tan esperado por todos sus integrantes, se desarrolló en el salón parroquial de esa ciudad, y estuvo organizado por los Dieminger que siguen viviendo del otro lado del río Uruguay. La fiesta, que reunió a unas 250 personas, estuvo amenizada por la buena comida y mejor música, que fue el corolario de una jornada llena de alegría, abrazos, anécdotas, mezcladas con historias propias del baúl de los recuerdos. Está decidido que la próxima reunión se realizará dentro de dos años, en el mismo lugar, y estará enfocada en las nuevas generaciones.Francisco Xavier nació en Villebach (Alemania). Mientras prestaba el servicio militar, se formaba en el Seminario Urlich, pero sobre la marcha decidió no tomar los votos y viajó hacia Sudamérica. Se estableció en Brasil, donde se dispuso a trabajar en el municipio de Porto Alegre. Luego llegó hasta Santa Rosa, donde se casó con Josefina Lourenzo, con quien tuvo siete hijos: Rosa, Sofía, Emma, Ana, Pedro, Francisco y Bernardo.Se sabe que era un hombre “muy capaz, muy preparado”, que hablaba varios idiomas, inclusive el latín. Fue comerciante, político, médico homeópata y profesor. En su honor, una escuela de Porto Xavier lleva su nombre. Su primer trabajo tuvo que ver con la mensura de tierras tanto en Brasil como en Paraguay, donde marcaba los límites de los pueblos. Quienes se radicaron en Argentina fueron los descendientes de su hijo menor, Bernardo, que se casó en Brasil con María Junges, con quien tuvo 14 hijos, y se mudó con su familia a Colonia Taranco, municipio de Cerro Azul, para instalar aserraderos y, más tarde, levantar su propio emprendimiento.Sus descendientes: Berti, Baselides, María, Rosa, Aurea, Teresa, José, Miguel, Ricardo, Selso, Bruno, Aníbal, Carmen y Mercedes Dieminger, están diseminados por Misiones, Córdoba y Santa Fe. Ya en Argentina, la familia continuó siendo prolífica y son muchos los primos y sobrinos que llevan distintos apellidos, pero que mantienen la esencia de aquel inmigrante alemán que dio origen a esta rica historia. Ahora los hay: Prox, Lindermann, Schmitd, Kampmann, Beuter, Vier y, siguiendo con la herencia, en la familia existen políticos, comerciantes, artistas, docentes y muchas otras profesiones. “Somos la típica familia ‘fais tudo’, todos hacemos de todo”, dijo Bruno Dieminger, hijo de Bernardo. Perla Haydeé Dieminger, en tanto, contó que el deseo de unir a la familia arrancó en 1998 y que la primera reunión se concretó en 2001 cuando Bruno, José y su sobrino Rubén viajaron a Alemania invitados por el municipio de Demmingen -que lleva el apellido en alemán antiguo-, en ocasión de los festejos por los 760 años de fundación de la localidad. Allí se reunieron los Dieminger y se conocieron datos familiares desde el año 1240. Tras esta convocatoria se decidió hacer encuentros “en nuestra tierra”. “No hay palabras” para describir los abrazos fuertes y prolongados entre los miembros que pudieron reunirse, que además compartieron historias, fotografías, recuerdos, y números de teléfonos y mensajes de whatsapp entre los más jóvenes. Hubo orquesta y sirvieron buena comida. “Fue un momento feliz para todos, especialmente para los primos hermanos y para aquellos que ya están adultos pero que, gracias a Dios, gozan de buena salud”, recordó Perla, al tiempo que confió que “como faltaron parientes por invitar, la fiesta se hará nuevamente dentro de dos años, en el mismo escenario”. Emocionada, admitió que del abuelo Francisco “heredamos los valores como el amor por la familia, la dedicación al trabajo, la fe cristiana y la fortaleza. También la lucha por los ideales y principios que aportan un granito de arena en beneficio de la sociedad en la que vivimos. Sólo nos resta brindar por la familia que Dios nos regaló”.





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