En el informe Unesco (2015) se plantea la preocupación por dos aspectos, previamente identificados en el informe Delors (1996): “aprender a ser” y “aprender a convivir”; y la consecuente necesidad de humanizar las relaciones de la mano del cambio de rol del docente.Sin duda, la escuela requiere una nueva mirada, una nueva manera de gestionar las relaciones, el conflicto y el aula. Una nueva mirada en la que el docente pasa de ser el transmisor de conocimiento para ser un facilitador del mismo. El enfoque restaurativo puede ser un gran aporte para ésta gesta, en lo que a relaciones y conflicto en el aula refiere.Este enfoque, utilizado en otros ámbitos como el penal y comunitario desde hace más de veinte años, busca romper con el esquema punitivo de gestión de la convivencia (ante tal falta, tal sanción), aportando una nueva perspectiva que plantea la transformación de los conflictos, desde la asunción de responsabilidad y reparación del daño. Aplicando herramientas tales como la escucha activa, la comunicación asertiva y no violenta, el pensamiento crítico y la empatía.Ahora bien, la propuesta que parece tan simple, requiere previamente un cambio de mentalidad y nuevas estructuras que lo viabilicen. Todos sabemos que los cambios de paradigmas no son nada simples. Abandonar la creencia que el castigo es necesario, no es fácil, aún sabiendo que no funciona. Blood y Thorsborne afirman que la implementación del enfoque precisa de un cambio de creencias en relación con la disciplina, de su propósito, de su práctica y de la asunción de valores propios del paradigma restaurativo: respeto mutuo, empoderamiento, colaboración, valoración del otro, abertura, confianza y tolerancia (Hopkins, 2011).En definitiva, el enfoque se estructura como un cambio de paradigma en la forma de concebir la convivencia, las relaciones, el conflicto y la escuela, en el que la humanización de las relaciones se prioriza.Se trata de un enfoque que suma, incluye programas de mediación, aprendizaje cooperativo, democratización de la escuela y cultura de paz, entre otros.En estas metodologías es necesario formar a toda la comunidad educativa, a fin de sensibilizar respecto a éste nuevo paradigma, sus valores, sus formas, etc.Para ello, el trabajo en red con la comunidad es fundamental, desde los servicios de mediación, rondas de diálogo, atención al menor, policía comunitaria, etc.En los establecimientos que aplican estas prácticas, se reportan mejor confianza y seguridad para la gestión y resolución del bullying; y la mejora del clima escolar, lo que se traduce en un mejor rendimiento.En cada conflicto y dificultad, hay una oportunidad para crecer, aprovechemosla aplicando las prácticas restaurativas.ColaboraValeria [email protected] 3764-510132





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