Hace unos días viajaba en un colectivo que, por azar o milagro, estaba bastante vacío. Iba sentada y sumida en mis pensamientos. De pronto, en una parada irrumpió un grupo de estudiantes de secundario, venían riéndose, cantando y charlando no precisamente en susurros.Fue como una tromba que sacudió el ámbito medio adormecido de los pasajeros de esa hora temprana de la tarde.En tiempos más remotos el silencio forma parte de la vida diaria. Y sigue siendo así lejos de las grandes ciudades. Pero nuestra vida contemporánea y urbana está plagada de ruidos.Tal vez sólo haya silencio absoluto en la profundidad del mar, o en el espacio intergaláctico. Hay un silencio de la naturaleza, donde caben sonidos armónicos con el rumor del agua o del viento. Un silencio consciente como el de la meditación propicio para el encuentro con uno mismo, para la captación y comprensión de la verdad.Dice Neruda:“Me gusta cuando callas y esta como distante.Y estás quejándote, mariposa en arrullo.Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:Déjame que me calle con el silencio tuyo”.Hay un silencio de homenaje. También está el silencio de la cobardía o la traición.Mucho más podrá decirse sobre el abismo del silencio. HaikuCanto lejanoapenas vibra el aireen el ocaso.ColaboraAurora Bitó[email protected]




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