El cuadro es nefasto. Desgarrador. La mujer, en llamas, pidiendo clemencia. El hombre, a un costado, dominado por una risa diabólica. Más allá, los chicos, sin poder creer lo que veían. Podría haber sido una película, pero la realidad siempre supera a la ficción. Yolanda Noemí Fernández (40) también debería ser una bandera. Un “Ni una menos”. Otro “Nunca más”. Pero su nombre jamás llegó a los medios de Buenos Aires. Su dolor nunca trascendió más allá de las fronteras de Misiones. Jamás “midió rating” en el horario central de la televisión. Ella también fue una víctima más de la desidia y del silencio de las mujeres que viven la pesadilla en el día a día.Ayer, al menos en su nombre, se hizo justicia. Rafael Arcángel García (45), su pareja y autor del hecho, recibió prisión perpetua, la condena más alta que prevé el Código Penal Argentino. No lo inculparon las pruebas materiales ni los testimonios en Cámara Gesell de sus propios hijos: García confesó el asesinato y firmó un juicio abreviado.El condenado debía sentarse en el banquillo de los acusados del?Tribunal Penal 1 de Oberá el próximo miércoles. Imputado por aquel delito, todo apuntaba a que recibiría la pena máxima. Sin embargo, ayer decidió evitar el escarnio público que le hubiese significado ir a debate oral y acordó un abreviado. Como se trata de la condena más alta, no hay escala penal.?Lo único que García ganó al aceptar sus culpas fue evitar la exposición a través de los medios de comunicación.Una historia de terrorDel expediente surge que todo sucedió a última hora del lunes 24 de noviembre de 2014 en la vivienda de la pareja, en Fracrán, a 40 kilómetros del casco urbano de San Vicente, sobre la ruta nacional 14.Una más entre otras tantas discusiones se inició en la escena entre García y Fernández. Sin embargo, a diferencia de esas otras veces, el hombre tomó la determinación de -luego de una golpiza- rociar con un líquido inflamable a la víctima y prenderla fuego viva. Todo frente a los hijos de la pareja, que contemplaron la escena perplejos, sin saber qué hacer.En Cámara Gesell, uno de los menores de edad fue contundente. Brindó detalles escalofriantes. Dijo ante los psicopedagogos, por ejemplo, que García reía a carcajadas mientras Fernández ardía entre las llamas y pedía por un poco de clemencia.Al decir de la Justicia, no hubo piedad, ni allí, ni después. Totalmente quemada, Fernández debió esperar casi 48 horas para que su marido la trasladara al Hospital Samic de San Vicente. Los médicos no podían creer lo que veían y la trasladaron de urgencia a Oberá. Esa reacción se repitió allí y la mujer terminó en el Hospital Madariaga de Posadas.Noemí se aferró a la esperanza de vivir. Pese a acabar con buena parte del cuerpo quemado y las vías respiratorias totalmente dañadas, se mantuvo con vida durante 38 días, casi como si antes de morir se hubiera propuesto llegar al 2015. Sin embargo, no hubo milagro para ella. El viernes 2 de enero de ese año su corazón dijo basta.A esa altura, García ya estaba preso. Las pruebas en su contra fueron demoledoras. Tanto que, en noviembre de 2015, el magistrado?obereño Horacio?Heriberto Alarcón elevó la causa a juicio oral y público. El imputado debía responder el miércoles próximo por los delitos de “homicidio calificado, amenazas, tenencia y portación ilegal de armas de fuego”. Sin embargo, el peso de la conciencia fue demasiado y confesó todo. Tiene 35 años de prisión por delante.





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