Esta semana que pasó, nuevamente tuve la oportunidad de ratificar el impacto de aplicar las herramientas que nos proveen los métodos de gestión colaborativa de conflictos. Esta vez, en el seno de una familia.Cuestiones de convivencia en un contexto de carencias materiales, personas de orígenes étnicos, religiosos y políticos diversos, en la que pudimos enfocarnos en el respeto al ser humano y lo sagrado de la vida que los une más allá de sus diferencias.Este acompañamiento -si bien es un plazo corto en relación al tiempo con el que venían conviviendo con sus conflictos-, les permitió acordarse que los seres humanos, en definitiva, formamos parte de una misma familia que convive sobre la faz de la Tierra; y de la importancia de aprender a disfrutar, tanto de las similitudes como de las diferencias en la comunidad.La transformación se manifestó pasando del descreimiento y desconfianza reinantes al comienzo, afianzado en varios expedientes iniciados ante juzgados y distintas reparticiones públicas, un agotamiento ante el peregrinar sin ser escuchados; y ante la falta de respuestas, cercanos a la resignación. De allí, a pasitos, hacia la oportunidad que encontraron trabajando en un ambiente de paz, cercanía y seguridad.Rescato enormes aprendizajes y riquezas de cada proceso que asisto, éste particularmente me permitió recordar que, al encontrar el terreno común, nos resulta más sencillo relacionarnos más allá de nuestras diferencias, descubriendo que es mucho más lo que nos une.Sólo en un terreno sin armas se hace posible el encuentro de las almas.Los aspectos que nos permiten celebrar la vida, tanto en comunidades como a cada individuo son los mismos, compartimos iguales motivos a la hora de festejar y agradecer, básicamente el hecho de estar vivos y todo lo que ello implica.Esta perspectiva que existe algo universal sobre los aspectos de la vida que merecen ser vividos y que une a las personas, más allá de las divisiones que a veces imponen las religiones, los nacionalismos, las fronteras y hasta el mismo sistema, son la base sobre la cual debemos sostenernos e impulsarnos.Me desafío y los desafío a parar un momento y disfrutar con más intensidad de los buenos momentos. Agradezcamos, apreciemos, valoremos, por muy duro que sea nuestro día, el simple hecho de estar vivos, aquí y ahora, es una fiesta. Encontremos adentro nuestro, ese rinconcito desde donde es posible el encuentro de las almas.ColaboraValeria [email protected] 3764-510132





Discussion about this post