La vida es una es una sucesión de momentos que pasan frente a nuestros ojos como un caudal torrentoso sin que podamos detenerlo transformándose en la hoja de un puñal que lastima y hace sangrar nuestras manos cuando nos aferrarnos inútilmente a ellas. Aquellas situaciones que jamás se volverán a repetir y que irremediablemente quedarán guardadas y que siempre encontrarán la manera de repercutir en el presente.Por este motivo, las personas intentarán revelarse una y otra vez de ellos viviendo una libertad ficticia donde se sentirán libres y con ganas de hacer todo aquello que anhelan.El primero de los deseos sin dudas será volver a desafiar a la soledad y la rutina cuando intenten a amar e ilusionarse con aquellos bellos ojos donde encontrarán una nueva oportunidad para desnudar sus sentimientos, al igual que su cuerpo y para entregarse plenamente.Otras veces, querrán desafiar al horizonte y adentrarse en lugares lejanos con el afán de descubrir todo aquello que su alma inquieta le reclama para comenzar a vivir nuevamente. Incluso, dentro de toda rebeldía pasajera vendrá también la seducción y el encanto de lo prohibido, que se presentará como esa mitológica sirena que con su canto llevaba al naufragio a marineros ingenuos que caían bajo su influjo, desafiando al incauto a pasar ese límite en el que creerá que será fácil volver cuando se deseé. Tampoco puede quedar afuera esa etapa de transgresión, donde ese individuo pensará que la vida le regala un segundo aire para sentirse un adolescente, que en esta oportunidad no desafiaran los estereotipos especulativos de la sociedad, sino que creerá que volvió a ser aquel joven que cumplirá aquellas situaciones pendientes, sin darse cuenta lo difícil que es volver a aquellos tiempos, aunque cambien de atuendo o tenga una conducta más abierta y extrovertida. Todas esas imágenes del pasado deben ser guardadas como un tesoro, por más ridículas que parezcan: como aquel cigarrillo suave a medio terminar o experimentar el humo de tabaco en una pipa como todo intelectual, esa borrachera que despertó la sonrisa del viejo, o aquel primer beso que aún hace cosquilla en los labios al recordarlos. Cuando nos liberamos de aquellos momentos vividos, nos adentramos a las situaciones que se van presentando y que se transformarán de alguna manera, nuestros recuerdos futuros. Si pudiéramos detener el tiempo, aunque sea unos segundos, veríamos a nuestra vida como un gran lienzo y este sería el mejor libro donde aprenderíamos el secreto de vivir y aprender de todos los momentos que pasamos, pero sobre todo apreciar cada instante que será irrepetible y único que nos han dejado en el lugar donde nos encontramos ahora. No importa si en aquellas situaciones estábamos con nuestra familia, algún amor imposible de olvidar o solos, cada uno de esos momentos son importante y lo tenemos que valorar, porque aprendimos de todas esas situaciones. Quizás lo más importante es no volver a las malas situaciones, así también aquellas que llenaros nuestras vidas de noches de pasión o viviendo un cariño intenso bajo el sol, porque cada momento de amor no es igual y cada uno tendrá su particularidad que lo hace único. Los momentos están hechos para ser vividos, sobre todo para equivocarse y eso nos convertirá en una mejor persona, incluso podemos enseñar a través de nuestras experiencia a quienes quieran escuchar.A mi parecer, No vivan los momentos como si fueran los últimos que hagan, sino que traten de disfrutarlos como algo que los haga sentir vivos, porque no se volverá a repetir. Por Raúl Saucedo [email protected]





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