(Nota completa publicada el 4 de noviembre de 1996)El desocupado, entre otras cosas, se adjudica a sí mismo la culpa de haber quedado sin trabajo, lo que para el psicólogo social Víctor Reck es un grado de perversión máxima del sistema. Al ser entrevistado por PRIMERA EDICIÓN, el profesional explicó que por eso también se explica que el desocupado no cree gran conflictividad social. Explicó además que el alto índice de suicidios que registra nuestro país no debe analizarse desde otra óptica que desde la frustración por la que transita el trabajador, ya sea un obrero, empleado, empresario o profesional, ya que el nivel de stress en la actualidad es muy alto y no excluyente de las grandes ciudades.La Argentina figura en el lugar número once de suicidios en el mundo y en primer lugar en América Latina, teniendo a la depresión como causa común. Con estos datos no sorprende la cantidad de pacientes que esperan ser atendidos en la sala de espera del sector de Salud Mental del Hospital Madariaga."Sí, es preocupante lacantidad de suicidios que hay en nuestro país" -admite el psicólogo social Víctor Reck-y la depresión a la que lleva la desocupación puede ser una de las causas. Y hay que ver qué nivel de registros se llevan, porque se sabe que Suecia es el primer país europeo con mayor cantidad de suicidios pero ese país lleva un registro. De cualquier manera, el hecho de que Argentina figure en ese lugar es altamente preocupante, y si a eso le agregamos los suicidios no computados como tales: adolescentes que se matan con motocicletas, o los que manejan un auto a 200 kilómetros por hora, por ejemplo, seguramente el número asciende".Para el psicólogo, lo más grave en el tema de la desocupación es la culpa que se adjudica el desempleado. Recordó el caso de un hombre de más de 50 años, plomero, que trabajó toda su vida y que de golpe no tuvo más empleo. "Lo primero que se plantea es ¿por qué me pasa esto?, ¿qué hice de malo? Va a la iglesia, pide perdón a Dios, entonces, la causa que es externa inmediatamente la lleva como si fuera una cuestión suya, de culpa. En la cadena de tu vida siempre hay cosas que podrías haber hecho y no hiciste, pero si no tenés el drama de quedarte sin trabajo, esas cosas ni te las cuestionás; pero cuando falta comienzan las culpas, y resulta que el desocupado es culpable, no la situación que genera la desocupación, eso explica el alto índice de depresiones, alcoholismo, etc., Especialmente en los hombres, porque social y culturalmente está organizado que ellos lleven el pan a la casa, así como está organizado que la mujer se ocupe de la casa y de los hijos, lo que no quiere decir que la mujer no trabaje o que el hombre no la ayude en la casa".Pero "esto de adjudicarse la culpa a sí mismo es el nivel máximo de perversión del sistema, por eso también se explica que el desocupado no sea un tipo que arme gran conflictividad social, porque el obrero, el empleado, incluso el profesional, cuando atraviesan un problema laboral, supuestamenten tiene un enemigo contra el cual se enfrentan; el culpable está afuera y pueden pelear contra él, entonces se organizan, hacen manifestaciones, protestan; en cambio, el desocupado se adjudica la culpa, no se puede organizar, se aisla, primero de su núcleo social, después de sus amigos, de su familia y termina destruyéndose"."No se puede hacer un análisis individual"Teniendo en cuenta esto, Reck considera como "un error grave de los que trabajamos en el tema cuando queremos rastrear en la historia del paciente para ver cómo llegó donde llegó; ¿por qué es grave?, porque siempre vamos a encontrar metidas de pata en la vida de alguien, situaciones que no pudo resolver, pero eso no explica que se quede sin trabajo. Así que cuando los profesionales llevamos la problemática a nivel individual como soporte de la situación, estamos haciendo iatrogenia" (significa hacer una acción médica para curar algo y provocar algo peor). "Si yo quiero trabajar con un paciente sobre el eje de la desocupación y me esfuerzo sobre la historia individual, estoy haciendo iatrogenia, le doy más culpa todavía. Tengo que tomar eso como un accidente, como algo que tiene que ver con la situación actual pero que no es lo determinante. Lo sería si el índice de desocupación fuera del uno por ciento, pero cuando la desocupación abarca al 50 por ciento de la gente, no se puede hacer un análisis individual".Círculo viciosoVíctor Reck sostiene que la falta de empleo genera un círculo vicioso: "La persona se queda sin trabajo, comienza a buscar, se cansa, se deprime, se aísla entre otras cosas por los sentimientos de culpa. Es un círculo bastante común. El tema de la desocupación no es sólo del desocupado -asegura-, ya que cambia el horizonte del imaginario social y la desocupación se convierte en un terror. Todos tenemos miedo de que nos echen, eso implica un nivel de temor y angustia terrible". "La desocupación también conlleva bajos salarios, uno no pelea por sus derechos ante el temor de que lo despidan. El imaginario social cambia, la sociedad se torna depresiva, sin fuerzas y generalmente se tiene a suplantar esta situación con otras cosas: el alcohol, la droga, lo que sea. Hay una gran falta de solidaridad, porque nosotros estamos educados en el trabajo como organizador. El trabajo es clave: ahí se juega la vocación, la manutención, los valores; y cuando ese organizador entra en crisis, entra en crisis todo. La posibilidad de trabajo implica organización solidaria, lucha, proyectos, futuro. En cambio, el horizonte de la desocupación implica una pérdida del trabajo como eje organizacional, por eso es tan grave".Stress: cóctel explosivoOtro efecto de nuestro tiempo es el stress. En términos sencillos, "el stress es una cantidad de excitación que viene de afuera y de adentro que invade la mente, el sujeto, el aparato psíquico que no se puede elaborar. El estresado recibe permanentes estímulos y cuando ya no puede simbolizarlo pasa al cuerpo. Lo que implica un nivel de cansancio, de baja de las defensas que manda al diablo el sistema inmunitario. Alguien estresado es pasible de agarrarse una infección que a otro con las defensas altas no lo toca. Entonces, en este modelo de sociedad altamente competitivo por un lado y que margina por el otro, si sumo una situación de estímulo externo, más uno interno que es la culpa del sujeto, se hace un cóctel explosivo", explica el psicólogo.Lo que antes era propio de las grandes ciudades, "resulta que ahora también hace un cóctel explosivo en Alem, por ejemplo, ya no es una característica de la gran ciudad con muchísimos estímulos; ahora tenemos situaciones de stress en Buenos Aires y en un campesino de Alem, ya no es sólo la presencia de la gran ciudad, es toda una situación que combina lo externo e interno, las culpas del sujeto por un lado, y por el otro el estímulo del afuera que nos presenta situaciones que no podemos
resolver. Eso es el stress".Víctor Reck lo ve como una situación complicada porque "la salida depende mucho del afuera. Además la desocupación atraviesa todas las clases sociales, desde el que se quedó sin nada, el de clase media que tiene miedo de perder y el de clase alta que no se puede bancar el nivel de competencia. Entonces ahí aparece la droga, por ejemplo, o el vino. Es muy bravo aguantar ese cóctel molotov, y el que no está bien plantado se suicida"."Hay una tendencia -como en la época de la dictadura-de adjudicarse la culpa. Yo creo que gran parte de las depresiones y los suicidios tienen que ver con eso. Porque cuando uno dice el culpable es éste, lo odiás a él, pero cuando asumís que el culpable sos vos, te odiás a vos mismo y de ahí al suicidio hay un paso", reflexionó el psicólogo.





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