El desplome de la Bolsa de Valores de Nueva York produjo una situación de verdadero pánico que provocó la posterior crisis bancaria en Estados Unidos. El 24 de octubre, tras varias pequeñas bajadas, se produjo la primera gran caída, llegando a descender la Bolsa un 9%. El pánico fue tan grande que la Policía debió clausurar la Bolsa. Se llegaban a ofrecer paquetes de acciones a un tercio de su valor, sin encontrar comprador. Muchos millonarios y ricos inversores se lanzaban desde los rascacielos incapaces de asumir la gran depresión que se avecinaba y que nadie quiso ver.





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