Cuando por las noche cerramos los ojos viajamos a un mundo que se transforma en verdadero, en él se encuentran todos aquellos recuerdos que creíamos olvidados, incluso esas imágenes se amalgaman con nuestros deseos y crean un mundo perfecto que, por supuesto, ella se encuentra allí: con esa sonrisa cálida y tierna que me roba todas las sonrisas, sin saberlo se dibujan sobre mi almohada. En ellos sigo mis huellas que quedaron grabadas en tu piel y que me llevan todas las noches a tu boca para poder despertarte. Otras veces son mis manos que te siguen por encima de tu pollera para dibujar el contorno de tu cintura y entrelazarlas con tus manos y no dejarte ir, mientras aquella inmensa luna siga en el cielo. En ese momento: lo real y verdadero se trasforman en un sueño donde brillas con un largo vestido hecho de sol y luna. Inquieta bailas alrededor de mi cama como una ninfa radiante que me invita nuevamente a amarte, a ser tu confidente, cómplice de tu silencio y dueño de tu más hermoso secreto. Entonces ambos comprendemos que ese mundo sólo es nuestro porque no hacen falta las palabras, porque nuestro amor siempre se transformará en esa eterna mirada: la tuya y la mía porque no haría falta más nada.Entonces ¿quién puede decirme qué es lo real o verdadero? Si el secreto de la vida es ser feliz, soy feliz en aquellos sueños donde te encuentro. Las almas conformistas pueden llamarlas utopías, otras realistas simplemente las nombrarán como locuras, quizás porque ellos no se atreven a soñar.Pero de tanto amar, tu piel y perfume se transformaron en una verdadera presea que adorna hasta la noche más oscuras, porque simplemente apareces sin siquiera pedírtelo, como una grata sorpresa que cruza una distancia y va en busca de mi encuentro. Mis sueños, muchas veces se transforman en aquel eterno romance de abril, lleno de amor donde no había espacio para la ausencia y el dolor, montados en un rayo de sol íbamos rumbo aquel nido hecho de paz y amor.Quizás cuando la mañana aparezca, le pregunte nuevamente: cómo seguiré, si siento que irremediablemente debo abandonar el refugio de los sueños donde tímidamente permanezco acurrucado en tus brazos. Levanto la mirada y afuera se levanta un desierto eterno, lleno de espejismos, cielos azules y fríos vientos que tu ausencia me señalan. Pero la realidad también llega con su noche más oscura y su silencio que despierta dentro de mi alma el deseo de volver a encontrarte. Un sueño puede transformarse en eterno cuando se contrasta con lo efímero que puede la felicidad dentro de esa realidad fría y egoísta que a veces desconcierta. Entonces, al cerrar los ojos te haces presente y tan solo con una caricia: las tristezas se desvanecen con el embrujo de tu mirada y una caricia que al tocarme el aire se torna en una apacible felicidad y la imagen de lo real comienza a desaparecer al igual que los círculos que se forman en un espejo de agua. Todas aquellas noches vuelvo a enamorarme de esa dulce boca que nunca me dijo adiós, simplemente te fuiste para poder encontrarte en mis sueños y poder convertir mi alma en fuego con tu mirar. En ese momento siento morirme y resucitar cuando tu sonríes, volviéndome a amar sin explicación ni disculpas. Simplemente te agradezco que me hagas vivir plenamente en mis sueños donde celebramos una y otra vez el reencuentro. La noche siempre se transformará en un lugar para los dos, será aquel encuentro secreto que se desvanecerá cuando salga el sol. Por Raúl Saucedo [email protected]




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