Es cierto que las personas no son perfectas, y nuestros padres tampoco. Muchas veces los juzgamos con la vara en la línea más alta creyendo que deberían ser perfectos y hacer todo lo que a nuestro juicio está bien, olvidando que quienes están primero son ellos y todo lo que realicen tendrá sus porqués basados en sus historias y en las posibilidades que tienen de actuar en función de lo que vivieron. Nuestros padres también tienen miedos, también tienen dudas, también sufren y también se equivocan. Algunos expresan entender a sus padres recién cuando se convierten en padres también, pero ¿es necesario llegar a ello para mejorar nuestro entendimiento y relación con ellos?Es importante entender y reconocer la energía que de nuestros padres obtenemos, aunque no nos relaciones con alguno de los dos, o con ambos por el motivo que sea, estar en paz con ellos y aprender a perdonarlos por lo que creemos que hicieron mal, o nos hicieron faltar, es fundamental. De ellos tenemos la energía para sentirnos completos y seguros en el conducir cotidiano. Si aprendemos a tener una relación sana con ellos que son nuestro pilar en la vida podremos sostener más sanamente también el resto de nuestras relaciones, manejarnos con soltura y seguridad y mantener nuestra integridad equilibrada y en elevada autoestima, que a su vez nos beneficia en todas las áreas de nuestras vidas.Para tener una relación sana con nuestros papas es necesario ocupar nuestro rol de hijos frente a ellos y aceptar que quienes educan son ellos a nosotros, y no a la inversa. Todo lo que nos digan, se debe respetar, aunque no estemos del todo de acuerdo, respetar por el solo hecho de que mama o papa está hablando así tengamos 50 años y son ellos quienes nos han dado la vida, si los juzgamos nos estamos juzgando a nosotros mismos, porque de ellos venimos. Ocupar nuestro rol como hijos también nos permite seguir el ciclo normal de la vida aprendiendo lo que cada etapa conlleva: saber recibir, respetar orden jerárquico, adquirir seguridad y saber ocuparnos de nosotros para luego aprender a dar y cuidar y saber cómo guiar a los demás, nuestros hijos, nuestras próximas relaciones.Para recomponer la relación con los papas es fundamental saber agradecer por todo lo que se nos dio, por los malos momentos que nos enseñaron a ser fuertes, nos impulsaron a ser mejores, y todo aquello que quizás no deberíamos copiar, y por los buenos momentos y todo lo que a su alcance nos pudieron dar, porque después de todo estamos en esta vida gracias a ellos. Y recuerda: nadie puede dar lo que no tiene, y lo que tiene es lo que da. No esperemos algo de nuestros papas si al investigar sus historias vemos que tampoco lo hay. Seamos más amor, más comprensión y nuestra calidad de vida así de seguro mejorara.Colabora: Natalia de las NievesTerapeuta MotivacionalEn Facebook: Rincón De Luz y Bienestar154366593





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