Esa gente todas las noches reza para que haya pan en su mesa, para que cada mañana el hombre de la casa se prepare bien temprano para salir a trabajar, para no tener que mendigar o vivir de las migajas que les regala el Estado. La mayoría de los pobres vive en barrios de emergencia, pero son buenas personas, a las que los sucesivos gobiernos y, sobre todo el último que tuvo la mejor oportunidad desde la segunda guerra mundial de sacar adelante el país-; les fueron quitando los sueños, las ilusiones, las ganas de trabajar y prosperar honradamente.Se han hecho varias cosas buenas, pero la inversión no aparece y, créanlo está lejos aún, sobre todo la extranjera, por más que como nunca antes haya tanto dinero en el mundo esperando oportunidades para invertir, atento a que en muchos países hay que pagar intereses para tener el dinero depositado en los bancos. Para que el capital no especulativo, el de largo plazo, el que genera fuentes de trabajo y riqueza verdadera venga, falta que se den algunos postulados básicos, casi de manual, y que Argentina todavía está muy lejos de cumplir: seriedad, confianza, estabilidad, PREVISIBILIDAD Y COMPETITIVIDAD. La intención del Gobierno es muy buena al igual que algunos hechos pero, muchas veces en poco tiempo, ha actuado con total ingenuidad, casi como aquel Sr. radical que luego de una estampida financiera dijo: “Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo”. Y desde esa época hasta ahora la cosa se puso mucho peor, la corrupción avanzó más que ninguna otra actividad en el país al punto que ya no resulta descabellado cuando el valijero Fariña dice que se robaron un PBI completo, es decir el trabajo de todos durante todo un año. La corrupción en el Estado es peor que un cáncer.Y sinceramente creo que para lograr un principio de aquellos postulados básicos lo más rápidamente posible, la Justicia tiene la mayor responsabilidad. Hasta ahora hemos visto cómo se cuentan propiedades, cómo procesan a unos y a otros pero casi todos libres, se niegan a declarar, contratan abogados prestigiosos por sumas millonarias que ponen palos en la rueda que son legales, pero ¿son JUSTOS? Así, pueden pasar más años que lo que duran los gobiernos en pleitos, sin ninguna sanción definitiva, a la espera de que en algún momento tomen el poder amigos que los dejen en libertad.Se ríen de nosotros, de los que trabajamos todos los días y pagamos los impuestos que ellos evaden con la complicidad del fisco, que pone contra la pared a la mayoría, pero deja en un padrón de intocables a un grupo de beneficiados que pueden cobrar a la gente miles de millones sin depositar, como el zar del juego. O que recibían pautas multimillonarias de publicidad y no pagaban las cargas sociales de sus empleados, el dinero de ellos. Esto no se vio nunca antes en la historia de este país. Y se trata siempre de los mismos que hablaban los del gobierno anterior y hoy conspiran contra éste, salvo los que prefirieron cerrar sus puertas ante la baja de la publicidad oficial. No fueron capaces de poner un peso de todo cuanto habían robado. ¡¡Qué grandes empresarios!!El Gobierno ¿cree que tocando el timbre, va a poder contener la insatisfacción generalizada y la tremenda caída de la actividad? Solo que aplique las mismas recetas populistas que aplicó el gobierno anterior, lo cual será más de lo mismo y una nueva desazón para quienes los votamos. Son ingenuos y el tiempo pasa. Los gobiernos populistas son como las langostas: destruyen todo a su paso. Pero la ingenuidad del Ejecutivo debe ser equilibrada por el rigor del accionar de la Justicia contra los verdaderos traidores a la Patria, que saquearon el país en nombre de los pobres. Vean el ejemplo de Brasil, donde uno de los dueños de la corporación Oberdrecht de Brasil que tenía 181.000 empleados, en más de 20 países, fue preso y sentenciado a 19 años de prisión, en menos de un año por pagar sobornos para quedarse con contratos del Estado.Los pseudoempresarios y funcionarios corruptos tienen que ir presos, basta de procesamientos en libertad a tipos que le roban a todos y más aún a los pobres. Terminar con la impunidad nos hará un país más serio y la confianza será casi inmediata. Si la Justicia no actúa con celeridad y severidad, los corruptos se seguirán burlando de nosotros y serán sus cómplices. Ahora tienen libertad de actuación y no hay excusas salvo aquellos que militan para los delincuentes. La sociedad se los reclama, tienen una oportunidad histórica para abonar el camino hacia la normalización de la Nación y, así, acelerar la inversión, única forma sólida para bajar tanta pobreza y así la delincuencia. Háganlo por nosotros, por ustedes, por sus hijos y por todos los hombres de bien que quieran habitar el suelo argentino.Por Francisco José WipplingerPresidente de PRIMERA EDICIÓN S.A.





Discussion about this post