El asesino siempre vuelve a la escena del crimen. Lo dice el viejo axioma policial que, esta vez, se cumplió a rajatabla. Si William Terra Gerard no hubiese regresado, hoy el crimen de Cristian Rafael Riquelme (20) aún estaría impune. Pero el acusado, de nacionalidad brasileña, no soportó esa sensación, regresó y lo detuvieron.Ese fue su peor error. Y el jueves, finalmente, no le quedó más que confesar la autoría del hecho y firmar un juicio abreviado por el que recibió una condena de 19 años de prisión ante el Tribunal Penal 1 de Eldorado, que debía juzgarlo en los próximos días. Pasará varios años en prisión hasta recuperar la libertad.El acuerdo entre la defensa del imputado y la fiscalía, a cargo del letrado Federico José Rodríguez, se celebró minutos antes del mediodía. Todo indica que en las próximas horas será homologado por los magistrado Atilio León, Lyda Gallardo y María Teresa Ramos.Terra Gerard debía responder en el banquillo por el delito de “homicidio simple”, que prevé penas de 8 a 25 años de prisión. Sin embargo, prefirió confesar el crimen a recibir un castigo aún peor por lo sucedido en la madrugada del domingo 28 de diciembre de 2014.Aquel día, alrededor de las 5.30, Riquelme salía de un boliche emplazado sobre la avenida Tránsito Pesado de Bernardo de Irigoyen, a pasos de la siempre caliente frontera seca y no más de cien metros de la Aduana, cuando fue abordado por Terra Gerard y un adolescente que, al momento del hecho, tenía 16 años, razón por la que ayer se le declaró la responsabilidad penal pero, debido a su edad, permanecerá libre.Nunca se supo bien cuáles fueron las motivaciones del acusado, aunque los investigadores suponen que se trató de una disputa nocturna dentro del local bailable que, ya afuera, tuvo el peor de los desenlaces.La crónica policial señaló en su momento que Riquelme fue abordado en ese escenario por los homicidias, quienes bajo aparentes efectos de alguna sustancia lo atacaron sin contemplaciones. Fueron piedras y adoquines utilizados para la construcción de las calles de la zona las armas homicidas que sesgaron la vida del joven. En la escena, efectivos de la Policía provincial secuestraron -por ejemplo- una piedra mora de enormes proporciones con manchas de sangre, que habría sido utilizada para el golpe final.Terra y su cómplice nunca lo supieron hasta el inicio del proceso, pero su huida fue captada por las videocámaras de seguridad de viviendas y comercios de la zona. Rezan las fuentes que las imágenes muestran a ambos escapar pero, en plena salida, regresar para asegurarse de consumar el crimen con aquella roca luego secuestrada.Tanto en ese momento como ahora, aquellas imágenes fueron claves, ya que permitieron identificar a los autores y reconocerlos como Terra Gerard y el menor de edad, ambos oriundos de Dionísio Cerqueira, localidad emplazada del otro lado de la intangible frontera.No obstante, de nada hubieran servido si no fuera porque el autor ahora confesó decidió regresar a la escena del crimen, tal como reza aquel axioma detectivesco. Pagó ese error muy caro y ahora se sabe el precio: 19 años de cárcel.





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