"También el alimento es escaso", escribió el autor de la carta anónima que permitió descubrir numerosas irregularidades en la Unidad Penal III del Servicio Penitenciario Provincial. Y tenía razón. No sólo las salidas de presos no autorizadas por la Justicia eran “moneda corriente” en la cárcel de Eldorado. El escándalo es todavía mayor. Ahora las autoridades descubrieron que la carne que llegaba para la alimentación de los internos era desviada apenas minutos después de arribar al complejo penitenciario.Como PRIMERA?EDICIÓN publicó el último viernes, los dos exjefes de la mencionada penitenciaría fueron imputados por los delitos de “abuso de autoridad y violación de los deberes de funcionario público, omisión de actos de oficio, ejercicio de funciones correspondientes a otro cargo y coacción”. Sin embargo, esa carátula ahora podría ampliarse, en virtud del descubrimiento reciente al que arribaron las autoridades encargadas de la investigación, que abre las puertas hacia una probable nueva acusación.Mediante la recolección de testimonios y el análisis de los libros y otros documentos de la UP-III fue que la magistrada Nuria Allou -titular del Juzgado de Instrucción 2 de Eldorado- llegó a la conclusión de que la mercadería que debía conformar la ración diaria de los internos no llegaba al plato de los mismos.Al respecto, fue determinante un informe elevado por el Tribunal Penal 1 de Eldorado -a cargo de los jueces Atilio León, Lyda Gallardo y María Teresa Ramos- que consta en el expediente en cuestión y que desnuda en buena parte las irregularidades denunciadas por el anónimo.Según ese documento, los jueces realizaron una inspección sorpresa en la UP-III el martes 3 de mayo. Allí constataron que, según figuraba en los registros, alrededor de las 8 de ese mismo día los penitenciarios habían descargado una media res -algo así como entre 100 y 200 kilogramos de carne vacuna- y alrededor de 350 kilogramos de pollo.Hasta allí, nada raro. Sin embargo, cuando fueron hasta el sector de la cocina y abrieron los refrigeradores, se toparon con una sorpresa: en los mismos sólo encontraron un “cuarto” de la media res que figuraba como ingresada en los registros. Del pollo, ni hablar: no había rastros del producto, que brillaba por su ausencia. Los magistrados dejaron asentada esa novedad alrededor de las 8.20, lo que indica que entre el ingreso de la mercadería y el insólito descubrimiento sólo pasaron veinte minutos. En poco más de un cuarto de hora, la mercadería había desaparecido de manera misteriosa y, lo peor, jamás fue hallada.¿Dónde fue a parar esa comida? Ese es uno de los objetivos que tiene ahora la investigación que encabeza la jueza Allou. No se descarta nada, incluso que la mercadería haya sido vendida, tal como sucedía en 2013, en otro escándalo que involucró a la misma cárcel.No obstante, además de la línea que se abre ante la posibilidad de la existencia de un nuevo delito, la desaparición de los alimentos atenta contra uno de los derechos fundamentales exigidos por las Naciones Unidas para los presos (ver recuadro).Como PRIMERA?EDICIÓN publicó en exclusiva, la investigación se inició el lunes 29 de agosto, cuando una misiva anónima fue dejada bajo la puerta del Tribunal Penal 1 de Eldorado. En la misma, el autor enumeraba una serie de irregularidades que -según sus palabras- ocurrían a diario en la cárcel emplazada sobre la avenida El Fundador de esa localidad.Eso derivó primeramente en una remisión urgente de informes por parte de ese alto órgano judicial, que posteriormente envió lo actuado a la fiscalía de Instrucción 2 de Eldorado, a cargo de Bibiana Alderice. La representante del Ministerio Público solicitó entonces la instrucción de la causa, que parece haber abierto una verdadera “caja de pandora”.La alimentación, un derechoAdemás de lo estipulado en el artículo 18 de la Constitución?Nacional -“las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas”- Naciones Unidas adoptó el 13 de mayo de 1977 las reglas mínimas para el tratamiento de presos.Bajo el título “Alimentación”, en ese documento se establece que “todo recluso recibirá de la administración, a las horas acostumbradas, una alimentación de buena calidad, bien preparada y servida, cuyo valor nutritivo sea suficiente para el mantenimiento de su salud y de sus fuerzas”. La reunión de la ONU en la que se arribó a ese protocolo tuvo un nombre que lo dice todo: “Prevención del delito”. Sobran más palabras.





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