Respirar es el acto vital por excelencia, pero muchas personas tienen malos hábitos respiratorios como hacerlo por la boca en lugar de por la nariz o utilizar sólo una parte de la capacidad pulmonar. Debemos aprender a respirar con toda esa capacidad para desintoxicar y oxigenar el organismo, nos decía otro argentino, el Prof. de Hatha Yoga Horacio G. Maniglia, cuyas enseñanzas seguiremos hoy, dando continuidad a este tema fundamental en la práctica del Yoga.En nuestro agitado mundo, pocas personas parecen percatarse de que un incorrecto hábito respiratorio es tan perjudicial como un régimen alimenticio inadecuado. Y siendo numerosas y excelentes las publicaciones sobre salud y alimentación saludable que leemos a diario, apreciaríamos que también divulgaran nociones sencillas sobre la importancia de respirar por la nariz y no por la boca, porque las fosas nasales actúan como un filtro protector de los órganos respiratorios, ya que en ellas se limpia y calienta el aire que inspiramos. Como diría André van Lysebeth, en la exhalación por vía nasal el aire que sale restituye el calor a la nariz para que pueda acondicionar el aire fresco que va a entrar, siendo el principal órgano de absorción del prana según los yoguis. El Prof. José María Ansaldi, también argentino, completa esta idea considerando que “una respiración deficiente compromete las funciones cerebrales en diversos grados: falta de memoria, de poder de concentración, bajo nivel intelectual, fatiga cerebral, temor, ansiedad, desequilibrios, etc., y por consiguiente, la parte espiritual también se resiente”.Teniendo siempre presente que Yoga es unión de cuerpo, mente y espíritu, recordemos que los yoguis enseñan desde muy antiguo que el aire contiene un elemento sutil, no analizable químicamente, que denominan prana y al que podemos definir como “energía absoluta”, “principio activo de la vida” o “fuerza vital”; o “bioenergía” según las modernas investigaciones. Para utilizarlo conscientemente desarrollaron complejas técnicas que nosotros, occidentales del Siglo XXI, hemos adaptado en prácticas más simples porque necesitamos prioritariamente comprender la importancia capital de la respiración en el mejoramiento de nuestra calidad de vida, a fin de preservar la salud física y mental y así disfrutar de la paz espiritual, merced a una tradición milenaria que persiste en el tiempo y sigue siendo eficaz.Ya en la colchoneta, en la hora de Yoga, comprendemos que lo importante es inhalar y exhalar con suavidad, evitando toda brusquedad. La entrada y salida del aire debe ser apenas perceptible. En tiempo presente, en el ahora, con el cuerpo correctamente posicionado y relajado, nos disponemos a experimentar la respiración completa del Yoga, como visualizando los 750 millones de diminutos alvéolos pulmonares realizando laboriosamente el intercambio gaseoso con la sangre. Finalizada la práctica, procuraremos que sus efectos beneficiosos no se limiten a los minutos dedicados en la clase, sino que gradualmente propicien la sustitución de hábitos arraigados e insuficientes, hasta convertirse en nuestra nueva forma natural de respirar, facilitando la incorporación del prana en los centros nerviosos… y éstos sabrán distribuirlo inteligentemente. Namasté.Colabora: Ana Laborde Profesora de Yoga [email protected]





Discussion about this post