Los primeros cinco testigos del debate oral por contrabando agravado que tiene como acusados al agente aduanero Rubén Jachow y al empleado municipal Carlos Salvador Bouix, los dejaron en una posición incómoda porque no sólo sus declaraciones ratificaron las sospechas en su contra, también aportaron claridad en cuanto a los procedimientos de control del tráfico de mercadería en el puente Posadas-Encarnación.Jachow (49) y Bouix (36) están acusados de “contrabando de importación agravado”, caso registrado hace poco más de diez años, durante la madrugada del 10 de febrero de 2006 cuando fue secuestrado un Renault 12 cargado con 661 gruesas de cigarrillos fabricados en Paraguay.El delito fue descubierto por un inspector bromatológico de la Comuna posadeña y por un oficial de la Policía provincial que formaban parte del puesto que la Municipalidad había montado en la salida del viaducto escasos metros del cruce de las avenidas Roque Sáenz Peña y Mitre para impedir el ingreso de alimentos desde la vecina orilla.Santiago Alejandro Adorno (39), fue quien interceptó el Renault 12 gris que presuntamente, encabezaba una caravana de automóviles sospechosos, siempre de acuerdo a la acusación, que Jachow habría omitido verificar y que transportaba las cajas de cigarrillos marca Rodeo.“Pasadas las 4 paró un auto, noté que el conductor viajaba incómodo. Vi un montón de paquetes de cigarrillos tapados con telas o plásticos negros. Apenas podía manejar (…) Le avisé a Diego Guarda (policía) y los otros dos automóviles con las luces apagadas que venían detrás casi me atropellaron. Tuve que correrme porque aceleraron y me pasaron a menos de un metro cuando vieron que Guarda hizo salir del carril al Renault 12”.Adorno también remarcó que “dentro del auto había un montón de paquetes de cigarrillos, no tenía asientos, sólo el del conductor, y el baúl también estaba cargado”, y agregó que “se acercó un hombre (Carlos Bouix) a hablar con Guarda. Había bajado de una camioneta Partner (Peugeot) blanca similar a la que había pasado antes que aparecieran los otros tres automóviles. Dijo que era el dueño del Renault, fue lo que escuché antes que lo esposara el policía”.“Todas las puertas”En cuanto a la primera testigo que complicó ayer a Jachow, fue su exjefa de turno en el puesto aduanero. Alicia Susana Aquino, la que manifestó que durante la madrugada del 10 de febrero de 2006, Jachow y Segundo González estaban asignados al control vehicular de ingreso al país. En cuanto a cómo repartirían las seis horas de verificación, aseguró que lo disponían ambos agentes según sus necesidades en el momento. Sobre el momento en que toma conocimiento de una situación confusa ya fuera del área primaria de control aduanero del puente, relató: “A las 4 un empleado del Senasa me comentó que había un auto parado en el puesto de la Municipalidad (…) Le pregunté a Jachow si él lo había revisado y me respondió que sí, pero me sorprendió su reacción cuando le comuniqué que la administradora estaba al tanto de la irregularidad. ‘Que venga la administradora y se fije en las cámaras’, me dijo de manera brusca, algo que nunca había hecho”.Responsabilidad y concienciaSobre el deber de controlar los automóviles de manera exhaustiva, el hoy agente jubilado Segundo Bonifacio González (75), designado en el control junto a Jachow durante la madrugada mencionada.“Trabajé 33 años en Aduanas, sabía que hay que solicitar documentos a los conductores y revisar los vehículos con linterna y, en mi caso, hasta destornillador. Hay que preguntar, observar y proceder a abrir todas las puertas y revisar de manera general. Si hay sospechas se procede a la requisa particular. Uno (el agente aduanero) es la autoridad en el control. Es una cuestión de responsabilidad, conciencia”.“Me quiso comprar”Tras el relato de González, el oficial principal de la Policía, Diego Guarda, aseguró que hasta el control bromatológico se aproximaron “tres automóviles, uno detrás del otro a menos de un metro de distancia (…) Adorno me pide que me acerque a ver al primero de los vehículos, le solicité al conductor que estacionara a un costado y que me entregue la documentación. El chofer aceleró pero estaba en punto muerto, por lo que extraje el arma y lo obligué a descender. Me mostró una cédula paraguaya y me dice que sólo llevaba cigarrillos. Los otros dos autos, mientras tanto, se dieron a la fuga y casi nos atropellan. En ese momento reduzco al conductor del Renault 12 y le pido que abra el baúl, había más bultos con paquetes de cigarrillos (…) El auto no tenía asientos, sólo el del conductor y estaba cubierto de la misma mercadería”.“Apareció un hombre que manifestó ser dueño del Renault 12: ‘¿Cuánto querés para solucionar este problema?’, me dijo y lo detuve de inmediato por tentativa de cohecho. Vino de forma canchera a querer comprarme, como si fuera una prostituta, pero como se dice también vulgarmente, se encontró con el cura en pedo”.El hoy jefe de Aduanas en Bernardo de Irigoyen, Marcelo Gabriel Bulacio (49), fue el último testigo de la audiencia. Fue testigo del arqueo a la carga de cigarrillos en la Dirección de Investigaciones de la Policía y también señaló que de acuerdo a su experiencia y ante las imágenes de las grabaciones de seguridad, Rubén Jachow “tenía que haber revisado el interior los vehículos, me pareció apresurado el control porque a ninguno de los tres conductores (de los autos sospechosos) les pidió que pisaran el pediluvio (la alfombra) del Senasa”, medida obligatoria en 2006 contra la aftosa.





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