"No importa si el vehículo robado es usado o de alta gama, lo que importa es su capacidad para acopiar drogas o cigarrillos. Cuestan en promedio siete mil pesos y hasta menos. Son rodados que los traficantes descartan una vez utilizados e incluso los abandonan cuando son detectados, con carga y todo". Estos datos fueron proporcionados por un investigador policial que trabaja en la zona de San Vicente, que para los robacoches es una suerte de “colador” cuando intentan llegar, desde Brasil y donde “levantan” los automotores, hacia el Alto Paraná misionero, donde los negocios ilegales de frontera tienen un movimiento incesante. En sólo nueve meses la Unidad Regional VIII -con asiento en San Vicente- ya ubicó e incautó más de treinta vehículos con pedido de secuestro por hurto o robo calificado en suelo brasilero. Algunos, al momento de ser secuestrados solamente cuentan con el asiento del conductor, es decir ya fueron acondicionados para el transporte de algún cargamento prohibido. De acuerdo a los voceros oficiales, los automotores ingresan desde Brasil por frontera seca, es decir por las localidades de Bernardo de Irigoyen o San Antonio, para luego continuar viaje hacia ciudades como Eldorado o Jardín América. Primer eslabón y destino finalLos vehículos incautados por la Policía de Misiones en los últimos meses registran en su mayoría pedido de secuestro en ciudades brasileñas como Dionisio Cerqueira o São Miguel do Oeste (ambas del estado de Santa Catarina) y Barracão (Estado de Paraná). Los robacoches, consientes de que su “mercancía” es como un hierro caliente que en cualquier momento puede ser detectada, tratan de cerrar trato lo antes posible con los traficantes, explicaron desde la fuerza. El objetivo es trasladar lo antes posible los cargamentos ilegales. “Los autos se pueden abandonar apenas son visualizados o perseguidos por fuerzas provinciales o federales, por ello les llaman ‘coches bomba’, son totalmente desechables”, indicó un investigador que trabaja en la zona de Jardín América y Colonia Oasis. Estas localidades están frente al río Paraná, límite natural con Paraguay y uno de los sectores más porosos de la frontera misionera. En ese sentido se supo que los robacoches canjean por cigarrillos o drogas los automotores brasileros, al igual que en la ciudad de Eldorado. “Prácticamente no se trata de repuestos o autopartes, como era el negocio tradicional, simplemente utilizan los rodados para poder llevar y traer mercadería ilegal, es un negocio millonario donde el modo de transporte es apenas una parte de la logística”, señalaron las mismas fuentes. También las motosLas motocicletas forman parte de otro negocio del submundo de los delincuentes, menos redituable y riesgoso. También ingresan desde Brasil y siguen camino hacia el Alto Paraná misionero, donde los repuestos y accesorios son trasladados a Paraguay, donde sí les dejan ganancia a los ladrones. Alerta en suelo brasileñoEn el sitio digital de la Red O Globo de Brasil se hicieron eco de la situación de vehículos sustraídos en ese país y que son trasladados por la frontera seca hacia la Argentina. “En la región sudoeste del estado de Paraná y Santa Catarina, el problema es el hurto de automotores en ciudades limítrofes con suelo argentino. El país vecino es el destino de la mayoría de los vehículos hurtados en el sudoeste del estado de Paraná y en el oeste de Santa Catarina. Según la policía las motos son las preferencias de los ladrones porque son canjeadas por pequeñas cantidades de droga, son vendidas rápidamente”, expresa el citado medio brasilero.Un dato no menor es que dicho diario hace hincapié en que “vehículos y motos de un total de 26 ciudades de dicha región son el blanco de los robacoches”. Los índices y estadísticas son alarmantes. “Durante 2016 se robó una moto por día en ciudades limítrofes con Misiones, que se supone es el destino final”, reveló el mencionado portal de O Globo. Las fuentes policiales que cita el medio del país vecino afirman que “el desafío es enorme para las autoridades de Argentina y Brasil, teniendo en cuenta que son centenares de Kilómetros de frontera seca. Innumerables pasajes e ingresos clandestinos”. Por si fuera poco, los robacoches gozan de cierta impunidad, considerando que “la Policía Civil de dicho país tiene dificultades para comprobar la autoría de los robos. Muchas veces no se puede probar que el sujeto que es capturado a bordo de un rodado con pedido de secuestro fue quien perpetró el robo; es por eso que no quedan mucho tiempo presos”, indicó la citada fuente en diálogo con este medio.





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