Canciones que reflejan costumbres y paisajes con perfección, inmortalizando personajes como Cantalicio o La Pepa, son algunas de las tantas composiciones que coronan a Mario Bofill como uno de los grandes referentes chamameceros. Su magia musical, la alegría indiscutible y ese humor sano volverán a la tierra colorada donde se siente “enchamigado por su gente”. El próximo sábado 17, desde las 21.30 podrán lo nuevo y esos clásicos entrañables sobre el escenario del auditórium del Instituto Montoya.Acompañado de su hijo “Chingoli” Bofill y la indiscutible banda de grandes músicos, serán parte de una fiesta donde volverá a agradecer la dicha de hacer canciones, compartirlas y regalarle un canto a la vida.Desde su Corrientes Porá en una charla con PRIMERA EDICIÓN habló de sus proyectos, añorando los primeros pasos de su carrera, viendo con emoción el avance artístico de su hijo, mostrando que además de hacer buena música se interesa por el país y desde su posición política aporta conocimientos para mejorar la situación de la población. Siempre alegre, con amplio mensaje a la gente y gran conocimiento musical que no mezquina a la hora de compartir dijo que “voy a estar presentando canciones que son especialmente para teatros, tengo tantas canciones que a la hora de elegir un repertorio se complica un poco. Son más de 350 canciones grabadas que algunas ya no me acuerdo más ni cómo son -dijo entre risas-. Repasar mis canciones me hacen recordar que soy medio viejo también, pero me gusta mucho”.El jueves pasado brindó un homenaje a su pueblo añorado: Loreto, que festejó 199 años, “estuve allá con mi conjunto y la pasamos tan bien rodeados de esa gente que siempre tiene un gesto de agradecimiento. Les prometí que el año próximo, para los 200 años, le voy a regalar una canción”.En su carácter incansable y lleno de energía, Mario también estuvo el viernes en Bella Vista recordando a sus amigos accidentados en el trágico accidente, “llevé canciones para agradecer que aún estoy vivo. Ese fue uno de los grandes desafíos que tuve que pasar, entre otros tantos. Porque me resucité ocho veces y me considero un chamamecero biónico -contó riendo para aplacar todos esos momentos difíciles que atravesó-. Me siento un agradecido y afortunado, porque hago lo que quiero y lo que siento”.Cabe recordar que el 8 de septiembre de 1989 perdieron la vida Daniel Aguirre, Zitto Segovia, Johny Bher, los hermanos Gringo y Michel Sheridan y Chango Paniagua, en el trágico accidente conocido como “La tragedia de Bella Vista”.Desde su compromiso político, siendo senador nacional, Mario contó que le dedica siempre un amplio discurso a sus compañeros fallecidos. A su vez aseguró que el sueldo de senador nacional es completamente donado a la gente necesitada de Corrientes, “ayudo a mucha gente que lo necesita, y gracias a Dios nunca me faltó contrataciones con la música. Entonces ese dinero es destinado a las fundaciones y necesitados de mi tierra”.En ese largo camino musical el encuentro con la muerte lo hizo madurar mucho más, es por eso que hoy no se cansa de repetir: “Nosotros no somos dueños de nuestro destino. Sobre todo cuando pienso que yo me morí ocho veces -dijo entre risas- tuve trombosis, un infarto, cinco baipass, la operación de los dos ojos, y así. Entonces mi médico siempre me dice ‘vamos a sacar el corazón afuera para limpiarlo un poco Don Mario’. Seguramente Dios no me quiere allá arriba todavía”.Cambiar es crecerDesde la línea musical recordó a ese productor sabio que le dijo “Mario, usted tiene que cantarle a la ciudad a los jóvenes”, y así nace “Estudiante del Interior”. “Ese chamamé urbano es lo que le dio un giro a mi carrera, sumé mucha más gente a las canciones. Y me di cuenta que tenía razón porque casi nadie le escribía a los jóvenes de la ciudad. Entonces a su vez me replanteé mi condición como padre y entendí que muchas cosas ya estaban cambiadas. Hoy por ejemplo si sos un padre severo, tu hijo se da vuelta y decide vivir en otro lugar. Entonces hay que ser más flexibles, amigos y entender esos cambios. Esa maduración también se dio en mi música y en mi carrera”, resaltó Mario que tiene una amplia mirada sobre lo cotidiano e histórico de la sociedad.Resaltó que lo más importante es escuchar y conversar, destacando esa sabiduría del que vive muchas vidas en una sola. Cautivando al público que no sabe de edades y géneros. Conmovido por los recuerdos, destacó ese momento cuando terminó la primaria, y en su pueblo no había colegio secundario, “entonces me tuve que ir a la ciudad en la casa de una tía, donde nada me pertenecía. Y de golpe me encontré con una ciudad fría, donde debía levantarme temprano, y así comencé a valorar mi pueblo, mi gente, el paisaje, el sonido de un acordeón. Todo quedó grabado en mi cabeza y es lo que muestro en las canciones”.“Escuchaba los sonidos del chamamé de vez en cuando, y comencé a sentir nostalgia que me llevó a escribir desde jovencito. La primera canción que escribí fue cuando tenía 16 años. Resulta que estaba en un dúo con mi hermano, luego formé mi trío y después el cuarteto. El primer tema que yo compuse fue en radio Porteña, donde estuvo Ángel Guardia. Un porteño que nunca conoció corrientes, pero en su casa paraban todos los correntinos músicos y tocaba el acordeón con mucho sentimiento. Y mi primera música fue para una radio novela”, repasó de sus primeros pasos. Entre anécdotas y recuerdos, señaló que grabar la primera vez en un sello musical -extinguidos actualmente por la avasalladora tecnología- fue todo un gran desafío y toda una enseñanza”.




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