“Las personas que están en situación de pobreza identifican esto con el vivir el día a día y eso tiene un significado muy profundo”, aseguró la profesora e investigadora de la Universidad Nacional de Misiones (Unam), Beatriz Curtino, quien dejó de lado por unos minutos sus actividades para dialogar con PRIMERA EDICIÓN. Curtino está embarcada, junto con un grupo de profesores y alumnos de esa casa de estudios, en un proyecto de investigación denominado: “La pobreza en Misiones. Entre las estadísticas y la casuística”, donde se difunden diferentes análisis con respecto a las mediciones, estadísticas y discursos “sobre y desde la pobreza”.En este marco, la investigadora explicó que “lo que intentamos es justamente mostrar qué permite medir la estadística y qué no. Porque solamente esto no sirve o no es válido, los porcentajes sí tienen sus limitaciones, la sociedad cree que los números que se arroja en cada estadística es la fotografía exacta y en realidad lo que hace es mostrar una partecita de ese fenómeno, sobre todos aquellos números que se vienen manejando en la pobreza”. “La valoración de tener algunos elementos, más allá de tener bien cubiertas las necesidades básicas, hace que el individuo se sienta pobre cuando no puede acceder a determinadas cuestiones que hoy demanda el medio, parece que deja de pertenecer. Muchas veces implica que para ser parte de la sociedad debemos alcanzar cuestiones que van más allá de las coberturas de las necesidades básicas. Cuando nosotros preguntamos sobre los planes, ellos dicen que es una ayuda, que no lo toman como algo que les cambió la vida, ninguno muestra el plan como una solución”, afirmó una de las principales participantes del proyecto. Comentó que “los índices de pobreza están hechos normalmente en función de los ingresos de una familia, se miden a partir de una canasta básica de alimentos, se calcula en base a lo que yo gano de salario y si está por encima de ese promedio”, indicó la mujer y ejemplificó: si la canasta es de seis mil pesos y mis ingresos no superan esa media soy pobre, pero pensemos lo que estamos diciendo, es decir que aquellas personas que ganan 5.999 pesos son consideradas pobres, pero sí gana 6 mil no, y estamos hablando de un peso de diferencia que no cambia las condiciones de vida”.Opinar sin saberEn la investigación que vienen desarrollando, los integrantes mantienen diferentes entrevistas, tanto con actores secundarios como con la gente que está dentro de la situación de pobreza. Curtino tuvo la posibilidad de dialogar con estas personas y es una voz autorizada para opinar al respecto con el sentimiento que tiene la gente en vulnerabilidad: “las personas que están en situación de pobreza aparecen identificadas con el vivir el día a día y eso tiene un significado muy profundo. Es simplemente tener para comer, para ellos es un problema proyector cuando deben pensar en eso todos los días”. “Lo malo es que uno que ve esa situación desde otro lugar, opina y lo hace sin saber”, aseguró la profesora y añadió: “dicen que esta gente no tiene proyecto de vida, no cuentan con expectativas, no hacen esfuerzos para salir adelante, no hay una planificación familiar o de estudio. Sin embargo, opinan desde un lugar con comodidades y no están levantándose pensando todos los días qué van a comer o qué le van a dar a sus hijos”.“Entendemos que pensar desde otro lado es muy difícil, por eso lo queremos transmitir a la sociedad. Cuando uno escucha el relato de esas personas y ve cómo viven empieza a entender que la solución está en ayudar, en colaborar y en buscar soluciones para mejorar la calidad de vida de todos. Para las personas en situación de pobreza es paralizante pensar qué van a comer, no pueden proyectar porque no tienen la capacidad de suponer que en poco tiempo tendrán más posibilidades, es más, son personas que en realidad tienen un deseo de mejorar. En varias charlas nos pasó que la gente vulnerable no tiene expectativas sino deseos, de a poco van perdiendo las ilusiones de salir adelante”. Las temáticasEl ciclo de encuentro organizados por el grupo del proyecto de investigación “La pobreza en Misiones. Entre las estadísticas y la casuística”, se realiza en la Sala del Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades. El viernes se llevó a cabo el segundo debate que tuvo como eje la “Pobreza y circularidad trabajo-salud-educación” y los temas a tratar fueron: “Acceso a los sistemas de salud (turnos, distancias, tecnología, tipo y calidad de la atención). Condiciones de vida y trabajo (posibilidades laborales, (des)protección social, trabajo estacional, explotación, falta de trabajo, desocupación). Acceso a la educación formal e informal”. En cada una de las jornadas, los investigadores invitan a participar a diferentes integrantes de organizaciones sociales vinculados a las temáticas que son abordadas. Y además se presentan materiales audiovisuales y fragmentos de testimonios de las personas entrevistadas en el marco de la investigación.“El proyecto se denomina “La pobreza en Misiones. Entre las estadísticas y la casuística” y surge desde esta situación de estadística, calibrar desde el lado de los números, qué medir y qué no. Y por el otro mostramos casos, aunque sin intención de generalizar ni pensar que estos cubren la totalidad del fenómeno, sino como ejemplos de una realidad que no se muestra en la estadística. Hay cosas que es imposible medir, no se pueden poner estas vivencias en los números”, indicó la especialista en la materia.Con respecto a las mediciones en la provincia, Curtino expresó: “El Ipec midió y publicó hace poco nuevos números y las mediciones fueron realizadas con indicadores de viviendas, lo que me parece muy bien porque es una realidad que no cambia mucho, porque la gente no modificó la situación de su casa ni contó con mayor acceso a los servicios básicos. Esta situación se llamaba pobreza histórica y ahora se denomina crónica, pero más allá de los nombres es la pobreza que preocupa, porque es la población vulnerable”. Sobre algunas decisiones políticas, precisó que “las crisis siempre afectan al sector más vulnerable, pero no porque ingresaron en la pobreza, sino porque ahora empezaron a ser medidos en base a si están por debajo de una canasta básica. Pero, anteriormente las condiciones de vida de esas personas no eran muy diferente, sus condiciones de vulnerabilidad siguen siendo las mismas”, afirmó y en ese sentido agregó que “todas las crisis, ya sean climáticas, sanitarias, de enfermedades endémicas, siempre afectan a los sectores más vulnerables y me parece que estas son las cosas que hay que poner en el escenario cuando uno habla de pobreza, de política y sobre todo cuando uno quiere entender las voces que se exponen en cada encuentro”. La estigmatización que ataLa investigadora señal
a que “hay que entender que la pobreza no sólo hay que medirla sino que es necesario comprenderla, porque cuando el ciudadano no lo hace, nos armamos un relato o una visión que termina generando la contribución a que estos pobres hereden esa determinada identidad de ser pobres, con estigmatizaciones en la sociedad, con pérdida de autoestima y eso termina siendo un círculo que también retroalimenta la imposibilidad de poder salir de esa situación”.“Cuando hablamos de las entrevistas y voces que participan, debemos tener en cuenta que en la investigación tomamos el “sobre y desde la pobreza”, el primero se basó en discursos, entrevistas con personas que tienen una vinculación bastante directa, como ser los que están movimientos sociales, en Caritas, de la Iglesia. Y por el otro, tomamos las historias de vida de gente que están en situación de pobreza y nos encontramos con muchísimas miradas, polarizadas porque hay opiniones de todos los sentidos y donde se pierden los grises”.





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